Idoia Leonet recuerda el atentado que segó la vida a dos empleados de Elektra hace 10 años en San Sebastián, cuando ETA intentó asesinar al concejal del PSE en Ordizia Iñaki Dubreuil con un coche bomba. Alguien activó el detonador con un mando a distancia.
En una mañana como la de hoy hace diez años, ETA cometió un atentado que conmocionó a la sociedad guipuzcoana. Al intentar asesinar al concejal del PSE en Ordizia Iñaki Dubreuil con un coche bomba en San Sebastián, acabó con la vida de dos trabajadores de la empresa Elektra que iban camino de su trabajo. Los fallecidos, Josu Leonet Azkune, de 31 años y natural de Tolosa, y José Ángel Santos Laranga -de 40, nacido en Galicia y vecino de Ikaztegieta- cruzaban una carretera a pocos metros de Dubreuil, que resultó herido grave, tras bajarse del mismo tren cuando la explosión del coche les alcanzó de lleno. Alguien había activado el detonador con un mando a distancia. Días después del atentado, un comunicante anónimo llamó al diario Gara en nombre de ETA para decir «sentimos mucho este desgraciado suceso».
Idoia Leonet es la hermana menor de uno de los fallecidos, Josu. Hace una década era alcaldesa de Beizama por el PNV y se enteró del atentado por la televisión. «Recuerdo que puse la tele y vi que había habido un atentado en Martutene, pero en ese momento ni se me pasó por la cabeza que Josu pudiera haberse visto afectado. Al rato dijeron que había dos muertos y que se trataba de dos trabajadores de Elektra, que está cerca del apeadero de Renfe en Martutene. Entonces me empecé a preocupar y llamé a mi cuñada, que no sabía nada. Ella se encargó de contactar con la empresa y le dijeron que Josu no había llegado a trabajar y que estaba entre los heridos. Luego supimos que para cuando la ambulancia le llevó al hospital ya había muerto».
Sin poder contener las lágrimas, Idoia Leonet dice que «aún no me puedo creer que mataran a mi hermano cuando iba a trabajar. Han pasado diez años, pero todavía no lo he superado, y no sé si lo haré algún día. No tengo palabras para expresar lo que sentí aquellos días y lo que aún siento hoy. Mi hermano, asesinado con 31 años, en lo mejor de la vida, con una niña de apenas diez meses. Es increíble y muy duro».
La familia Leonet tuvo que unir al dolor por la muerte violenta de un ser querido los rumores que colocaban a Josu en la órbita de la izquierda abertzale. «No sé de dónde salieron esos rumores, pero ya desde el mismo día del atentado se empezó a decir que mi hermano tenía relación con HB y cosas así, que no tenían ningún fundamento. Josu era apolítico, pero como siempre algunos dicen lo que quieren y los demás tenemos que aguantar y tragarnos la rabia de que hablen de una persona que no conocían de nada y que ya no se podía defender».
Idoia Leonet, que hace años que dejó la actividad política, se muestra escéptica cuando se le habla de un nuevo tiempo en el que ningún partido justifica la violencia de ETA. «Los de la izquierda abertzale tendrán que demostrar con el tiempo que eso es verdad. Yo por ahora soy escéptica, como creo que mucha gente».
Con mando a distancia
El atentado que costó la vida a Josu Leonet y José Ángel Santos tuvo una repercusión especial en la sociedad, ya que vino a demostrar que cualquier peatón podía verse implicado en un atentado con coche bomba hasta el punto de encontrar la muerte. Aquel 22 de febrero de 2001 el etarra que apretó el mando a distancia no dejó de hacerlo a pesar de ver que media docena de personas se podían ver afectadas por la deflagración.
El coche bomba se cobró dos vidas y dejó gravemente heridas a otras dos personas, también trabajadores de Elektra. El concejal del PSE Iñaki Dubreuil también resultó herido de consideración, así como su escolta.
El atentado se produjo unos minutos antes de las ocho de la mañana frente al apeadero de Renfe del barrio donostiarra de Martutene, una zona muy frecuentada a esa hora por trabajadores que acudían a las numerosas empresas de la zona -el polígono 27 es una de las principales áreas industriales de San Sebastián- y escolares que se dirigían a los centros educativos próximos.
Dubreuil y su escolta se bajaron del tren que les había traído de Ordizia y enfilaron el Paseo de Martutene en dirección al centro de formación ocupacional Sartu, donde impartía clases a jóvenes en paro. Por delante del edil, a unos cuatro metros de distancia, caminaba un grupo de cuatro trabajadores que se habían apeado del mismo tren y que se dirigían a la empresa Elektra, situada en las inmediaciones. Tanto los empleados como el concejal y su escolta acababan de cruzar la carretera cuando se produjo la explosión, que alcanzó de lleno al grupo de trabajadores de Elektra y afectó en menor medida al concejal, a su escolta y al empleado de una carrocería próxima.
Los dos compañeros de los fallecidos -Igor Larrea, de 28 años, y José Ignacio Urrestarazu, de 30- resultaron heridos muy graves y pasaron más de un mes en la UVI tras el atentado.
EL DIARIO VASCO, 22/2/2011