Mari Paz Artolazabal, viuda de José Luis López de Lacalle, destaca en esta entrevista la tenacidad y el trabajo de muchas personas para conseguir «que hoy en día las instituciones consideren que las víctimas del terrorismo deben ser tenidas en cuenta. Se ha avanzado mucho».
«Lo realmente duro es la vida cotidiana sin José Luis». La frase es de Mari Paz Artolazabal, viuda de José Luis López de Lacalle, el columnista del diario El Mundo asesinado por ETA hace diez años y que hoy será recordado en un homenaje en Andoain y mañana en otro acto en el Palacio Miramar de Donostia. Como muchas víctimas del terrorismo, Mari Paz intenta aprender a vivir con la pesada carga del dolor y los recuerdos, en su caso los de aquel 7 de mayo de 2000 en el que un pistolero de ETA le arrebató a su marido. Juntos, rememora, enseñaron a sus hijos que «educar en el respeto al prójimo es labor fundamental de la familia».
-Se cumplen diez años del asesinato de su marido. ¿Cómo se encuentra estos días?
-Lo realmente duro es la vida cotidiana. Él está presente en todos y cada uno de los días. Los aniversarios suponen de alguna forma revivir todo aquéllo, pero fundamentalmente son la constatación de lo rápido que pasa el tiempo cuando sentimos aquel día tan cercano. Toda la familianos apoyamos muchísimo para hacer la carga más llevadera.
-¿Cómo ha sobrellevado el dolor durante todo este tiempo?
-Somos una familia muy unida. En mi caso, la fe me ha ayudado y me sigue ayudando mucho.
-¿Cuáles han sido los peores momentos?
-El hecho de que ETA haya seguido asesinando hace que cada muerte te haga sentir de nuevo todo el horror sufrido, así como una íntima solidaridad que compartimos todas las víctimas del terrorismo. En un plano más privado, como supongo que ocurrirá en todas las familias que hayan sufrido la pérdida de un ser querido, en las celebraciones familiares su ausencia es mucho más palpable.
-¿Sigue reviviendo las imágenes y los momentos de aquel día?
-Sí, es inevitable, aunque con los años se intenta aprender a vivir con ello. Además, no me queda otro remedio que pasar cada día por el lugar del atentado. Fue en la puerta de nuestra casa.
-¿Se ha sentido arropada por otras víctimas durante estos años?
-Por supuesto. Nadie puede comprender mejor nuestros sentimientos y las situaciones que vivimos que quien ha pasado por lo mismo.
-¿Y por las instituciones?
-Por la tenacidad y el trabajo de muchas personas durante mucho tiempo, se ha logrado que hoy en día las instituciones consideren que las víctimas del terrorismo deben ser tenidas en cuenta. Se ha avanzado mucho. Hoy en día la situación ha cambiado, no tiene nada que ver con los tiempos en que se ocultaban las víctimas.
-¿Ha sentido alguna ausencia?
-Alguna ausencia ha habido, pero hemos sentido muchos más apoyos.
-¿Cómo se ha portado Andoain con usted y su familia?
-La mayoría del pueblo se ha portado estupendamente, arropándonos en todo momento. Es algo que no se olvida y se agradece de corazón.
-¿Ha sufrido en su pueblo algún desaire a lo largo de estos años?
-Insisto, el comportamiento de la mayoría ha sido estupendo.
-¿Qué es lo que más recuerda de José Luis?
-Su cariño, su bondad, su optimismo y su profundo sentido de la solidaridad.
-Hubiera aplaudido la llegada de un gobierno socialista en Euskadi.
-Por supuesto, cualquiera que lo conociera o que leyese sus artículos sabe que consideraba la alternancia en el gobierno algo fundamental para el futuro de este país. Su último artículo publicado en el diario El Mundo días antes de su asesinato se tituló ‘El cambio necesario’.
-¿Qué le diría al asesino de su marido si tuviera la oportunidad?
-Supongo que le diría cómo pudo asesinar a sangre fría a una persona que no conocía y por qué.
-¿Siente odio?
-No, en absoluto.
-¿Confía en que los últimos pasos de la izquierda abertzale puedan llevar a Euskadi a ver el final del terrorismo de ETA?
-No lo sé. Lo que la izquierda abertzale debería hacer es pedir rotundamente a ETA que, de una vez, abandone las armas.
-¿Cómo ve el plan de educación para la paz que propone la presencia de las víctimas en las aulas?
-Me parece necesario. Educar en el más elemental respeto al prójimo es una labor fundamental de la familia en la que la escuela debe ser copartícipe activa.
-¿Usted se imagina participando en ese proyecto como una víctima que acude a una escuela a contar su experiencia?
-No me lo he planteado.
EL DIARIO VASCO, 7/5/2010