DIARIO VASCO, 7/1/12
«Estamos en un periodo de reflexión, pero no queremos poner fecha a su final y mientras, seguiremos trabajando»
«Gesto nació para desaparecer cuando lo hiciera ETA, y su anuncio en octubre de cese de la actividad armada nos ha llevado a iniciar un periodo de reflexión sobre los pasos que debemos dar tras esa decisión, incluido un proceso de cierre de nuestra organización». Así se expresa la portavoz y miembro de la comisión permanente de Gesto, Inés Rodríguez (Andoain, 1957) cuando se le pregunta sobre el futuro ante el nuevo escenario político abierto en Euskadi. No puede ocultar un poso de tristeza interior al hablar de los más de 25 años de un activismo pacifista que ha aportado su «granito de arena» para llegar al fin de la violencia.
-¿Considera que se dan las condiciones para que Gesto se plantee ahora echar la persiana?
-No se trata tanto de si se dan o no las condiciones. Siempre hemos dicho que la intención de Gesto era desaparecer algún día. En la mente de la mayoría de nuestros socios está que el cese de ETA ha sido determinante para plantearnos ahora un proceso de cierre. Estamos en un periodo de reflexión, pero no queremos poner fecha a su final. No tenemos prisa, pero tampoco nos transformaremos, sino que sería una desaparición definitiva. Mientras haremos aquellas cosas que consideremos que merecen la pena. Hay mucho trabajo en la reconstrucción de la convivencia, e ir creando las bases para neutralizar todos los efectos perversos que ha causado la violencia de ETA.
-¿Qué destaca de estos años de lucha de Gesto en favor de la paz?
-Ha merecido la pena el esfuerzo y se ha hecho lo que había que hacer. La sociedad se ha dado cuenta de ello, y una prueba es que Gesto recibió el premio Príncipe de Asturias a la Concordia. Me gustaría hacer un reconocimiento a todas esas gentes anónimas que con coraje cívico salieron a sus barrios y calles, cuando no lo hacía nadie, para públicamente rechazar la violencia y mostrar su solidaridad con la víctima que se producía en cada momento.
-Los inicios fueron duros ¿no?
-Sí. Éramos una minoría los que dimos la cara pacíficamente en los años duros del terrorismo en contra de las muertes, tanto de un lado como del otro. Luego fueron muchas las personas que se nos unieron para remover conciencias en la sociedad y renovar valores éticos. Todos ellos han aportado un grano de arena importante para llegar a la situación en la que estamos.
-¿A qué se ha debido, a su juicio, la decisión de ETA de cese de su actividad armada?
-A la actitud de la ciudadanía de rechazo mayoritario hacia la violencia, la presión que se ha ejercido desde el Estado de Derecho, tanto a la hora de perseguir a los miembros de ETA y juzgar los delitos, y también a la evolución del mundo que apoyaba o justificaba la violencia hacia una apuesta únicamente por las vías políticas.
-¿Qué más decisiones debería tomar ahora ETA para que el final de la violencia sea irreversible?
-Disolverse. Decir que esto se acabó, algo que tenía que haber hecho cuando hizo público el comunicado con el cese, y luego hacer un reconocimiento de la inutilidad de la violencia y de los daños causados.
-¿Debería pedir perdón?
-Ésta no es una cuestión que le demande Gesto de una forma especial. El perdón es algo que tiene que ver con la víctima y con una actitud del otro, y es algo que está dentro del ámbito privado y bilateral. Lo que se deben dar son actitudes unilaterales, con un matiz más público y una lectura de crítica.
-¿Qué opina del debate actual sobre las víctimas del terrorismo?
-Víctima es todo aquel que ha sufrido una violencia injusta. Desde ese punto de vista, un miembro de ETA asesinado por los GAL es una víctima, y como tal merece ese reconocimiento, y también quien ha sido objeto de un uso indebido por parte de las fuerzas de seguridad del Estado. Pero cuando se da la situación de víctima y victimario no se puede ir más allá que ese reconocimiento. Un miembro de ETA que muere mientras pone una bomba, no es una víctima. Es una muerte por la que Gesto salió a la calle por considerarla inútil y dolorosa, pero no es una víctima en el sentido de violencia injusta ejercida contra uno mismo, sino consecuencia de una acción que él iba a hacer.
-¿Comparte que se hable de «todas las víctimas»?
-No. Eso se dice cuando no están las cosas muy claras. Bajo el concepto de ‘todas las víctimas’ se mezclan demasiadas cosas, sin especificar, concretar o hablar lo suficiente. Así solo se distorsiona el debate. Es utilizado por determinados sectores, pero para que resulte creíble esa terminología debe ir acompañada de una asunción de responsabilidad hacia un reconocimiento hacia las víctimas de ETA.
-¿Se refiere concretamente a la izquierda abertzale?
-Sí. Su último pronunciamiento no fue suficiente. La gente que ha apoyado o justificado la violencia tiene un plus de responsabilidad específica hacia las víctimas. La izquierda abertzale tiene que reconocer eso y no puede eludirlo en base a que existen otras víctimas.
-¿Respalda las demandas que se hacen desde la Declaración de Aiete y el Acuerdo de Gernika al Gobierno para que dé pasos por la pacificación y normalización?
-Es un error poner casi en un mismo plano una exigencia a ETA y al Gobierno. La Declaración de Aiete fue una puesta en escena que pudo ayudar a la izquierda abertzale, ya que para muchos de los que vivimos aquí no era necesaria. Se escuchan voces que piden al Gobierno que mueva ficha, pero lo que tiene que hacer éste es únicamente cumplir la ley. Por ejemplo, la legislación penitenciaria actual tiene muchos recursos, como la progresión de grado, el acercamiento, la reinserción, e incluso el indulto. Da todas las posibilidades, pero hay que tener en cuenta siempre de que se trata de tratamientos individualizados y no colectivos.
-La Declaración de Gernika reclama la aministía, ¿lo respalda?
-Eso no es posible, ya que no está contemplado en la legislación, y no podría darse nunca. Los delitos han de ser perseguidos y juzgados, y luego debe haber condenas. Ni aunque se dé la situación actual, ni otra varía eso. No se puede hacer un punto y final. El Estado no puede dejar de cumplir la legalidad.
-Algunos sectores políticos achacan al Estados español de falta de voluntad, ¿qué opina?
-¿Voluntad de qué? ¿De incumplir la ley?
-¿Cómo ve la actitud de Bildu?
-Hay que diferenciar entre sus socios, no es lo mismo la izquierda abertzale que EA y Alternatiba. Pero no ha dado demasiados pasos hacia las víctimas y las consecuencias directas de la violencia de ETA, más allá de una declaración de intenciones, y eso que se encuentra en una situación inmejorable para hacerlo tras el apoyo social obtenido en las urnas, que le dota de legitimidad, y la importante presencia institucional conseguida. Pero tampoco sorprende mucho porque tampoco lo ha dado fuera de las instituciones. Ha perdido oportunidades para hacerlo, como fue el Día de la Memoria. No le queda más remedio que hacer un esfuerzo.
-El resto de partidos tampoco llegó a un consenso para el Día de la Memoria, ¿les reprocha ese desacuerdo?
-Sí. Fue una lástima que no se materializará públicamente un acuerdo, y todo se limitara a una declaración institucional por parte del lehendakari. Se desaprovechó una ocasión para hacer un llamamiento a la ciudadanía en favor del reconocimiento de las víctimas. Pero, probablemente, las elecciones estaban demasiado cerca, y como siempre para algunas cosas éstas lo contaminan todo.
-¿Cómo ve la labor del Gobierno Vasco en esta materia?
-Ha dado muchísimos pasos, por ejemplo, desde la Dirección de Atención a las Víctimas y desde la consejería de Justicia, que han puesta en marcha la comisión de lo que llamamos ‘las otras víctimas’. Con respecto a la pacificación, no creo que los gobiernos vasco y central debieran hacer nada extraordinario para que llegara la paz. Se trataba exclusivamente de una decisión que debía adoptar ETA, y la ha tomado. Ahora a nosotros nos toca reconstruir la convivencia, trabajar por la defensa de la pluralidad, la libertad, la justicia, la aceptación de la sociedad como es y restañar todas estas heridas que ha dejado la violencia. Tenemos que construir una memoria colectiva e inclusiva que incorpore la verdad de todo lo que ha pasado de la forma más fiable posible. No podemos mirar hacia el futuro pasando página como si no hubiera ocurrido nada.
-En este sentido, ¿respalda el Centro de la Memoria?
-Su construcción es una buena decisión. Lo difícil es cómo hacerlo, y lo deseable sería que fuera con el acuerdo de todos. Creo que seremos capaces de hacerlo, ya que es el único modo de que los relatos de las víctimas estén presentes, de que avancemos hacia delante, y que nos sirva como referencia para la educación en la paz y la deslegitimación de la violencia.
DIARIO VASCO, 7/1/12