Un año después del asesinato de su hermano, Maite Pagazaurtundua refleja en un libro sobre su familia la tragedia vasca y afirma que «merece la pena luchar».
Es su cumpleaños y acaba de presentar el libro Los Pagaza. Historia de una familia vasca, en el que, a través de sus recuerdos familiares, rememora el largo camino de la violencia en el País Vasco. Maite Pagazaurtundua, edil del PSE-EE en Urnieta y hermana de Joseba, jefe de la policía local de Andoain asesinado por ETA el 8 de febrero de 2003, escribió el libro desde el dolor que le produjo aquella muerte. Pese a todo, el texto no es pesimista. Revela una enorme confianza en la sociedad vasca e insiste en la necesidad de que el PNV «se regenere moral e ideológicamente» porque «sería más fácil edificar una Euskadi con todo lo que nos une».
-¿Quiénes son los Pagaza?
-Una familia vasca como tantas otras, que habría permanecido en el anonimato si no hubiera sido porque el peso de un asesinato nos hizo salir a la palestra.
-¿Hay muchos Pagaza en Euskadi?
-Hay muchas familias comprometidas en defender ideas, en ser vascos a su manera, y que por eso tienen que pagar un precio muy alto. Lo hacen en silencio y con un dolor sordo y costoso.
-En su libro recupera la memoria de su infancia. ¿Tiene un primer recuerdo que le sirva para explicar lo que ocurre en Euskadi?
-El de algunas cocinas que conocí cuando era niña. Cocinas de gente católica y honrada donde sin embargo hacían categorías de las gentes simplemente por el lugar donde habían nacido. Y a aquellos que no habían nacido en el País Vasco o no sabían hablar euskera los llamaban churrianos o maketos. En esas cocinas se tejió parte de la tragedia vasca y de lo que nosotros hemos tenido que sufrir.
-Hay un recuerdo que le falta. El recuerdo de la paz.
-Deseo fervientemente poder construir ese recuerdo. Es una realidad que hay que construir para que podamos tenerla en la memoria y para que los hijos y los nietos puedan conocer una Euskadi donde no haya gente que mate a otros porque no piensan como los asesinos.
-Usted admite en el libro que fue una «niña con conciencia política nacionalista». ¿Cuándo cambió?
-Son recuerdos muy íntimos. Tienen que ver con un día de clase en la ikastola Urumea. Nos habían hablado del nacionalismo y del socialismo vascos en una clase de historia. A los nacionalistas los pusieron muy bien y a los socialistas fatal. Eso no me pareció justo porque yo tenía un enorme respeto a la figura de mi abuelo, así que fui a la cocina de casa y le pregunté a mi madre si el aitona era malo. Ella me preguntó por qué decía eso y yo le respondí que lo habían dicho en clase. A partir de ahí empecé a despertar a una forma diferente de ver las cosas y pronto me di cuenta de que hay maneras de ver el mundo más amplias que la del nacionalismo. Aunque no abandoné para nada el amor a mi tierra, empecé a considerar que lo importante son los seres humanos y que las cosas que nos dividen son bastante pequeñas.
-¿El voto en contra del PNV y EA a conceder a su hermano la Medalla al Mérito de Andoain le ha hecho pensar en modificar su libro?
-Lo que pienso es que no me he equivocado al poner las cosas que pongo. Aunque las personas que votaron aquello fueran tan arrogantes y no vieron el fondo de lo que se planteaba, yo les he tratado con mucha delicadeza en el libro y, pese a que tal vez no se lo merezcan, no cambiaría nada.
-¿Qué le pide al PNV?
-Que sea capaz de ponerse alguna vez en nuestra piel. Estoy segura de que si lo hicieran de verdad y la muerte de nuestros familiares la vieran como la de uno de los suyos podrían empezar a entendernos y a cambiar, y podrían reaccionar de una manera distinta. Los sentiríamos no fríos, como ahora los sentimos, sino cercanos. Sería entonces muchísimo más fácil edificar una Euskadi con todo lo que nos une.
-¿Sería el comienzo de la regeneración que le reclama al PNV?
-La regeneración moral estaría bien, pero también hay un elemento ideológico que ellos tienen que regenerar. No pueden dar por buenos argumentos como que estamos invadidos, que nosotros somos enemigos de Euskal Herria o que somos de fuera, porque si lo siguen haciendo están intoxicando el ambiente social.
-¿Confía en que Josu Jon Imaz lidere esta regeneración?
-No tengo elementos de juicio para saberlo. Al día de hoy no tengo motivos para pensarlo, pero espero equivocarme.
«No caer en el error»
-¿Qué quedará en la sociedad vasca después de ETA?
-Una sociedad que tiene mucha fuerza, capaz de hacer muchas cosas buenas, de pelear por un futuro de bienestar social. Ojalá que lo que hemos sufrido nos sirva para aprender a no caer nunca en el error del fanatismo.
-¿Y qué quedará del fanatismo?
-A los fanáticos habrá que reciclarlos. En eso tienen que ayudar los nacionalistas, porque para ellos es más fácil llegar a ese mundo ideológico.
-¿Caín está ganando a Abel en el País Vasco?
-Destroza familias, hay hermanos que matan a hermanos, pero Caín está cada vez más débil. Cada vez puede matar menos.
-Su hermano asesinado, usted amenazada… ¿Ha merecido la pena el viaje de los Pagaza?
-Siempre merece la pena hablar y no callar. Uno se arrepiente por lo que no ha dicho y, sin embargo, cuando dice aquello que cree que es justo se siente mejor internamente. Vale la pena luchar por las libertades. Siempre. Pero ojalá que no tengamos que pelear durante mucho tiempo porque es muy cansado y muy costoso.
Un libro surgido «del desgarro y la tristeza»
Sonaba un fado en la sala del centro cultural Bastero, de Andoain. Era la canción que Maite Pagazaurtundua había identificado con el capítulo en el que narra el atentado contra su hermano y su agonía. Quizá por eso ayer dijo que el libro había surgido «del desgarro y la tristeza».
Sin embargo, en un acto en el que estuvo acompañada por el alcalde de Andoain, el socialista José Antonio Pérez Gabarain, y arropada por su madre y la viuda de su hermano, Maite recalcó que su libro «no es triste, sino que habla de esperanza y de amor a la vida y a la tierra».
La publicación parte de la historia de la familia Pagazaurtundua para retratar la convulsa sociedad vasca de los años 80 y 90. Su autora llega a la actualidad haciendo un balance crítico de la actuación de los nacionalistas y tratando de aportar «claves para facilitar la reconciliación de los vascos», que espera fervientemente. «Incluso en las realidades más duras es importante señalar la posibilidad de salir adelante», dijo ayer.
EL DIARIO VASCO, 12/2/2004