Maite Pagazaurtundúa responde a un lector de ABC.es sobre el apoyo de su familiar a la banda en su adolescencia: «Por fortuna, estuvo muy poco tiempo en esa locura». «Yo ya llevaba escolta antes de la muerte de mi hermano, como tanta otra gente. Te puedo asegurar que la vida de Joseba fue un infierno en sus últimos nueve años».
La última pregunta con la que Maite Pagazaurtundúa, presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, se despide de los lectores que han conversado con ella en el chat de ABC.es nos deja un testimonio impresionante. El internauta, David, le confiesa que cuando la mira, le resulta difícil ver a la presidenta de una entidad de semejante importancia en nuestro país olvidándose de que su hermano perteneció a ETA. «Es díficil conjugar víctima y ETA en la misma frase», le dice y ella, apremiada por las prisas, no puede dejar de contestar: «Es una víctima, déjame que le conteste por favor», ruega, y cumplimenta, con una sinceridad sorprendente: «Lo entiendo. Mi hermano perteneció a ETA siendo un adolescente, y por fortuna, estuvo muy poco tiempo en esa locura. Creo que el sentido de culpa por haber formado parte de la maquinaria del odio le hizo arriesgarse, después, mucho más que nadie contra el fanatismo». Y va más allá: «Te puedo asegurar que su vida fue un infierno en sus últimos nueve años de vida, de amenaza de muerte».
Joseba «Pagaza», el diminutivo del apellido por el que se conoce a esta familia desde el atentado en 2003, murió asesinado por la organización terrorista siendo jefe de la Policía Local de Andoain. Su historia, tristemente, se conoce. La de su hermana, no toda. «Yo ya llevaba escolta antes de la muerte de mi hermano, como tanta otra gente [fue parlamentaria del PSE de 1993 a 1998 y asesora de Política Lingüística del también asesinado Fernando Buesa en el departamento de Educación del Gobierno Vasco, así como secretaria de Educación y Cultura del PSE-EE desde 1993 a 1997]».
El relato de esta mujer a los lectores interesados por el derrocamiento de la organización terrorista nos presenta a una persona que no se ha enrocado en su dolor, en ese «vacío infinito» que se siente al ver cómo te han arrebatado a uno de tus seres más queridos de un plumazo. De hecho, confía en el nuevo Gobierno vasco y en el fin de ETA con los instrumentos que proporciona el Estado de Derecho. «Es duro hacer frente a los fanáticos, pero creo que vamos en la dirección adecuada para que su estrategia fracase del todo», espera.
Ibarretxe «tensionó»; el cambio «esperanza»
No guarda tan buenos recuerdos de los treinta años de PNV asentado en el Palacio de Ajuria Enea. «Ibarretxe tensionó muchísimo a la sociedad vasca. Ahora hay mayor sosiego. Por otra parte, ojalá aprovechen los nacionalistas para poner al día algunos de sus viejos prejuicios doctrinarios. Las próximas elecciones autonómicas están muy lejos y no me gusta confundir deseos con realidad». De esos polvos y del yugo terrorista, quedan algunos lodos, demasiado presentes para testigos como Izurum y otros lectores. Maite «Pagaza» los resume en que el «País Vasco sufre todavía el efecto de décadas de miedo a los mil tentáculos de ETA y su entorno social y político. Una marea de cobardía, apatía, insensibilidad que se remueve lentamente». Completa, en sintonía con esta idea, que «quedan menos tabúes, pero alguno queda todavía».
En cambio, desde el pacto PSE-PP, se abre para ella y para miles de nacidos en tierras vascas un arco iris de expectativas que hay que dibujar. «Ahora mismo yo veo la vida política vasca con mayor esperanza que en el pasado y creo que el trabajo de socialistas, populares y UPyD en el Parlamento Vasco es digno de respeto».
Zapatero, ¿enojó a las víctimas?
Se «moja» menos y elude las diversas preguntas referentes a la ausencia notoria del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el último VI Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, celebrado en Salamanca la pasada semana. Se detecta la incomodidad que le provoca esta agria polémica y las críticas verbalizadas por víctimas del terror: «La agenda de un presidente del Gobierno es complicada. Establecen sus prioridades y pueden coincidir o no con nuestros deseos y nuestras invitaciones. En todo caso los grandes actos en favor de la memoria de las víctimas suelen tener una representacion muy digna de las autoridades del Estado. Y la sociedad española, mayoritariamente los apoya, así como una parte importante de los medios de comunicación. La Casa real, además, está muy presente con su apoyo permanente y atento. Creo que se quiere y apoya de forma muy especial a las víctimas del terrorismo. Las víctimas norteamericanas que estuvieron en el Congreso de Salamanca estaban impresionadas por el apoyo social e institucional» que hubo en España. Además, dice, «el presidente del Gobierno envió al ministro de Justicia».
Interpelada sobre posibles negociaciones, pactos o vías de diálogo con la banda, acierta a recordar a su venerado Buesa: «Él hablaba de que podemos ser generosos en la paz, pero sin precio político. El fondo de mi corazón me dice eso también». No niega que «la reconciliación es algo complejo de abordar todavía» y distingue: «Una cosa serán las reglas no escritas de los espacios públicos cuando no exista amenaza, ni persecución, y otra el ámbito de las relaciones humanas, que no se pueden plantear en clave tribal, sino personal, en un abanico de posibilidades tan amplio como nuestra propia condición humana».
La presidenta de la Fundación de Víctimas tampoco alberga dudas sobre los intentos escurridizos de la víbora etarra para colarse en las próximas elecciones municipales: «El mundo de ETA, cuando se ve agobiado, intenta procesos tramposos para acumular fuerzas -para reconstituir su estructura- y volver a su estrategia coactiva».
ABC, 19/2/2010