DIARIO VASCO, 3/10/11
Afirma que «si la izquierda abertzale acaba logrando la victoria política, ni relato ni puñetas»
A dos semanas de que se inicie el juicio contra el presunto asesino de su hermano Joseba, exjefe de la Policía Municipal de Andoain y militante del PSE asesinado por ETA en 2003, Maite Pagazaurtundúa (Hernani, 1965) revisa estos días los escritos que dejó su hermano mientras medita la posibilidad de dedicar su próximo libro al tema vasco. Aunque reniega de la teoría de que hay que construir un relato compartido que podría utilizarse «para silenciar a las víctimas».
-¿Comparte la opinión de que el comunicado de ETA ha abierto un nuevo tiempo en Euskadi?
-Es la confirmación definitiva de que a ETA ahora no le es rentable matar. La firmeza policial y legislativa la habían cercado. La izquierda abertzale necesitaba la legalización y la ha buscado. Ahora intentarán sacar rentabilidad de dejar de matar.
-¿Considera que la decisión de dejar la violencia es irreversible?
-Por ahora hay un anuncio, iremos viendo lo que pasa en los próximos meses. Lo que sabemos es que les interesaba anunciar el cese definitivo de la violencia para poder jugar en política. No han cambiado de estrategia general, han cambiado de táctica. Lo cual no significa que hayan empezado a ser demócratas o que ya no tengan pulsión totalitaria, porque si fuera así habrían actuado de una forma muy diferente.
-¿No cree que la postura de la izquierda abertzale sea sincera?
-Están usando una táctica similar a la de los videojuegos. Hemos cambiado de fase: en el ‘mundo uno’ ya no funciona el ejercicio de la violencia directa, pero en el ‘mundo dos’ al que hemos pasado van a intentar sacar ventaja de todo lo que han matado. Ahí aparece el nuevo reto que tenemos todos: que esta vez acaten la ley, que condenen la historia del terror y que acepten las reglas del juego de una sociedad democrática como la nuestra. Pero es un reto complicado porque van a utilizar todas las trampas y los chantajes para eludir acatar y cumplir la ley.
-¿Entiende la ilusión que ha generado el anuncio de ETA en parte de la sociedad vasca?
-El mundo de ETA y de Batasuna ha trabajado este comunicado durante meses para generar una sugestión colectiva. Han utilizado todas las técnicas de manipulación social conocidas e incluso alguna nueva: rumores, visitas cualificadas, generar expectativas durante meses para preparar el ambiente… Esta táctica no tiene nada de inocente y se ha realizado en el momento que más les convenía.
-¿Cuál cree que sería el objetivo de esa táctica?
-Hay varios objetivos. Uno sería que el proyecto por el que han matado quede limpio para poder conseguirlo en la siguiente fase. Que no quede contaminado por lo que realmente ha sido: la práctica del terror, de la crueldad, de la persecución, de la eliminación del adversario. Y, por otra parte, pretenden que todos los que han estado en ese tinglado, tanto políticos como agentes violentos, queden impunes. Por eso juegan con los tiempos de una manera muy acelerada, utilizando técnicas del tipo ‘tenéis que comprar el paquete entero porque, si no, no se sabe lo que puede pasar’. Quieren impunidad y limpiar sus conciencias ante ellos mismos y ante la sociedad, cuando la persecución o el asesinato no es algo que pueda ser absuelto como ellos pretenden, sintiéndose además heroicos y poniéndose ellos como víctimas. Es un disparate.
-¿El Gobierno debería tener algún gesto tras el cese de la violencia?
-Es bastante erróneo utilizar ese tipo de perspectiva. Quienes han infringido las leyes y no terminan de acatarlas, quienes no condenan todos esos años de generar dolor y miseria moral a la sociedad vasca son ellos. Tienen que dar un paso tras otro. Dejar de matar y desactivar los arsenales, por supuesto. A partir de ahí, estaría bien generar procesos de reinserción social, pero ése es un tema personal de cada preso. La legislación actual ya contempla mecanismos de reinserción, pero hasta ahora ha sido la propia ETA la que no ha dejado a los presos que se acojan. Son ellos los que tienen que dar todos esos pasos, nosotros no tenemos que tener prisa en hacer cosas raras ni en saltarnos la ley. Entrar en ese juego de ‘ellos han dado un paso y nosotros tenemos que dar otros’, ¿de qué? Entre el terrorismo y el Estado de Derecho no hay unos pasos intermedios, no hay espacios simbólicos de equidistancia.
-¿Usted no sería partidaria entonces de hacer ningún gesto en el tema de los presos, por ejemplo?
-Si en los próximos meses el Gobierno considera que tiene que hacer algún cambio en la política penitenciaria supongo que lo hará, como otras veces se ha hecho, pero eso es una cuestión secundaria. El cumplimiento de la pena es una cosa, es lo sustantivo, y el lugar del cumplimiento de la pena es otra.
«Sólo queremos justicia»
-¿Dónde estaría el límite a partir del cual las víctimas podrían sentirse dolidas?
-Si los presos de ETA consiguieran beneficios penitenciarios sin hacer el proceso de reinserción que marca la ley sería un fraude a lo que piden la sociedad española y las víctimas de forma mayoritaria, que es justicia. Quienes decimos que está bien que en Argentina se haya hecho justicia 30 años después, ¿cómo podemos pensar que aquí está bien la impunidad? El colectivo de víctimas del terrorismo es ejemplar porque nunca ha habido venganzas privadas, pero no podemos hacer trampas y privarles del derecho a la justicia. Vamos a escuchar muchas palabras dulzonas que van a esconder algunas mentiras. La sociedad vasca se ha acostumbrado a cosas anormales, pero espero que tengamos paciencia y hagamos bien las cosas.
-¿Teme que se vea a las víctimas como una presencia incómoda para este nuevo tiempo?
-Es el mundo el revés. Si hay alguien que ha obstaculizado la paz es quien ha perseguido y matado a la gente durante décadas, pero ahora dirán que el discurso de las víctimas es un obstáculo para la paz. Las víctimas sólo quieren lo que es correcto, que es justicia. Las víctimas del terrorismo han sido muy poco vistas por parte de la sociedad durante años y hay gente que nunca ha querido escucharlas. Hay ciertos políticos que dicen ‘ustedes no pueden hablar porque son víctimas’. Ah, vale, de este tema no sabemos. Podremos equivocarnos o no, pero tendremos los mismos derechos que el resto de ciudadanos para expresarnos, ¿no? Para algunos es incómodo que las víctimas hablen porque exigen calidad democrática en las soluciones.
-La izquierda abertzale también está apelando a la democracia…
-Siempre han tenido muchísima cara, también en los tiempos en los que eran legales y había algunos que de día estaban en las instituciones y de noche pasaban a los comandos terroristas. Su esencialismo les impide cualquier atisbo de autocrítica ante la crueldad que han aplicado. No quieren asumir ningún tipo de responsabilidad y por eso hacen todo tan torcido, con sus pasos y pasitos… Necesitan pensar que son estupendos y que no son responsables de todas las barbaridades que han cometido o que han consentido. Por eso compensan esa crueldad con la solidaridad con todas las causas del mundo mundial.
-¿El apoyo electoral que recibió Bildu hace más complicada una posible autocrítica?
-Su objetivo es el poder político. Quienes mataban no lo hacían por ser psicópatas naturales, sino porque son políticos sin ningún tipo de escrúpulo. Por tanto, si avanzan políticamente van a estar contentos, como se aprecia en los últimos comunicados de ETA. Les dará igual haber pasado por encima de la vida de cientos de personas si se acercan a lo que ellos quieren.
-¿A las víctimas les duele ver a personas cercanas a la izquierda aber-tzale gobernando instituciones?
-Hasta su legalización, Bildu puso el énfasis en unos estatutos muy bonitos, pero una vez que fue legalizado y llegó a las instituciones, estamos asistiendo a la exaltación de terroristas o a una petición de amnistía e impunidad para los presos de ETA. Han empezado a coger la sartén por el mango y están cocinando un plato que no busca acatar la ley, sino hacer un ‘tótum revolútum’ entre el Estado de Derecho y el terrorismo. Creo que hubiera sido mejor que siguieran evolucionando en sus prácticas hasta acatar la ley y después ser legalizados.
-¿Cree que puede permanecer en la ilegalidad una formación con el respaldo social que tiene Bildu?
-Claro que sí. Si en una sociedad hay una parte de ciudadanos que acepta la persecución de sus vecinos, ¿porque sean muchos tenemos que subvertir los principios de la libertad y de los derechos humanos? Aunque no es un asunto fácil.
-En sus estatutos, Bildu y Amaiur rechazan la violencia.
-Las formas que han utilizado están llenas de trampas, como cuando dicen condenar todas las violencias. La violencia legítima del Estado es lo que garantiza la legalidad democrática, pero no la aceptan. Esto va a ser muy largo y muy duro, porque en ese mundo siempre van a querer imponer sus opiniones y aparecer como buenos, en vez de condenar su historia.
-¿Cree que ETA acabará reconociendo el dolor causado?
-Si los obligamos, sí, pero no va a ser voluntario, como no lo ha sido su rechazo a la violencia. Conseguir que condenen sería bueno para la sociedad vasca y para ellos, porque cuando alguien monta tales artilugios simbólicos para evitar reconocer el daño provocado está haciendo una auténtica escabechina moral en la sociedad.
-¿Usted sería capaz de perdonar si le pidiesen perdón?
-Todo depende. Si es parte de un apaño falto de sinceridad, no. Si las cosas fueran sinceras, sí, pero todo lo que he visto en estos meses no ha sido sincero, está lleno de trampas. Desde que Bildu está en las instituciones he visto sufrir a muchas víctimas porque se ha vuelto a legitimar al mundo de los etarras. Habrá gente que se tendrá que ir del País Vasco para dejar de sufrir.
-¿Le consta que haya personas que se hayan planteado dejar Euskadi?
-Sí, hay mucha gente que no puede soportar el dolor de ver que se vuelve a legitimar a los terroristas desde que Bildu está en las instituciones. Ha habido personas que han sufrido y aguantado durante años las consecuencias directas de la persecución de ETA que ahora no van a poder resistir una legitimación de su historia. Habrá quien pueda, pero habrá quien no. Ojalá consigamos que la sociedad no acepte algo así.
«Una sociedad enferma»
-¿El éxito electoral de Bildu y el que puede tener Amaiur legitimaría parte de ese pasado?
-No va a legitimar la historia de la crueldad, porque la crueldad no puede legitimarse por los votos. Al igual que el éxito electoral de Hitler no legitima el genocidio que cometió después, aunque estas comparaciones hieran susceptibilidades. Son ámbitos distintos. La sociedad vasca es una sociedad muy complicada en la que los prejuicios ideológicos no se han limpiado y ese mundo puede seguir recolectando votos porque defiende un independentismo radical que tiene respaldo. Sin embargo, esas mismas personas no le dan importancia a la persecución del adversario político. Es el síntoma de que tenemos una sociedad con bastante enfermedad.
-Últimamente se habla mucho del relato de lo que ha ocurrido…
-El relato, el storytelling anglosajón, es una forma de venta publicitaria moderna en el mundo postmoderno. Nuestras instituciones deberían dedicarse a otras cosas, como intentar que las nuevas generaciones no tengan los prejuicios ideológicos que han llevado al esencialismo y la persecución, que el paradigma del vasco no sea el del nacionalista obligatorio y que haya verdad con respecto al pasado, que no se establezca un tabú para que no se pueda hablar de lo que ha pasado, que es lo que me temo que encierra eso del relato. No necesitamos un relato que sirva para silenciar a las víctimas, necesitamos justicia. Si vamos a intentar pactar el relato podemos hacer una enorme chapuza colectiva. Como nadie querrá quedar como el que hizo algo mal, si entramos en el pacto de historias cometeremos un error terrible y doloroso. Si consiguen la victoria política, ni relato ni puñetas.
-¿En los colectivos de víctimas hay diferentes sensibilidades?
-Es un colectivo muy plural, pero estamos todos de acuerdo en que hay que cumplir la ley.
-¿Reconoce la existencia de otro tipo de víctimas?
-Sí, pero son categorías distintas. Las víctimas de grupos como los GAL o el Batallón Vasco Español están reconocidas por el Estado. La gran diferencia es que no ha habido ni un partido ni una parte de la sociedad que haya defendido eso, ni las actuaciones policiales incorrectas. Pero el mundo de ETA y su brazo político sí ha participado en la persecución de los que no eran como ellos y apoyado a los asesinos. Si los equiparamos hacemos algo terrible.
DIARIO VASCO, 3/10/11