«España no puede ser la consecuencia del pacto de un partido nacional y otro nacionalista; hace falta el acuerdo de las mayorías», dice Mariano Rajoy en esta entrevista. Y sobre ETA: «La idea del pacto que firmamos el PP y el PSOE era transmitir a los terroristas un mensaje muy claro: «gobierne quien gobierne, nunca se negociará de política con ustedes».
Mariano Rajoy cree que ha engordado un poco en los últimos días de campaña. «A veces comes demasiado por la ansiedad». Ayer, en Gerona, atendía a EL CORREO mientras su reducido grupo de asesores -entre los que se encuentra el ex ministro José María Michavila- le facilitaban informaciones de última hora, como que «Obama también ha citado a una niña». El líder del PP aparece relajado, amable y con una sonrisa suave. Comenta la lesión de Messi en el partido del Barça contra el Celtic y las portadas de algunos periódicos catalanes. Al hablar de encuestas, enumera los datos como si fuera un alquimista que revisara una fórmula magistral. «No contemplo otra posibilidad que el éxito», asegura.
-¿Cree que hay plazo suficiente para dar la vuelta a la ventaja que las encuestas otorgan a los socialistas?
-A lo largo de esta legislatura hemos perdido todas las encuestas. Sólo hemos ganado una, y fue la única vez en la que los españoles fueron convocados a las urnas. En mayo del año pasado el PP ganó las elecciones municipales. Por lo tanto, yo estoy muy animado.
-¿Y opina que su discurso está consiguiendo hacer mella en los indecisos?
-Siempre hay indecisos y es imposible saber cuántos son. El voto del PP es muy fiel y el del partido socialista lo es menos. En las elecciones de 2004, los socialistas recogieron apoyos de muchas personas cuyo único objetivo era que, como consecuencia de lo de Irak, el PP dejara el Gobierno. Pero lo que yo digo a todas esas personas es que cuatro años más del señor Rodríguez Zapatero suponen jugar con fuego en temas como la economía o la inmigración. Y hay muchas dudas sobre su concepto de España. Les estoy diciendo a los indecisos que el PP genera seguridad y formará un Gobierno previsible. La elección no es entre derecha o izquierda, sino entre un partido que da seguridad y tiene intención de aunar voluntades y otro que actúa a golpe de ocurrencias.
-¿Hay recetas para desterrar el miedo a la derecha?
-La estrategia del PSOE no es nueva, aunque ahora se ha extremado. Recordará que en 1996, después de unos gobiernos de González que estuvieron salpicados por una serie de acontecimientos -se acuñó el lema de paro, despilfarro y corrupción-, el único gran argumento que pudieron esgrimir los socialistas fue el del doberman. Esta es la misma estrategia que se está utilizando ahora. El PSOE no hace balance de su gestión, que no lo tiene fácil, ni presenta planteamientos de futuro. Únicamente dice: vótame a mí para que no gane el PP. Por el contrario, mi estrategia es decir: nosotros sabemos gobernar y allí donde lo hacemos las cosas van bien. Además, me comprometo a no dividir y a gobernar para todos.
-¿Cambiaría algo del debate del pasado lunes?
-No debería haber entrado en el tema de Irak y el 11-M. No creo que me haya perjudicado, porque todo el mundo conoce cuáles son las posiciones. Lo que quiere la gente es mirar hacia adelante y no le gusta que se vuelva a utilizar este asunto. Pero es verdad que me quitó tiempo para hablar de otras cosas.
«Errores del contrario»
-¿Una campaña tan centrada en señalar los errores del contrario le está permitiendo concretar todas sus propuestas?
-Yo tengo que señalar los errores del contrario, porque soy el aspirante. Pero creo que nosotros somos los que hemos presentado propuestas. He elaborado un programa económico y he dicho lo que pienso hacer con las pensiones, con el impuesto de la renta y con el de sociedades. He hecho una apuesta clara en educación y he hablado de un gran objetivo. Hoy en España trabajan doce millones de hombres y ocho millones de mujeres y muchas de ellas no lo hacen fuera de casa, no porque no quieran, sino porque no pueden. Voy a hacer un gran esfuerzo en materia de conciliación laboral. Creo que he presentado un programa en política exterior en la línea de lo que hacen Merkel y Sarkozy.
-¿Es posible recuperar los grandes consensos con Zapatero?
– Ese tema es capital. Un país no puede vivir sin que sus habitantes estén de acuerdo en cuatro o cinco temas que son las reglas del juego. Es lo que se llamó el espíritu de la Transición, que se respetó hasta que llegó Zapatero. España no puede ser la consecuencia del pacto de un partido nacional y un partido nacionalista, por importante que sea. España tiene que ser la consecuencia de un pacto entre la mayoría de españoles, y luego hay que intentar sumar al mayor número posible de partidos. La política exterior tiene que estar acordada y la política antiterrorista, también. Lo estuvo y desgraciadamente se ha roto. Y hay un tema que me parece capital. Tenemos unos buenos modelos de sanidad y de pensiones, pero hay que pensar en el medio plazo. En los últimos cuatro años el Pacto de Toledo no ha sido convocado. En esos temas es preciso un acuerdo de los grandes partidos nacionales.
-¿Pero ve posible alcanzar ese pacto con Zapatero?
-Esta legislatura no ha sido posible. En el futuro es obligado. No podemos seguir así mucho tiempo.
-¿Ese consenso sería para los temas que acaba de citar?
-Es España, es política exterior y consolidación del modelo de sanidad y del de pensiones. Dicho esto se puede hablar de muchas más cosas. Pero eso es imprescindible.
Elecciones locales
-¿También buscará una reforma de las leyes electorales?
-Es imprescindible reformar la ley de elecciones locales. No puede ser que personas que se han quedado a un escaño de la mayoría absoluta al final vean cómo la unión de tres o cuatro fuerzas políticas -vulnerando lo que es la voluntad de la gente- les deja fuera de la representación que se merecen. Con respecto a la Ley Electoral General me gustaría decir otra cosa. Lo que yo haré será encargar un informe a un grupo de expertos, les daré un año de plazo y lo llevaré al Congreso. No como ley, sino como informe para que se debata. Y en este tema el acuerdo con el PSOE es imprescindible. No me gusta imponer las leyes electorales por mayorías.
-Y en el caso de que pierda el próximo domingo las elecciones, ¿mantendría esta apuesta por los consensos?
-Siempre. Llevo algunas propuestas en mi programa que considero interesantes. Por ejemplo: los estatutos de autonomía sólo se podrán aprobar en las Cortes con el apoyo de dos tercios de los diputados. Fíjese que para elegir consejeros de RTVE se exigen tres quintos, pero para un estatuto basta con la mayoría absoluta. El plan Ibarretxe podría haber salido adelante por mayoría absoluta. Bastaban 176 votos. Y estamos hablando de un plan que reconocía el derecho de autodeterminación y lo ejercía. Por eso planteo que los consensos se fuercen. Y hago otra propuesta que es importante: todos los temas judiciales -leyes sobre el Poder Judicial, el Supremo o el Constitucional- deben requerir el apoyo de tres quintas partes de la Cámara.
-¿Cuál será su actitud ante los planes del lehendakari Ibarretxe de convocar en octubre una consulta popular?
– Sólo le digo una cosa. Piense qué ocurriría en Alemania si Baviera anuncia que va a convocar un referéndum de autodeterminación. Sería una gran crisis nacional, pondría una espada de Damocles sobre la existencia de un país. Yo quiero decirles a las personas que votan al PNV que se lo piensen porque se pueden meter en un callejón sin salida. Un estado moderno, en el año 2007, no puede aceptar que eso se pueda celebrar. Desconozco cuál sería el procedimiento. Lo primero sería la persuasión. Hablar y hablar mucho. Pero yo no lo puedo aceptar de ninguna manera. Ningún país puede hacerlo.
-Pero el lehendakari insiste en que su plan es posible
-Los gobernantes deben ser conscientes de las consecuencias de sus actos. Nadie tiene derecho a poner a los ciudadanos en una situación límite. No voy a adelantar acontecimientos, pero eso no se puede hacer.
-¿Es usted partidario entonces de recuperar la ley que consideraba delito convocar referendos ilegales?
-Hay una cosa que es evidente. Una ley que no lleva aparejada sanción, de ley sólo tiene el nombre. No sé si convocar un referéndum ilegal se debe considerar delito o tiene que conllevar una pena de inhabilitación. Insisto: una ley de cuyo incumplimiento no se deriva nada no es una ley, por propia definición. Yo creo que a quien haga algo así habría que inhabilitarle para el ejercicio de un cargo público.
-Si necesita el voto de los nacionalistas para gobernar, ¿alcanzaría pactos con ellos?
-Si el señor Rodríguez Zapatero cumple su palabra y yo ganase las elecciones, en ese caso yo gobernaría. Él dijo que no formaría gobierno si no vencía. Yo buscaría consensos con el PSOE y hablaría con todos aquellos partidos que compartiesen mi modelo de sociedad. Si hay voluntad de llegar a un acuerdo hablaríamos de economía, de inmigración, de pensiones. Pero lo que no puedo hacer de ninguna manera es vulnerar la Constitución. En la Transición se hizo una cosa que era razonable y hoy Madrid, lo que llamamos Estado central, no gestiona más que el 20% del gasto público español. El nivel de descentralización de España es el más grande de Europa.
«Hay siete recursos»
-¿Para gobernar con los nacionalistas estaría dispuesto a retirar el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut de Cataluña?
-No. Yo creo que los catalanes quieren un Estatut que sea constitucional. Y hay siete recursos, no sólo el nuestro. El del Defensor del Pueblo y el de algunas otras comunidades autónomas. Si yo retirase el recurso por una razón de esas características, mi credibilidad y fiabilidad como presidente del Gobierno serían cero. Tengo muy claro que no lo voy a retirar y quiero dejarlo claro antes de que se celebren las elecciones.
-Usted tenía una buena relación con el ex presidente del PNV Josu Jon Imaz. ¿Qué tal se lleva con su sustituto?
– Conocía más a Imaz. He hablado con Urkullu y le felicité cuando fue elegido presidente del PNV.
-¿Y cree que se puede recomponer la relación PP-PNV?
-Sí, pero sobre la base del anuncio de la convocatoria de un referéndum ilegal es imposible. Nosotros queremos ser un partido de gobierno serio y no poner en tela de juicio los fundamentos de nuestra nación. El nivel de autonomía que tiene el País Vasco es el mayor que ha tenido en toda su historia, con competencias en los servicios públicos fundamentales y en otros tan importantes como la seguridad y Hacienda. Eso es lo que acordamos los españoles en 1978, y no podemos estar toda la vida con el planteamiento de que yo quiero más. En algún momento se tendrá que decir: esto se acabó y nos vamos a ocupar de lo importante, que es la vida de la gente.
«Creo que se puede recuperar el consenso en la lucha contra ETA»
-¿Qué haría si llega a la presidencia del Gobierno y ETA le ofrece entonces una tregua?
– Lo mismo que hicimos en 1998. Decirle a los españoles: ETA nos ofrece una tregua. Hablaremos con el resto de los partidos y luego con ETA para decirle que no hay nada que hacer en el terreno de la política. La política la hacen los partidos y los ciudadanos, con el discurso y con el voto. Los terroristas pretenden lograr sus objetivos matando. Y si negocias políticamente con ellos, estás convirtiendo el asesinato en un instrumento hábil. Y esto es inaceptable. La idea del pacto que firmamos el PP y el PSOE era transmitir a los terroristas un mensaje muy claro: «Gobierne quien gobierne en España nunca se negociará de política con ustedes. Pierdan toda esperanza, porque esta batalla no la van a ganar». El drama fue que Zapatero rompió el pacto y se dedicó a negociar políticamente con ETA. Hemos perdido cuatro años.
-¿Cree que se puede recuperar el consenso antiterrorista?
-Sí, por supuesto. Estos cuatro años han sido un paréntesis en la historia de los últimos treinta.
«No engañando»
-El diálogo con la banda ha abierto una profunda brecha entre el Gobierno y los partidos, entre las propias víctimas… ¿Tiene arreglo?
-Eso se arregla hablando con buena voluntad, con las ideas claras y no engañando. La gente puede pensar que yo exagero, pero es que Zapatero no sólo me mintió a mí, como jefe de la oposición, sino a todo el mundo. A mí me tacharon de ingenuo por creerle. Pero es que si yo voy a ver al presidente del Gobierno para tratar de la lucha contra el terrorismo, pienso que me va a decir la verdad. Pues me mintió, como al resto de los partidos con el Estatuto de Cataluña. Un presidente de Gobierno puede equivocarse, puede tener ideas que no le gustan a la gente, puede meter la pata, pero tiene que tener credibilidad. La gente tiene que saber que su palabra va a misa. A mí Zapatero no me genera ninguna fiabilidad.
-El último Gobierno del PP afrontó la lucha antiterrorista sin el PNV. ¿Cambiaría ahora de estrategia?.
-Nuestro Gobierno mantuvo informado en todo momento al PSOE de todo lo relacionado con la lucha contra ETA. Tanto Joaquín Almunia como Alfredo Pérez Rubalcaba tenían hilo directo con el secretario general de la Presidencia, y estaban todo el día en el Ministerio del Interior. No tengo ningún inconveniente en acordar con quien sea la lucha antiterrorista. Pero el PNV no apoyaba la Ley de Partidos, a pesar de que le beneficia. Con la boca grande dice que no le gusta, pero con la chica reconoce que le favorece. El PNV debe ser claro. Y mientras haya empresarios chantajeados por los terroristas, mientras haya amenazados que tienen que abandonar el País Vasco y mientras haya personas que no pueden expresarse con libertad, su primer objetivo debe ser acabar con la violencia. Luego discutiremos de política, de carreteras o de ferrocarriles.
-¿Se puede mejorar la Educación bajando los impuestos?
-No sólo la Educación, sino todas las políticas sociales. Nosotros bajamos los impuestos en 1998 y en 2002. La primera vez fue la más fuerte, y al año siguiente mantuvimos la recaudación. Pero, en 1999 subió un 13% y en 2000 un 11%. Creo que el dinero está mejor en manos de los ciudadanos que del Estado. Cuando bajas los impuestos se reactiva la economía, se crea mucho empleo y hay mucha más gente contribuyendo, con lo que se aumenta la recaudación. En Inglaterra, hace muchos años, había un tipo máximo del 80% y lo bajaron de golpe al 40%. Bueno, pues aumentó la recaudación. La gente tiene que ver que el Gobierno genera credibilidad y confianza. Eso es lo que mueve un país. Se ha demostrado que las bajadas de impuestos son buenas.
«Derecho fundamental»
-¿Qué reflexión le merece la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que permite objetar en la clase de Educación para la Ciudadanía?
– Me ha parecido un triunfo de las personas y de los que hemos defendido esta posición. Le voy a decir una cosa con absoluta franqueza. Todos en la vida tenemos nuestras prioridades, pero lo que más nos importa son nuestros hijos. Eso no es un acto de voluntad. Es un sentimiento inevitable. Y si hay algún derecho fundamental que tiene la gente es el derecho a elegir cómo quiere que se eduque a sus hijos. No hay ninguna Administración que pueda suplantar a los padres en una decisión tan importante.
– Con respecto a la defensa del castellano, ¿cómo se defiende una ley que garantice su enseñanza en toda España si las competencias están transferidas a las autonomías?
– Las competencias transferidas son las de gestión. Es necesario reconocer como un derecho fundamental la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos. Somos el único país del mundo en el que un niño no puede estudiar en su lengua materna. Imagínese que en Francia un niño no pudiera estudiar en francés. Es una cosa de ciencia ficción. En esta cuestión, hay que plantear batalla, porque aquí, a base de no dar importancia a cosas que sí la tienen, podemos acabar generando un problema mucho más grande en el medio y el largo plazo.
-¿Qué hará si no gana?
– La verdad es que en este momento sólo pienso en ganar. No me he planteado qué haré si no las gano, pero no haré nada muy distinto de lo que ya hice en 2004, que fue ponerme a disposición de mi partido.
-En España, el segundo mandato de un presidente siempre ha sido con mayoría absoluta. Si Zapatero no lo consigue, ¿lo consideraría un éxito?
-No. Sólo considero un éxito ganar. Es cierto que todos los presidentes han sido reelegidos, pero es que no se pueden hacer las cosas peor: nos ha dividido, nos ha metido en líos innecesarios y ha desaprovechado una herencia económica. Ahora llega la factura: sólo en enero y febrero, 185.000 parados más. No se puede pasar una legislatura sin aplicar ninguna política económica.
-Si es presidente, ¿a quién le gustaría visitar en la Casa Blanca, a Obama, a Clinton o a McCain?
-Si soy presidente, intentaré llevarme lo mejor posible con el que resulte elegido. Me parece impropio de una democracia como la nuestra que el presidente del Gobierno no pueda hablar por teléfono con el líder de la primera potencia mundial. Eso revela lo que ha ocurrido en estos años.
EL CORREO, 6/3/2008