EL CORREO, 29/8/11
Insiste en que, «con Rajoy de presidente, podemos ver el final de ETA» porque «ha solventado todos los ‘marrones’»
Antonio Basagoiti lanza un mensaje de «optimismo» sobre el final de ETA y la consolidación de la convivencia en Euskadi. El presidente del PP es partidario de mantener una línea de máxima firmeza con Bildu hasta que exija la desaparición de la banda terrorista y cree posible acariciar la paz con Mariano Rajoy en La Moncloa. «Ha solventado los muchos ‘marrones’ que ha tenido», subraya. Sin embargo, advierte de que su partido «no tendrá puntos de encuentro» con un PNV que plantea la ruptura con España» en su apuesta por recuperar el derecho a decidir.
– ¿En qué queda la colaboración institucional con Bildu del PP si luego su portavoz en San Sebastián, Ramón Gómez, no puede brindar por las fiestas con el alcalde, Juan Karlos Izagirre?
– Una cosa es la normalidad institucional, la relación normal con una formación o un alcalde que no nos gusta, y otra cosa es el compadreo y la cordialidad. El PP tiene muy clara su posición en el País Vasco. Hablar con los alcaldes de Bildu, plantear propuestas y negociar cosas que tengan que ver con los ayuntamientos. Pero mientras ellos no sean capaces de romper con ETA y condenar el terrorismo, no habrá camaradería. Debemos ser exigentes hasta avanzar en el final de ETA.
– ¿El problema, por tanto, de esa fotografía era la sonrisa?
– El problema era que daba una imagen de amiguismo que no se corresponde con la posición de fondo del PP. Una cosa esa saludar al alcalde de San Sebastián, aunque no te guste, y otra es parecer que se está de juerga con aquel que no tiene un mínimo ético de rechazar los asesinatos para alcanzar fines políticos. La anormalidad se produce en la medida en que hay un dirigente institucional que es incapaz a día de hoy de separarse del terrorismo de una manera clara y fehaciente. Los representantes de Bildu deben tener encima la presión de los demócratas para que den los pasos que no están dando.
– ¿Puso usted el listón muy alto a sus compañeros del PP cuando llamó «proxeneta de la democracia» al diputado general de Gipuzkoa y miembro de Bildu, Martin Garitano, y negó el saludo a Izagirre en el txupinazo de Vitoria?
– Lo hice con absoluta deliberación. Ni soy concejal en San Sebastián, ni alcalde, ni diputado. No me debo a una relación institucional con ellos. Tengo que ser exigente porque es la única manera de que puedan dar pasos hacia una convivencia normal. Tenemos que pedir más a aquellos que todavía no han descartado que ETA sirve para conseguir sus logros políticos. La regeneración moral pasa por no actuar como si nada pasase.
– ¿Fue desmesurada la reacción del PP a la foto, provocando que su edil Ramón Gómez, que lleva media vida con escolta, tuviera que pedir perdón en público?
– Sí se salió un poco de madre el asunto. De él salió pedir perdón. Pero una cosa es que se haya cometido un error, y otra, que se quiera crucificar a los dos concejales del PP que estaban con Izagirre. No acepto una crucifixión a unas personas que han dado lo mejor de su vida para que los ciudadanos puedan vivir en paz y en libertad. Ramón Gómez sabe que se equivocó, pero de eso a ponerle de proterrorista hay un abismo. Y eso no lo voy a consentir.
«Relación afectada»
– ¿La apuesta del PNV por recuperar el derecho a decidir afectará a la voluntad del PP por buscar el acuerdo con el partido de Iñigo Urkullu?
– En los temas de gestión no tendría por qué. Otra cosa es la relación de fondo, que sí puede verse afectada. El PNV opta por competir con Bildu por el electorado radical, abandonando el centro político del país en el que estamos nosotros. Su postura es egoísta. Ahora que toca arrimar el hombro para salir de la crisis económica, los dirigentes del PNV recuperan lo que más divide a la sociedad, en vez de apostar por el derecho a decidir empleo o por el encaje de los parados.
– Si Rajoy es presidente tras las elecciones generales, ¿cómo encajará el PP la petición del PNV para que Euskadi sea reconocida como «una nación europea»?
– Sobre eso no hay ninguna posibilidad. Estamos dispuestos a entendernos con el PNV para asentar las instituciones, pero, con ese planteamiento, será más difícil lograr que los nacionalistas se impliquen en la gobernabilidad de España. El PNV propone un escenario de ruptura con España, una mirada al pasado de Ibarretxe, en el que no nos podremos encontrar. Podemos hablar de cuestiones de país, pero así no habrá puntos de encuentro.
– Con Rajoy en La Moncloa, ¿será más o menos difícil para el PP vasco mantener un perfil propio en el discurso sobre el fin de ETA?
– Más fácil. Sin ninguna duda, Rajoy es un hombre que ha demostrado su moderación, su capacidad de tener mano izquierda y su sensatez. Y eso no es fácil en un país como Euskadi, en el que hay mucha insensatez . Con Rajoy de presidente, podemos ver el final de ETA. Tiene mano izquierda y derecha.
– Para avanzar en el final de la violencia, la izquierda abertzale insiste en la necesidad de gestos, como la legalización de Sortu y el acercamiento de presos. ¿Qué pasos espera de Rajoy en materia de pacificación?
– Hay que centrar un poco las cosas. Aquí quien tiene que demostrar algo no es un Gobierno democrático, ni el de Zapatero ni mañana el de Rajoy. Quien tiene que demostrar es ETA, es Sortu, es Bildu… es todo ese conglomerado. Ellos son quienes tienen que dar los pasos. Los demás debemos ser exigentes y sensatos. No es el Gobierno el que tiene que demostrar la voluntad de paz porque la tiene. Zapatero la tiene y Rajoy la tiene. Quien más puede hacer por la normalidad entre las formaciones políticas no es un juez del Constitucional ni un ministro del Interior. Son los propios dirigentes de Batasuna, de Bildu, de ETA, condenando el terrorismo, rechazando el dolor causado y apostando por la convivencia y la pluralidad de la sociedad vasca. De ellos depende. Por nuestra parte, también hay que ser inteligentes y hábiles. Rajoy va a ser capaz de ser firme y de ser hábil. Ha tenido muchos ‘marrones’ institucionales y de partido, y todos los ha solventado.
– ¿Cómo puede llevar a la práctica esa habilidad?
– En la línea de que la gente que vota a Batasuna, a la izquierda abertzale, a los que respaldan sus tesis, sepa que tiene espacio en la sociedad vasca, respetando las reglas de juego. Aquí hay una puerta abierta por la que pasaron todos los partidos en la Transición al acatar las reglas básicas que defienden las libertades. Ellos todavía no la han pasado. El PP vasco es optimista con el final de ETA. Creemos que se puede acabar con ETA y que podemos estar en los últimos momentos de la banda. Lo que hay que hacer ahora es concienciar y animar a que se conviva en la sociedad vasca a través de la pedagogía que ha faltado durante este tiempo. Hay que prestigiar los puntos de encuentro, como el Estatuto de Gernika.
Apuesta por la convivencia
– El lehendakari sostiene que los vascos «comienzan ya a vislumbrar cómo puede ser la convivencia en una Euskadi» en paz, tras unas fiestas celebradas por primera vez «con normalidad». ¿Cuál es su diagnóstico?
– Estamos viendo que ETA se acaba y que hay quien no está siendo capaz de digerir el final de la banda sin obtener un logro político. Con los comandos disminuidos, ahora toca la apuesta por la convivencia. Pero no hablamos de reconciliación. Eso sería si se hubiera producido un enfrentamiento entre dos partes. La sociedad no consentiría que ETA volviese a matar. Por ahí viene el optimismo por el final del terrorismo y menos por la bondad de los dirigentes de Bildu, que desde que han sido legalizados han dado un paso atrás. Se han frenado.
– La izquierda abertzale quiere buscar el contacto con el PP vasco. ¿Usted está dispuesto a establecer una interlocución con ellos?
– Mientras ellos no sean capaces de hacer una autocrítica a lo que han hecho estos años, de convivir cuestionando el terrorismo y de darse cuenta de que no habrá premio político por dejar de asesinar, creo que no sería un favor para la paz que el PP se reúna con ellos. Lo positivo sería que den los pasos necesarios para ser un partido más. Entonces, sí sería más positivo que hubiera encuentros. Mientras sigan siendo una parte de ETA de una manera u otra, no habrá posibilidades de encontrarse con el PP.
– Aunque sea tarde, la izquierda abertzale asume que «el PP es una de las cuatro sensibilidades del país» y que cualquier acuerdo sin él nacería «cojo».
– Más vale que digan eso a que nos quieran eliminar del mapa físicamente. Esas frases que dicen se tienen que corresponder con la desaparición de ETA y con la deslegitimación de la violencia que han sufrido quienes no piensan como ellos. ¿Que vale más esta frase que lo que han dicho y hecho en otras ocasiones? Pues sí. Pero es que solo es una frase. Ahora podrían demostrar que van de veras reconociendo a todas las víctimas del terrorismo y pidiendo a ETA que deje las armas. Que hagan ese ejercicio y serán más creíbles.
– En esos intentos de abrir una línea de comunicación, ¿qué plantea la izquierda abertzale?
– No lo sé, imagino que querrán trasladar cuáles son sus planteamientos. Mientras sean lo que son, no hay posibilidades de relación en ese sentido.
– ¿Qué opina de las líneas generales que se han adelantado del plan de convivencia que prepara el lehendakari, Patxi López?
– Llevo dos años pidiéndole que tome la iniciativa. No puede ser que los embajadores de la paz sean los Garitano de turno. No puede ser que la sociedad perciba que los que se mueven son los que no han roto con un proyecto totalitario. Lo tenía que haber hecho mucho antes, desde el minuto uno. Aunque el lehendakari debe liderar esa pedagogía política y democrática, no nos debemos olvidar que los que se tienen que mover de verdad son los que tienen las armas o los que no renuncian a que las tengan.
EL CORREO, 29/8/11