LA RAZÓN, 27/2/12
Batasuna endurece el tono y exige al Gobierno el «fin de la represión». Concede a ETA el papel de negociador con España y Francia. No pide la disolución de la banda y sólo «lamenta» los atentados terroristas
MADRID-La paz no está garantizada. El documento, que la llamada «izquierda abertzale» (Batasuna), hizo público ayer en San Sebastián, contiene este rotundo mensaje. Expertos antiterroristas, consultados por LA RAZÓN, subrayan que «estamos ante un auténtico chantaje al Gobierno. Se han quitado la careta y plantean una serie de exigencias a cambio de mantener el alto el fuego. ¿Pero no era definitivo el cese armado?».
Escenarios
Efectivamente, en el documento «Viento de solución», presentado por Marivi Ugarteburu en el Kursaal de la capital donostiarra, en una sala en la que estaban los demás cabecillas del entorno proetarra, se dice que los «pasos unilaterales de la izquierda abertzale han puesto en marcha el proceso democrático, pero todavía es largo el tránsito del escenario actual a un escenario que garantice la paz».
El texto es otra prueba, agregan las fuentes consultadas, de que en el mundo de ETA se está produciendo, a gran velocidad, un reajuste de las influencias. Al comienzo del citado «proceso» (en 2009), los «posibilistas», capitaneados por Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, eran absolutamente mayoritarios frente a los menos proclives a iniciar esta estrategia. En el documento, se nota «la mano de ETA» y algo que, de confirmarse, sería preocupante: que ha logrado una cierta reorganización de sus estructuras operativas y se siente con fuerza para volver a imponer lo que ha sido habitual en la banda y su entramado: el chantaje.
Los «batasunos» señalan que la «paz no ha llegado a Euskal Herria» porque persisten «otras violencias», como la «represiva del Estado, que debe cesar».
En un regreso a los planteamientos del «proceso» que la banda mantuvo con el Gobierno socialista en 2006-2007, añaden, a las exigencias habituales, el fin «definitivo del acoso policial y detenciones contra militantes independentistas, así como los juicios y los encarcelamientos».
Las otras son el cese de la «actual política penitenciaria, totalmente inhumana (…) Se debe dar fin a la dispersión como paso previo al proceso que permitirá el regreso a sus hogares» y la legalización de Sortu.
También, piden que concluyan «las políticas de excepción», la vuelta de los exilados y que todo esto lo negocie ETA con los Estados español y francés.
En esas conversaciones, la banda criminal y los representantes de gobiernos democráticos, derivados de procesos electorales celebrados con todas las garantías, tratarían de la «desmilitarización» del País Vasco. Los pistoleros desharían «sus estructuras militares» y pondrían «las armas de fuego fuera de uso» (no las entregarían ni ETA se disolvería). Por su parte, España y Francia tendrían que «deshacerse o readecuar los operativos armados y represivos creados para el conflicto». Todo ello, sin olvidar el derecho autodeterminación que, una vez más, vuelven a plantear.
Paso atrás
«Se trata de un auténtico paso atrás», subrayan las fuentes consultadas al referirse al documento, en el que se propone la aplicación de «una justicia transicional», que no «busque vencedores ni vencidos» y una «comisión de la verdad, de naturaleza internacional e independiente, para conocer lo acontecido».
Al hablar de las víctimas, Batasuna advierte de que no aceptan su «dolor y sufrimiento» como excusa para no dialogar. Tras hablar de las que se han generado tanto por parte de ETA como de los estados español y francés, manifiesta su «profundo pesar» (no pide perdón) por las «consecuencias dolorosas derivadas de la acción armada» de la banda. Admite, asimismo, que sus declaraciones o actos han «podido proyectar una imagen de insensibilidad frente al dolor causado» por dichas acciones.
Ante ello, lamentan el –aseguran– «daño que de manera no deseada haya podido añadir con su posición política». Las referidas fuentes señalan que, probablemente, por un olvido, también indeseado, no han recordado las manifestaciones en las que se gritaba «ETA, mátalos», referido a los miembros de las Fuerzas de Seguridad; o las campañas contra determinadas personas que, finalmente, fueron asesinadas.
Estas muestras de pesar tienen, en el documento, un contrapunto en los párrafos siguientes, al referirse el pueblo vasco que «en sí mismo, ha sido y sigue siendo también víctima».
Y la consiguiente justificación por lo ocurrido: «La pertinaz negativa a reconocer los derechos que como pueblo nos asisten es la base de los largos ciclos de injusticia, represión y resistencia a los que se ha sometido a nuestro pueblo. Los estados español y francés deberán reconocer el dolor causado a Euskal Herria». Más de lo mismo.
Lo que no dicen
No exige la disolución
Batasuna no pide la disolución de ETA. Todo lo contrario. Acepta los planteamientos de la banda para ser la que negocie con España y Francia sobre los presos y la salida de las Fuerzas de Seguridad del País Vasco.
No pide perdón
Tampoco pide perdón a las víctimas de ETA. Se limita a lamentar profundamente el daño que han sufrido y el que ellos, de forma indeseada (aseguran), les hayan causado con su olvido permanente.
No acepta las leyes
Pretenden que, a partir de ahora, se aplique una «justicia transicional», sin vencedores, ni vencidos; y que cesen por completo las detenciones, los juicios y los encarcelamientos.
No admite la verdad
No admite la verdad de lo que ha sucedido con tantos años de terror. Intenta, a través de una «Comisión» internacional, establecer una realidad virtual a la medida de sus pretensiones.
LA RAZÓN, 27/2/12