«Los islamistas viven una epopeya ilusoria»

 

El geopolitólogo francés Gérard Chaliand ha codirigido la obra colectiva ‘Historia del terrorismo. De la antigüedad a Al-Qaida’. «Los islamistas tienen la impresión de vivir una epopeya. Creen que tienen una posibilidad de desembocar en la victoria. Pero es una sensación ilusoria». En cuanto a ETA, «se le ha acabado la temporada de caza».

Son palabras del geopolitólogo francés Gérard Chaliand, que, junto a su colega Arnaud Blin, ha codirigido ‘Historia del terrorismo. De la Antigüedad al Al-Qaida’. Esta obra colectiva, recién publicada en Francia por la editorial Bayard, es la primera gran historia de un fenómeno que hoy reviste una dimensión religiosa, como en sus orígenes. Con la particularidad de que, esta vez, no hay nada que negociar. «En realidad, es una lucha a muerte», apunta Blin.

En la presentanción del libro a la prensa extranjera en París, sus autores insistieron en la incapacidad del terrorismo islámico para desestabilizar el orden mundial, salvo en el plano psicológico. «Va a ser necesaria al menos una generación para que se aperciban de que la vacuidad de ese combate no les va a llevar al hundimiento de los regímenes odiados o impíos, ni mucho menos a doblar la rodilla de Occidente», expone Chaliand.

A su juicio, en Europa, la lucha contraterrorista es efectiva. La prueba son las células desmanteladas y los atentados frustrados desde hace tres años por las policías británica, francesa, belga, alemana, española y griega. «Ha habido alrededor de un millar de muertos, mil de más, pero un balance militar extremadamente modesto respecto al apocalipsis prometido por Osama Bin Laden. Por supuesto, de vez en cuando, habrá algún atentado en Gran Bretaña, Francia, Italia u otro sitio. Pero, so pretexto del 11-M en Madrid, no habrá una oleada generalizada ni ataques por turnos a Italia o Gran Bretaña. Esos grupos hacen lo que pueden, cuando pueden y como pueden», opina.

Chaliand relaciona a Al-Qaida con la crisis abierta por la modernidad en el mundo musulmán tradicional. «Los nacionalismos árabes no han dado los frutos esperados y, sobre todo, han fracasado las experiencias de carácter socialista. Los islamistas tratan de recobrar un poder perdido mediante su combate contra un adversario despreciable y despreciado, del que no aman ni la cultura ni las costumbres. No van a resolver la crisis de sociedad del mundo musulmán de esa manera, porque el único medio es el crecimiento económico», expone.

El ‘santuario’ afgano

En este contexto, ambos ensayistas sostienen que el terrorismo es el precio que pagan hoy las sociedades democráticas industrializadas por su hegemonía. «El objetivo principal de quien emplea el arma del terrorismo es desestabilizar el Estado. En una sociedad no democrática, se ataca al representante más alto posible. En la sociedad democrática, el representante del Estado es el ciudadano; y, por tanto, los civiles son su blanco primordial», analiza Blin.

Los autores sitúan la emergencia del islamismo extremista combatiente en 1979, con el triunfo de la revolución islámica en Irán y la intervención soviética en Afganistán. «Estados Unidos, Arabia Saudí y Pakistán van a servirse de los islamistas más radicales a fin de devolver a los rusos la moneda que habían sufrido los americanos en Vietnam», indica Chaliand.

«En ese santuario afgano van a formarse y entrenarse varias decenas de miles de jóvenes musulmanes islamistas. Ese movimiento cristalizado contra la Unión Soviética, sin ser por definición anticomunista, culminará en 1996 con la declaración de guerra de Bin Laden contra los cruzados y los judíos, contra Occidente de manera general», recuerda.

La polémica sobre la legitimidad de la guerra en Irak es ya estéril, desde el punto de vista de Chaliand. «Tal como está la situación, una derrota política de los occidentales sería interpretada, sobre todo, como una victoria política del islamismo. Por tanto, debe hacerse todo lo posible para estabilizar Irak. Esa es la partida en juego. Si se suman fracaso sobre fracaso, al cabo de un cierto tiempo, los militantes dejarán de creer en la epopeya», dice.

Por su parte, Blin objeta la insuficiencia de operaciones contraterroristas de gran envergadura como la guerra en Afganistán. «La historia muestra que a menudo son los acontecimientos de gran amplitud ligados a una crisis geopolítica mayor los que consiguen erradicar el mal. Así, el terrorismo de inspiración anarquista desapareció casi por completo con la Primera Guerra Mundial», plantea.

En las casi 700 páginas del libro, comparativamente se habla poco del terrorismo de destrucción masiva, ya sea nuclear, químico o bacteriológico. «Está en fase balbuciente porque es caro, complicado y, sobre todo, innecesario», señala Blin. «Como se ha constatado hace un mes en Madrid, la alta tecnología no es indispensable al choque psicológico que trata de infligir el terrorista», concluye el especialista en relaciones internacionales.

«A ETA se le ha acabado la temporada de caza»

«A ETA se le ha acabado la temporada de caza». Con esta gráfica sentencia resume Gérard Chaliand la situación creada por el 11-M a la organización vasca. «Los atentados de Madrid no les van a ayudar. cometer hoy un atentado en España en nombre de ETA, incluso selectivo, va a ser extremadamente mal percibido. Lo más inteligente para ETA, por una vez, es mostrarse discreta», opina.

A su juicio, «ETA es hoy una organización ultraminoritaria que desde hace tiempo no cuenta con el apoyo de la población». «Es un grupo totalmente cerrado en sí mismo con un discurso que tiene su coherencia, pero al margen de la realidad. No conseguirán nada, salvo sobrevivir como aparato y conservar una capacidad de hacer daño», agrega.

Arnaud Blin subraya que los escasos movimiento terroristas que tuvieron éxito en el logro, con frecuencia parcial, de sus objetivos estratégicos navegaban en el sentido de la historia. «Por eso grupos como ETA o el movimiento independentista corso están condenados al fracaso. Enfrascados en una lucha anticolonial sin ningún sentido en la hora de la unidad europea, estos movimientos son caricaturescos en su anacronismo», opina.

A pesar de que en los años 70 las Brigadas Rojas italianas, la Fracción del Ejército Rojo alemana, el IRA irlandés y ETA colaboraron con los movimientos insurgentes árabes y palestinos para entrenarse o pasarse armas, Chaliand descarta la hipótesis de una internacional del terror. «Hoy, entre el programa del islamismo radical y el de pequeños grupos como ETA, el punto de entendimiento me parece muy frágil, a no ser que se tenga la imbecilidad ideológica de pensar que se combate el capitalismo y Occidente poníéndose del lado de los islamistas. Aunque lo que pretendian en su día las Brigadas Rojas o Acción Directa era también una aberración intelectual, no creo que vaya a haber una verdadera fusión entre la ultraizquierda occidental y los islamistas», analiza el experto.

OBRA Y AUTORES

Título: ‘Histoire du terrorisme. De l’Antiquité à Al-Qaida’.

Editorial: Bayard.

Páginas: 668

Precio: 39,90 euros.

Dirigida por Gérard Chaliand. Especialista en problemas políticos y estratégicos del mundo contemporáneo, fundamentalmente, de las guerrillas y de los terrorismos. Profesor invitado en Harvard, UCLS y Berkeley; y Arnaud Blin. Especialista en relaciones internacionales y estudios estratégicos, formado en las universidades de Georgetown y de Harvard.

EL CORREO, 26/4/2004