DIARIO VASCO, 8/2/12
Juan María Atutxa. Presidente de la Fundación Sabino Arana
A sus casi 72 años Juan María Atutxa mantiene su figura espigada y se desenvuelve con el dinamismo y tono rotundo que le caracterizó en sus intensas etapas como consejero de Interior (1981-1989) y presidente del Parlamento Vasco (1998-2005). Ahora, como responsable de la Fundación Sabino Arana, que para él más que un ‘retiro de oro’ es «una oportunidad y un entretenimiento impagable», pretende aportar su «granito de arena» con temas que «ocupan y preocupan a la sociedad».
-Durante su periplo político, usted obtuvo filias y también sufrió fobias. ¿Cómo las vivió?
-Aquellos que me mostraban su filia en mi etapa como consejero de Interior les interesaba, cuando fui presidente del Parlamento, hacer publicidad de que me había pasado al otro lado de la barricada. Eso supuso para mí gran perplejidad. Pensar que para llegar al Parlamento debía levantarme a las seis de la mañana y dar 87 vueltas con mis escoltas para evitar que me cazaran los que estaban compinchados con la autodenominada izquierda abertzale, cuyos miembros estaban en la Cámara, que fue mi principal azote.
-Usted vivió uno de los periodos más sangrientos de la historia de ETA, con 138 asesinados durante sus ocho años en Interior. ¿Hay imágenes que nunca olvidará?
-Guardo recuerdos verdaderamente dantescos. Empezando por los funerales, ir a ellos era algo desgarrador y demoledor. Quedan grabadas en mi retina imágenes de personas que venían a recoger a un ser querido metido en una caja. Esos gritos que salían del fondo de su corazón proclamando ‘Muera la ETA’ son vivencias imborrables. O que te llamaran terrorista en Madrid.
-Cuando ETA intentó atentar contra su vida en siete ocasiones.
-Sí, fueron unas cuantas veces, pero gracias a la profesionalidad de los escoltas que me acompañaban, y tal vez a mi disciplina, variando rutas y tomando medidas excepcionales, puedo estar hoy aquí.
-Los etarras trataron de segar su vida el día de la boda de uno de sus hijos. ¿Fue, tal vez, de lo más duro a nivel personal en esos años?
-Sí. Fue duro y cruel.
-¿Llegó a pasar miedo alguna vez?
-Llegué a imaginarme qué podía sentir si justo cuando llegara al peaje de Usansolo, que es donde ETA decía que habían colocado en cinco o seis ocasiones un Renault 19 con 50 kilos de explosivos, en centésimas de segundos se producía un ¡pum! y quedara en 47.000 trozos distintos. Sobre el miedo, es algo inherente a la persona, pero nunca me hizo cambiar mis convicciones y obligaciones. No cedí al chantaje, que es lo que busca el terrorismo.
-Su familia también vivió la pesadilla de ETA y su entorno.
-Sí, a un hijo mío con seis años le decían en la ikastola que ETA me quería matar. También fui testigo de familiares de mi esposa tras una pancarta con el lema ‘Atutxa no es víctima, es verdugo’. Pero allá cada uno con su conciencia. Puedo afirmar que por mi parte y la de mi familia no existe odio, pero sí memoria. En ninguna construcción de futuro debe olvidarse el pasado. Hay mucha gente que dice ahora que esto se ha acabado y que todos tenemos que ser amigos y olvidar, yo me niego.
-¿Lo dice también por las víctimas?
-Sí. Solía ir a visitar a familiares de asesinados y secuestrados por ETA, y muy pocas veces se enteraban los medios de comunicación. Por ejemplo, estuve en casa del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, algo que es la primera vez que hago público. También fui a Salamanca, al domicilio del capitán Juan José Aliste, herido por ETA. Me impresionó cuando me dijo: ¡Yo tuve mucha suerte porque no me di cuenta de nada. Había llevado la víspera el coche al taller y cuando escuche la explosión pensé que no me lo habían arreglado bien. Perdí el sentido, me llevaron al hospital y cuando desperté ya no tenía las piernas’. Asimismo, fui montones de noches a casa de la familia Aldaia durante su secuestro en una furgoneta camuflada para que nadie me viera.
–Y hasta escribió a las familias de Lasa y Zabala pidiendo perdón.
-Sí. Escribí dos cartas, que no me respondieron. El juez ordenó que nadie podía abrir ni tocar los féretros cuando llegaran al cementerio de Tolosa. Se dejó entrar a familiares y amigos de Lasa y Zabala y aquello se nos fue de las manos, con imágenes dantescas de gente sangrando por porrazos de ertzainas entre panteones. Fui al Parlamento a admitir que no se había acertado al cumplir la orden judicial y envíe las cartas a las familias de Lasa y Zabala.
-¿Cuáles diría que fueron sus éxitos como consejero de Interior?
-El éxito soñado hubiese sido el no tener que detener a nadie, pero… En ocho años desarticulamos once comandos de primera división. Cada una de las operaciones de la Ertzaintza para retirar de la circulación a personas que estaban ejerciendo el terrorismo era un éxito.
-Entonces, le dolerían las críticas a la Ertzaintza de no combatir lo suficiente el terrorismo ¿no?
-Sufríamos un fuego cruzado. Unos que decían que la Ertzaintza no actuaba con interés en la persecución de etarras porque no quería perseguir a los vascos, y otros que pensaban que una Policía de aquí no les perseguirían. Todos ellos estaban equivocados. Las instrucciones que recibía la Ertzaintza, tanto en mi época como luego, eran perseguir el delito hasta el final del mundo.
-¿Por qué cree que ETA ha decidido ahora cesar su actividad?
-Porque ha habido personas que hasta ahora no han sido capaces de entrar en una reflexión que desembocara en la cordura. En estos años ha habido cerca de 900 personas asesinadas por ETA, ciento y pico por los GAL, Triple A, grupos parapoliciales, ultraderecha… 30.000 detenidos, unas 2.000 denuncias por torturas, 70 secuestrados y un largo etcétera de sufrimiento y angustia. Después de todo este balance cabe preguntarse para qué ha servido todo esto. Además, queda todavía, y para largo tiempo, ese odio que ha sido inyectado en vena a muchísima gente y que lo exterioriza con su mirada. Ha de transcurrir, quiera Dios que me equivoque, una generación para que logramos borrar ese odio.
–¿Esa crítica lo hace extensible a la izquierda abertzale?
-Claro. Si una organización terrorista no dispone de apoyo social no tiene larga vida. Además, la cantera de ese mundo surgía de la izquierda abertzale. Por tanto, el fracaso es de ambos. Han pasado de exigir en 1976 la unidad territorial con Navarra, la salida de los cuerpos policiales y el Ejército y el reconocimiento de un Estado propio, y tras varias treguas unilaterales, a demandar, en el comunicado del pasado 20 de octubre, solamente diálogo.
-¿Considera irreversible la decisión anunciada ese día por ETA de cese de su actividad armada?
-Creo que lo es. Fue la gran noticia tan anhelada y soñada por toda la sociedad vasca. Supone la piedra cimental sobre la cual tengamos que construir ahora el edificio de la paz. Espero que en los próximos tiempos se produzca el reconocimiento por ETA del daño causado y después de que se ordenen muchas cosas se produzca su disolución.
-¿ETA y la izquierda abertzale deben pedir perdón?
-Más que eso tienen que ordenar su propia conciencia. Personalmente, el perdón no me sirve para nada.
-La Fundación Sabino Arana concedió uno de sus premios a la Conferencia de Paz de Aiete. ¿Cuál fue la razón de este galardón?
-Queríamos subrayar que es necesario que personalidades del plano internacional colaboren con la pacificación y pretendíamos, además, reconocer la labor de tantísima gente, mucha de ella anónima, colectivos, instituciones y empresas que han trabajado por que se consiguiera la noticia del 20 de octubre.
¿Con el fin de ETA se acaba el lla- mado conflicto político vasco?
No. Qué va. Ésta es una sociedad muy diversa, en la que la confrontación va a permanecer. Aquí tenemos ideologías y proyectos de país antagónicos, pero todos ellos han de defenderse y resolverse utilizando como única arma la palabra.
-Cómo presidente del Parlamento le tocó el debate sobre el plan Ibarretxe, ¿tiene vigencia hoy día?
-El PNV ya ha dicho que en 2015 tendrá que estar aprobado un nuevo estatus político para nuestra comunidad autónoma, que recoge algunos aspectos del plan Ibarretxe que pueden ser válidos actualmente, como el derecho a que se reconozca a Euskadi como nación y que pueda estar en pie de igualdad en el concierto de naciones del mundo.
DIARIO VASCO, 8/2/12