Nicolás Redondo Terreros, antiguo líder de los socialistas vascos, afirma que «cada día me ratifico más» en la decisión de dejar la dirección del PSE. Y sobre la constitución de la ‘mesa de partidos’, que «es imposible; puede haber negociaciones en una iglesia debajo de la sotana de algún obispo, pero no una mesa pública porque un Gobierno democrático no puede permitirlo».
Alejado de la primera línea «partidista», Nicolás Redondo Terreros sostiene que la dimisión que presentó hace cinco años era algo inevitable ante el viraje que empezaba a tomar el partido. Considera que no cometió errores políticos, que el acercamiento al PP era necesario y que, de haber seguido al frente del PSE-EE, hubiese mantenido la misma política. Aunque no comparte alguna de las decisiones de la actual dirección -mesa de partidos-, evita las críticas personales. De él se dijo que había sido nombrado consejero de la compañía FCC y que estaba vinculado empresarialmente a las hermanas Koplowitz. «Todo eso es un bulo», afirma Redondo, que sólo admite que trabaja para «una cementera de Cantabria».
-¿Se ha arrepentido en algún momento de presentar su dimisión?
-Al contrario. Cada día que pasa me ratifico más en esa decisión desde un punto de vista personal y político. Creo que acerté.
-¿A qué se refiere con lo de que acertó políticamente?
-Habíamos hecho una apuesta muy arriesgada. Tuvo un buen respaldo, pero no el suficiente para ganar. Y, cuando no se gana, quien arriesga se tiene que ir. Era evidente que había una tendencia a acercarse hacia los nacionalistas. Acerté cuando vi que la mayoría de la nomenclatura del partido, aquí y en Madrid, estaba por esa apuesta. Con la pérdida de Fernando Buesa y de las elecciones era evidente que el partido iba a virar.
-¿Se sintió traicionado?
-Esas son cosas de carácter personal. La política es así. En aquel momento, uno tenía las heridas muy abiertas. Pero, pasado el tiempo, es una cuestión estrictamente política. Por desgracia, pierdes algunos amigos, pero también ganas otros. La vida es una sucesión de tazas valiosísimas rotas; se rompe una y aparece otra. Lo único que puedo lamentar es no haber mantenido relación con dos o tres personas. Nunca he tenido demasiadas relaciones personales en el partido.
-¿Qué opina de Patxi López?
-Patxi es una persona a la que estimo y considero, esté de acuerdo o no con sus opiniones. Es más, le agradezco que me haya dejado en paz a pesar de que a veces digo cosas muy duras, aunque desde la responsabilidad de haber dejado todos los cargos. Yo soy afiliado del PSE y en este partido terminaré.
-¿Qué ocurrió para que sus más estrechos colaboradores no le apoyasen?
-No tuvieron oportunidad de hacerlo porque dimití.
-Pero esa dimisión se produjo porque determinadas personas consideraron que usted ya no era el candidato idóneo para dirigir el PSE.
-Pero no son traiciones. La gente se sitúa, tiene que sobrevivir.
-¿Se sintió respaldado por José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE?
-La ejecutiva federal estaba posicionada hacia el otro lado clarísimamente.
-¿Pero qué relación tuvo con el ahora presidente del Gobierno?
-Tuve una relación muy correcta. José Luis fue muy afectuoso y tuvo una actitud muy cuidadosa.
-¿Cree que cometió algún error?
-Politicamente ninguno; personalmente, supongo que sí.
-¿Por qué no se presentó a la reelección?
-Es que meses antes ya había dimitido de la ejecutiva federal. Patxi y yo teníamos tan buena relación que, si decido otra cosa, se hubiese visto en una situación personal distinta. Yo estaba quemado para la etapa que iba a venir.
-De haber seguido al frente del PSE-EE, ¿hubiese mantenido el acercamiento con el PP?
-Es que es inevitable. Una situación de conflicto entre el Gobierno y la oposición le da siempre una preminencia a ETA.
-¿No sería algo complicado viendo la postura de los populares?
-La política tiene que ser de dientes de sierra. No puedes estar siempre igual de cabreado porque ‘superficializas’ lo importante y ‘trascendentalizas’ lo inútil. Eso sí, también afirmo que a María San Gil no se le puede decir que no quiere el fin del terrorismo. Bajemos el tono.
-¿Cree que se han traicionado algunos valores del PSE-EE?
-Se ha difuminado lo que es el socialismo vizcaíno. No entro en si es mejor o peor, pero no es mi política.
-No ahorra críticas sobre la mesa de partidos.
-Es que es un desastre para el sistema constitucional de este país. Es darle la victoria a ETA. Es extemporáneo; eso se hace en un país que se está construyendo y no en uno donde la democracia está consolidada.
-Los actuales dirigentes de su partido la comparan con la de Ajuria Enea.
-No tiene nada que ver. Hay varias diferencias. Primero, esta mesa es para reformar la estructura constitucional. Segundo, no está el primer partido de la oposición.
Sotanas de obispos
-¿Cree que se va a constituir?
-Es imposible. Puede haber negociaciones en una iglesia debajo de la sotana de algún obispo, pero no va a haber una mesa pública porque un Gobierno democrático no puede permitirlo. Igual algunos han hecho creer a Batasuna que ese es el camino, y como no va a ser así, pues igual se sienten frustrados. Luego están esos amigos míos guipuzcoanos que están dándole vueltas arriba y abajo a los derechos históricos. Esas cosas dan lo que dan, pero no más.
-¿Qué opina de Jesús Eguiguren?
-Con Jesús siempre he tenido una buena relación. Lo que pasa que yo tenía la gran ventaja sobre los actuales dirigentes de que quien ponía el último punto, quien desequilibraba la balanza, era Fernando Buesa. Es evidente que ha impuesto sus posiciones.
-¿Por qué no participa en la vida interna del partido?
-Porque tendría que hacer labor de partido y no quiero hacerlo. Decidí abandonar la primera línea de la política y dedicarme a mi vida personal. No comparto parte sustancial de lo que están haciendo mis compañeros y por eso no voy a volver. No sería honrado estar ahí dando la matraca.
-¿Cómo valora la actuación de Zapatero en relación con el proceso de paz?
-Vio que existía una oportunidad y que había que hacer algo. No veo un ánimo maligno, pero sí una equivocación.
-¿Por qué?
-Porque eso hay que hacerlo de la mano del PP; y, si no, igual no lo puedes hacer.
-¿Comparte las críticas que se lanzan al presidente y a su partido?
-Eso es otra cosa. Hay algunas descalificaciones que entran en lo personal, y eso no es correcto. Yo les critico por algunas cosas que están haciendo, pero mi partido no es un esbirro servil de ETA. La política española está preñada de radicalismo.
EL CORREO, 18/12/2006