EL CORREO, 1/2/12
El ministro del Interior se enzarza en un duro rifirrafe con Amaiur en la primera participación de la izquierda abertzale en una comisión del Congreso
No hubo cortesía parlamentaria con el novato. La primera intervención de Amaiur en una comisión del Congreso desembocó ayer en un rifirrafe dialéctico con el ministro del Interior, quien espetó al parlamentario abertzale Iker Urbina que «se les debería caer la cara de vergüenza al hablar de presos políticos» para referirse a «asesinos terroristas». La misma firmeza que usó Jorge Fernández Díaz con el recién llegado también la utilizó para explicar su política antiterrorista. Ni asomo de medidas colectivas con los presos como el acercamiento más o menos masivo que reclaman, entre otros, la izquierda abertzale, el PNV o el Gobierno de Patxi López.
Fernández Díaz habló de «generosidad», «amplitud de miras» en un «momento trascendente» y de «sentido de Estado» para «gestionar el final del terrorismo», pero dejó claro que el único escenario que maneja su departamento es la «reinserción individualizada» de los reclusos de ETA que pidan perdón y rompan con la banda. El máximo responsable de la lucha antiterrorista se mostró muy duro con Urbina, quien minutos antes, en un discurso muy medido, había reprochado el inmovilismo de Interior ante el «nuevo clima político del País Vasco» y la negativa del Gobierno a poner fin a la «dispersión» de los «presos políticos vascos». El diputado abertzale, que en dos ocasiones habló de «víctimas del terrorismo» para referirse a las de ETA, afeó a Fernández que, a pesar del parón de la banda, su política antiterrorista «sea más de lo mismo» con «más ilegalizaciones, más Policía, más dispersión, más detenciones incomunicadas y más prisión para los presos enfermos».
Fernández, en la réplica, no se contuvo. «No les debemos nada. Sólo faltaría que les debiésemos algo porque dejan de matar», dijo parafraseando a Mariano Rajoy. Luego, la andanada. «España es una democracia y no hay presos políticos. Hablar de presos políticos es una indecencia y una inmoralidad. Si hubiera estado usted el lunes conmemorando el 14 aniversario del asesinato de Alberto y Ascen Jiménez Becerril, estoy seguro de que se le caería la cara de vergüenza de hablar de presos políticos. Sus asesinos les dieron dos tiros en la nuca y dejaron tres niños huérfanos. Son asesinos, no presos políticos». El encendido discurso sobre el concejal sevillano del PP y su esposa asesinados por ETA generó aplausos en la sala.
El titular de Interior no dio tregua al parlamentario vasco. «Ustedes no han condenado la violencia ni han exigido a ETA que disuelva». «Sería un buen momento hoy -por ayer-, que, como portavoz de Amaiur, de manera formal y solemne lo hiciera» para dar «visos de credibilidad» a su discurso. Urbina no respondió a la invitación y recordó que su partido apuesta «por las vías exclusivamente políticas, la convivencia y la libertad». Insistió en una paz sin vencedores ni vencidos. Esa frase y la negativa a condenar a ETA volvió a encender al ministro. «Va a haber vencedores, que son los demócratas y los hombres de paz, y va a haber vencidos, que son los terroristas», le espetó, antes de lamentar su silencio sobre la condena. «Permítame que le valore más por lo que no dice que por lo que dice», zanjó antes de agradecer el apoyo «de todos los grupos menos de uno».
Más allá del encontronazo, el ministro dejó claro a los parlamentarios que poco o nada va a cambiar en la política antiterrorista y, muy en particular, en la política penitenciaria. Según explicó, mantendrá intactas las líneas que ya fijó el Gobierno socialista, es decir que cualquier beneficio a los reclusos de ETA será personalizado y solo para aquellos terroristas que rompan con la banda y pidan perdón a las víctimas. Ni palabra de acercamientos masivos ni de excarcelaciones de enfermos o de internos con las condenas muy avanzadas.
Fernández Díaz habló en exclusiva de «impulsar la reinserción individualizada» desde una «política penitenciaria inteligente» basada en conseguir que ETA pierda influencia en las cárceles. Según los datos que dio en el Congreso, el 95% de los reclusos terroristas en 2012 todavía «secunda las directrices» de la organización terrorista, lo que impide que se puedan acoger a los «generosísimos beneficios que la ley penitenciaria permite».
«Engaños y burlas»
Sin romper y sin perdón no habrá nada porque el Estado todavía desconfía de los «engaños» y las «burlas» de ETA, explicó. «La verdadera prueba de que los violentos han decidido terminar con sus actividades de forma definitiva y no meramente táctica es reconociendo el daño que han causado a las víctimas y mostrando el arrepentimiento por haberlo hecho, es decir, pidiendo perdón», insistió el ministro.
Fernández Díaz reconoció que desde la declaración del cese definitivo de la actividad armada decretado el pasado 20 de octubre la denominada ‘vía Nanclares’ (ruptura, petición de perdón, colaboración con la justicia y pago de indemnizaciones a cambio de beneficios) se ha interrumpido, pero advirtió que ese camino, inaugurado por Alfredo Pérez Rubalcaba, seguirá siendo el único y que todo lo demás son «falsas expectativas».
En ese punto, el ministro pidió a todos los grupos de la Cámara baja, excepto a Amaiur, el «máximo consenso» en la política penitenciaria para conseguir que el mayor número de presos «sometidos a la banda terrorista» den «los pasos que otros han dado y la ley se pueda aplicar con toda generosidad».
Llamó en varias ocasiones a la complicidad de los grupos parlamentarios, a los que reclamó «inteligencia, prudencia, unidad y discreción» para conseguir la desaparición definitiva del terrorismo. Un camino hacia el final de la banda, garantizó, en el que seguirán las detenciones. «Vamos a luchar contra la impunidad pues no podemos permitir que queden asesinatos sin esclarecer cuando ETA desaparezca», prometió.
EL CORREO, 1/2/12