Luis María Anson, EL MUNDO 23/12/12
Señor presidente…
Me reprochan algunos lectores la caña que en mis canelasfinas o en estas cartasbocaarriba estoy dedicando a ciertos dirigentes políticos y, también, a los líderes sindicales. Tal vez no les falta razón a esos comunicantes, pero cuando se cruzan las líneas rojas de la convivencia constitucional, la reacción debe ser contundente, sin veladuras ni tapujos.
Sabes muy bien, señor presidente, que te he distinguido siempre con mi consideración, también con mi admiración por el ejercicio serio de la política que has hecho hasta ahora. Pero tu proyecto de descuartizar España solo merece el desprecio y la condena sin paliativos. Ante tus maniobras secesionistas no valen ni las componendas ni las medias tintas ni las merengosidades. La traición a España y la puñalada cachicuerna a su Constitución no pueden quedar impunes. No hubiera estado yo de acuerdo con tus posiciones secesionistas, pero si llegas a afirmar tu decisión de plantearlas en el Congreso de los Diputados, conforme al artículo 168 de la Constitución, mi actitud habría sido diferente.
Has cometido la indecencia de no dimitir tras el fracaso electoral. Aspirabas a más de 80 escaños, una mayoría excepcional, y te quedaste en 50. Los votos de CiU y ERC que en 2007 llegaron hasta el 51% de los votantes se redujeron en 2012 al 44,3. Tu dimisión era obligada. Lo exigía la decencia política. En lugar de eso, te has aferrado a la silla curul y has establecido un pacto contra natura entre tu partido de centro derecha y la extrema izquierda de ERC.
Confías en el galleguismo merengoso de Rajoy, en la debilidad del Gobierno y sobre todo de la oposición para que los españoles se traguen la tropelía que te dispones a consumar. Te equivocas. Del Rey a abajo, casi ningún español está dispuesto a consentir la fractura de la unidad de España que se prolonga desde hace más de 500 años. Te puedes encontrar, ya que no quieres someterte al artículo 168 de la Constitución, con que el Gobierno te aplique el 155, te destituya, suspenda la autonomía de Cataluña y descargue sobre ti el código penal de nuestro Estado de Derecho. Mejor sería para todos que, a través del diálogo, se encuentren fórmulas de concordia y conciliación, sobre la base del respeto a nuestra Carta Magna y a la unidad de España.
Estás acosado por una deuda galopante, señor presidente. Buceas en el entorno de los 40.000 millones de euros que no puedes pagar. Te cercan los casos de corrupción que, subrayando la presunción de inocencia, afectan a dirigentes destacados de CiU. Huyes hacia adelante sin respetar los límites que hacen posible la convivencia en España y también la estabilidad de la nación. Tu actitud resulta incalificable. Y no, no te irás de rositas. Pagarás de alguna forma tanto desafío, tanta incongruencia, semejante despropósito.
Luis María Anson, EL MUNDO 23/12/12