Vicente Carrión, profesor de Filosofía y Ética, considera que «hay que acoger con generosidad a los que denuncian la violencia, pero sin ofender a las víctimas». Acaba de publicar una novela que narra la vivencia de un hombre asesinado por los GAL y su hijo que está a punto de entrar en ETA en parte para vengar la muerte de su progenitor.
Vicente Carrión Arregui (San Sebastián, 1957), profesor de Filosofía, Psicología y Educación para la Ciudadanía en un instituto de Secundaria y columnista, acaba de publicar su novela ‘Padre patria’, una ficción inspirada en la realidad del terrorismo que se desarrolla en Gipuzkoa y narra la vivencia de un hombre asesinado por los GAL en 1984 y su hijo que está a punto de entrar en ETA en parte para vengar la muerte de su progenitor. El libro se presenta este mediodía a los medios en el salón de actos de la biblioteca del Koldo Mitxelena, en San Sebastián.
– ¿El título de su libro hace referencia a lo que denomina mitología del nacionalismo?
– No solamente. Quizá haya algo simbólico que suena a ‘la casa del padre’, pero está más relacionado con la paternidad. Mi libro no es un ensayo ni una tesis, sino un relato en el que el protagonista es un huérfano de un gudari. Cuando el joven tiene acceso a los diarios de su progenitor se da cuenta de que no era el mito construido por el entorno nacionalista sino una persona de carne y hueso. Cuando va a ser padre, el hijo vive también un proceso de transformación. No sólo no se integra en ETA, sino que se distancia cada vez más y al final se pone enfrente de la organización terrorista.
– ¿Qué ha fallado para que todavía haya jóvenes que justifican y defienden la violencia?
– Se han confundido muchas cosas. Ha habido un proceso de legitimación de que todo vale contra lo español y que ha arropado comportamientos delictivos y criminales. También muchas familias han confundido el cariño a sus hijos con la apología de sus crímenes. Ha fallado una idea de fidelidades familiares muy mal entendida.
– ¿Supone su libro una contribución particular al plan de educación para la paz?
– Llevo muchos años en la enseñanza y como profesor de Ética y Filosofía he intentado contribuir a la educación por la paz sin tener que esperar a una normativa con demasiadas demoras, zancadillas y burocracia. Celebro la iniciativa del Gobierno Vasco, pero más que esperar a acuerdos parlamentarios que pueden ser imposibles en el fondo, hay que tomar la iniciativa y por ejemplo mostrar a los alumnos materiales ya existentes sobre las víctimas y lo que ha supuesto el terrorismo.
– ¿Cada vez se hace más justicia con las víctimas?
– No hay duda de que la historia va poniendo todo en su sitio, y efectivamente las víctimas empiezan a tener el apoyo de las instituciones y de la ciudadanía. Aunque tarde, la gente se ha dado cuenta de que el grado de complicidad y tolerancia hacia ETA ha sido terrible.
– ¿Comparte que el final del terrorismo está cada vez más cerca?
– El fin simbólico de ETA fue con el 11-M, pero es evidente la debilidad y la decadencia de la organización terrorista. No hay más que ver el perfil de los que detienen ahora. Estoy convencido de que en breve veremos su desaparición. Lo que me alarma es lo que va a venir luego. Es decir, cómo podemos no humillar a las víctimas ni a su memoria, pero al mismo tiempo entender, como intento mostrar en mi novela, que ser terrorista en este país no ha sido un ejercicio puro de maldad, sino que ha sido, en ocasiones, algo a lo que mucha gente se ha visto abocada por estupidez, cobardía, por buenas intenciones en otros casos, por sentido de la justicia, por valores revolucionarios o alternativos, que son normales en la juventud…. Pero tendremos que ser inflexibles a la hora de desmontar su mitología y ese relato nacionalista que justifica la existencia de ETA.
– ¿Cree que algo se está moviendo en el entorno de ETA?
– Hay presos históricos de ETA que empiezan a hacer una reinterpretación de su pasado, y personas que realizan claros gestos de distanciamiento hacia las barbaridades que han justificado en el pasado. Hay que acoger a quienes denuncien la violencia con la mayor generosidad posible, sin ofender a las víctimas.
– ¿Considera seria la apuesta de la izquierda abertzale por las vías exclusivamente políticas?
-Sí, pero llevan tantos años diciéndolo que a veces no tienen credibilidad. Deben demostrar que no dejan la violencia sólo por interés político y dar un paso más: el reconocimiento moral de la barbaridad que han propuesto como futuro para este país y desmarcarse de ETA sin tantos montajes, parafernalias ni trucos, de una forma clara y definitiva.
EL DIARIO VASCO, 8/6/2010