Santiago González, EL MUNDO, 14/10/11
El presidente del PSE, Jesús Eguiguren, había declarado a El País que pensaba asistir a la Conferencia de Paz que se desarrollará el lunes en San Sebastián y que lo haría a título personal. Hace falta mucha confianza en la propia esquizofrenia para creer que uno puede desdoblarse hasta ese punto: ser presidente de un partido y asistir a un acto político con el que uno simpatiza mucho, pero ir como un uomo cualunque. Si preguntan a un cura pederasta les dirá que también va por lo particular. Perdonen la asociación de ideas, pero es que en Jesús esto también es vocación. Él ya quiso asistir personalmente en persona a la presentación de los estatutos de Sortu el 7 de febrero en Bilbao.
Todo en el Partido es perfectible. Mientras los medios daban la buena nueva del presidente guipuzcoano del partido, el secretario del partido en Gipuzkoa, Iñaki Arriola, explicaba en RNE que el PSE no iría a la Conferencia. Fue desmentido horas después por el portavoz Pastor. En ese tiempo, Jesús Eguiguren ha pasado de ser un maverick, una res suelta, a un toro, torito bravo, capitán de la manada, jefe de la delegación, supongo, salvo que también sea presidente de su partido a título particular.
El Gobierno vasco no asistirá, pese a los reproches que le hacen al lehendakari los dirigentes del PNV por irse a Estados Unidos al frente de una delegación de empresarios vascos, en vez de quedarse a pastorear a unos comisionistas, que se van a reunir para hablar tres minutos cada uno. Total que entre decir «me alegro mucho de estar en Barcelona», como dijo en memorable ocasión Gato Barbieri en el festival de Jazz de San Sebastián, y «¿cuándo se come aquí?» que preguntaba el mayor de los hermanos Dalton, se habrá acabado el cónclave. Les darán unas conclusiones ya previstas a los medios y anunciarán que e la nave va.
No parece que los socialistas vascos sean capaces de comprender las dimensiones de su error. Deberían preguntar a sus mayores, Felipe González, un suponer, pero también a Aznar, por qué ellos no quisieron nunca alcahuetería internacional, justo al revés que los nacionalistas, que siempre soñaron con los cascos azules de la ONU poniendo paz entre vascos y españoles.
Los comisionistas son como todos; cada uno va con su chiringuito y todos facturan; Brian Currin tenía hasta hace poco sus tarifas de mediador por horas en su web. Toda esta tropa está aquí con la bendición de ZP, lo dijo el lunes Bertie Ahern en el Irish Times. Un déjà vu: Ardanza contrató a cinco expertos internacionales: Clive Rose, Janke, Horchem, Leauté y Ferracuti. En 1986, mediante 600 millones de entonces entregaron su informe al lehendakari. Y ahora nos enteramos de que Ardanza escondió la recomendación de establecer un Estado Libre Asociado, la gran estrella del plan Ibarretxe.
¿Se acuerdan ustedes del ministro del Interior, un tal Rubalcaba? Hace oncemeses dijo: «Currin es un mediador entre Batasuna y ETA» y «uno utiliza una mediación cuando está metido en un diálogo» y éste «no es el caso». «No hay tal, ni lo va a haber» (12-11-2010). Lástima que ya no se acuerde ni él.
Santiago González, EL MUNDO, 14/10/11