Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/3/12
Un jeroglífico enrevesado aguarda a Euskadi. Con los datos del Euskobarómetroen la mano, se trata de descifrar cómo será el gobierno de esta comunidad a partir de sus próximas elecciones. Ya es seguro que Patxi López no repetirá como lehendakari porque la debacle socialista -se le augura una pérdida de nueve de los 25 escaños actuales- parece garantizada. De paso, el Parlamento vasco adquirirá un mayoritario tono identitario mediante la suma, no obstante, de dos concepciones soberanistas semejantes (PNV y Amaiur) pero antagónicas en su método de conquista y, sobre todo, en la concepción socio-económica de sus idearios.
El sondeo proporciona escenarios maquiavélicos. Depararía tres opciones de gobierno, de las cuales las dos únicas capaces de asegurarse una mayoría se antojan quiméricas ahora mismo: de un lado, PNV, ganador otra vez, y PSE superarían la cota de los 38 escaños, pero ambos partidos se repelen en Euskadi por una falta de química recíproca que no se esfuerzan en ocultar; de otro, aparecería la alternativa de un Ejecutivo de izquierdas donde Bildu, segunda fuerza más votada, necesitaría del apoyo socialista para gobernar. No obstante, habría que preguntarse si la clase política vasca ha alcanzado la madurez suficiente para facilitar la llegada de la izquierda abertzale a Ajuria Enea. Así las cosas, y como opción más posibilista, el PNV esperaría a gobernar el minoría con acuerdos puntuales, que le acercarían a Amaiur en la apuesta por un nuevo marco jurídico y a PP y PSE-EE sobre todo en la exigencia presupuestaria.
Hasta que se resuelva tan vital ecuación, resulta llamativo cómo el PSE-EE es incapaz de rentabilizar su paso por el Gobierno vasco, convulso desde el primer día. De entrada estuvo condicionado por un arranque traumatizado al que contribuyó el desprecio nacionalista, mientras su acción política siempre está supeditada a las debilidades presupuestarias de la crisis, sin que, por otra parte, su apuesta por el final de ETA y el rearme ético de la convivencia se vean reconocidos.
Con la misma claridad emerge la mayoría nacionalista, que se instala definitivamente en el Parlamento en un tiempo político alentado por la ausencia de la violencia. Sobre esta realidad pivotará, sin duda, la renovada exigencia vasca de un nuevo marco de relación con España para convertirse, en paralelo con los rigores económicos, en el asunto nuclear de la próxima legislatura. ¿Quién liderará esta reivindicación? Iñigo Urkullu, una opción de gobierno, ya lo tiene escrito. En Amaiur, lo llevan en su ADN. Un nuevo tiempo.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/3/12