Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 27/11/11
Los socialistas vascos, muy pendientes del congreso de Sevilla para definir su perfil – La caída electoral y la presión nacionalista al Gobierno López les obsesiona
«Es el momento de disponer de un perfil propio, abierto a la sociedad». A esta conclusión, con pequeñas variaciones dialécticas, llega la mayoría de los dirigentes y cargos públicos del PSE-EE, consultados por este diario para conocer qué hoja de ruta debe seguir este partido si quiere recomponer su alicaída figura política después de los dos últimos mazazos electorales. Y es a partir de esta aspiración compartida donde surgen las discrepancias entre socialistas, fundamentalmente sobre cómo estructurar las prioridades y, por supuesto, qué ritmo imprimir en su adecuación fundamentalmente para recuperar cuanto antes el peso social perdido habida cuenta del reto que representan las próximas autonómicas.
En el PSE-EE hay un creciente convencimiento de que «el actual escenario en el País Vasco nos resultará hostil si seguimos dando la misma imagen, si nos siguen viendo dependientes de la crisis igual que pasó con Zapatero o del pacto que tenemos con el PP». La escalofriante pérdida de masa electoral (180.000 votantes menos, con una caída del 16,6% en el examen del 20-N) ha inundado de preocupación el análisis de futuro de los socialistas vascos principalmente porque intuyen que «el golpe en las autonómicas puede ser de escándalo si no marcamos nuestra línea, la de la proximidad, la de entender este país, la de hacer una política más justa y la de saber proyectar la gestión de un Gobierno».
Los socialistas asumen que la mayoría nacionalista es «una realidad que de momento quiere este país aunque nos parezca que es un premio injusto», apunta uno de los dirigentes consultados. Y es que para otra de las voces socialistas «es incomprensible cómo el PSOE ha cargado con toda la culpa de la crisis y un PNV que ha ido de laguntzaile (colaborador) de Zapatero en todas las cuestiones económicas importantes sale de rositas y aunque haya perdido un diputado ahí está como ganador de las elecciones habiéndose llevado por delante en dos elecciones a Hamaikabat, EA y Aralar».
En el PSE-EE, los resultados jeltzales en las generales del 20-N «han cabreado mucho». Los socialistas son conscientes de que el PNV, con su triunfo, se sacude de todas las preocupaciones de la campaña donde algunos sondeos amenazaban con dejarle sin grupo en el Congreso y, además, se siente mucho más reforzado en su política de desgaste del Gobierno López, al que desprecia desde que tomó posesión y por cuya salida suspira mediante la exigencia -la última, de parte del propio exlehendakari Ibarretxe- de elecciones anticipadas.
Precisamente la solvencia del Ejecutivo y el liderazgo de su lehendakari hasta el final de la legislatura -que podría coincidir con el próximo otoño- son las piedras angulares sobre las que buena parte de los dirigentes socialistas entienden que se fundamenta a futuro la credibilidad del partido. «Hay que definir nuestras señas de identidad en el Gobierno y como partido, que nos vean cercanos, que nos preocupa la realidad social y ahora vamos a tener la oportunidad de comprobar cómo los gobiernos del PP no tienen sensibilidad social», dice quien conoce la vida del Congreso.
Pero los socialistas vascos no darán un solo paso en su reflexión interna hasta que conozcan las conclusiones derivadas del próximo congreso ordinario del PSOE en Sevilla, que empezó ayer a abrirse paso. Con pasmosa unanimidad, todas las fuentes consultadas en las tres territoriales vascas coincidieron en señalar «que aún es pronto para decidir lo que haremos pero lo lógico es que nuestros pasos vayan en consonancia con la pauta que marque la nueva dirección, aunque lo primero aquí es consolidar a Patxi López como lehendakari y como candidato de futuro en Euskadi».
De momento, López, a quien se seguirá escuchando en Madrid a pesar de su renuncia a todo cargo federal, ya ha dejado escrito su deseo de que el partido «permanezca más abierto y permeable para que conecte con la ciudadanía» en consonancia con la llamada a la renovación social que hizo en su balance de urgencia en la noche electoral del pasado domingo. En el PSE-EE, de hecho, dan por segura «una implicación absoluta de López para definir estas señas de identidad». Y aunque nadie habla de candidatos, en Euskadi las preferencias por la continuidad de Alfredo Pérez Rubalcaba son abrumadoras, aunque con una matización desequilibrante: «no es una urgencia de candidato, de hablar de nombres, lo que necesitamos es definir, cambiar nuestro proyecto para abrirlo a la sociedad», precisan.
Hasta que se produzca, y sobre todo se visualice, a los socialistas les preocupa algo mucho más perentorio y de trascendencia popular que consiste en saber «cómo llega a la sociedad vasca la labor del Gobierno en materia de acción social, de justicia fiscal, de apuesta por crear escenarios para el empleo…» Todo ello, además, condicionados, y bien que lo saben, «por la crisis, por la caída brutal de la recaudación, que nos está cortando la capacidad de acción que nos gustaría tener en el Gobierno» y, más aún por la presión creciente de los nacionalistas a partir de sus éxitos electorales y de las conclusiones de la Conferencia de Aiete.
«No hay que ir por el camino de los recortes. La solución al fracaso de una economía neoliberal, no es más neoliberalismo. Por eso, si pretendemos ser una alternativa que se nos crea, necesitamos brotes socialdemócratas». La reflexión procede de un sector de base del socialismo vizcaíno, estrechamente ligado al mundo laboral, donde el PSE-EE se ha visto abandonado en las dos últimas elecciones. «La gente espera que tengamos una respuesta a la crisis porque va a seguir con crudeza y no solo le podemos hablar de recortes. Patxi López no puede hacer leyes fiscales, pero sí podemos hablar del fraude fiscal, de exigir este debate y que, por ejemplo, la Diputación de Vizcaya del PNV no se escape de él».
Precisamente el efecto coercitivo que la amenaza de la crisis proyecta sobre la médula del Gobierno vasco hasta el final de la legislatura actualiza la pesadilla socialista vivida en la defenestración social de Zapatero aunque se trate de dos escenarios con ratios muy distintos. «Las coyunturas del País Vasco y de España no son las mismas aunque mientras haya desempleo hay preocupación, pero no podemos tirar por el camino de los recortes cuando nos queda poco más de un año de legislatura», indica otro socialista.
En paralelo, recuerda que «una cosa es la responsabilidad que exige el déficit público y otra la obligación de desarrollar una política que responda a lo que somos, que se vea que estamos preocupados por mejorar la sanidad, la educación, la asistencia social, a crear empleo, a que haya una justicia fiscal, a que se potencien las políticas públicas», añade la misma fuente socialista.
En este escenario, hay socialistas que invitan a recordar la intencionada intervención sobre mercado y política que hizo el lehendakari, Patxi López, en el Debate de Política General de septiembre, donde aportó un apreciable acento ideológico. Para ellos, se trata de un posicionamiento claro, precisamente ahora que en el PSE-EE hay quienes advierten de que «muchos piensan que les hemos fallado porque esperaban otra cosa de nosotros como partido de izquierdas y demostrarles que lo seguimos siendo y que antes de la crisis hemos contribuido a muchas mejoras sociales».
Pese a la ponderación que representa el condicionante de la crisis, y aunque entre las voces consultadas no existía uniformidad en la respuesta, una cualificada mayoría sostiene, sin embargo, que «si no queremos sufrir un descalabro en las autonómicas», el PSE-EE debe conseguir que «la sociedad perciba al lehendakari liderando el proceso que se ha abierto, defendido una estrategia que sirva para fomentar la convivencia en este país y, sobre todo, que se vea que nuestro discurso no está en manos del PP».
Es aquí donde las miradas se dirigen hacia Lehendakaritza y, en concreto, hacia el entorno más próximo a Patxi López, un núcleo que es visto desde algunos sectores del partido como «un freno al empuje del lehendakari porque son partidarios de una política demasiado prudente, conservadora que parece no entender qué pasa en la calle», añaden. «Como sigamos dando la imagen de que no nos atrevemos a dar un paso porque igual incomodamos al PP o tememos que nos dejen solos, pueden llegar las elecciones y no reconocernos», apuntan desde el mismo sector crítico.
Desde la otra sensibilidad, donde se remarca la idea de «la brecha ética inmoral de la sociedad vasca» se detecta «menos urgencia» en acometer los retos que el bloque nacionalista plantea a los Gobiernos de Vitoria y Madrid. «No hay que olvidarse que lo más importante es conseguir la convivencia en paz y que si se llega a la situación de que la exigencia del derecho de secesión tiene un apoyo masivo, entonces será un problema de España, pero si lo que se plantea es un problema aquí de construcción nacional, lo que habrá que hacer es acometer una negociación donde se reconozca la pluralidad que ya está conformada en este país».
Y llegados a este horizonte es donde los socialistas se distancian muy significativamente hasta el punto de que ni siquiera coinciden al responder a la pregunta: ¿qué será más decisivo en unas autonómicas, la solución a la crisis o la postura ante el escenario político de la paz? Eso sí, donde ambas partes no tienen dudas es en proclamar que «lo fundamental es apuntalar el liderazgo del lehendakari«.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 27/11/11