Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/6/12
El acreditado marketing abertzale auguraba la cita de los presos de ETA en Gernika de una sugerente comparecencia histórica. Parecía, por tanto, que llegaba el momento preciso de un paso adelante, no el de la disolución, claro, pero sí al menos el que hablara de un despegue de ese inmovilismo dogmático asociado a una amnistía imposible. A la vista del pronunciamiento, sin otra novedad que el alineamiento, lógico a estas alturas, con el cese de la violencia y la apuesta por la vía política, habrá que esperar a una próxima ocasión.
El intencionado empeño de la izquierda soberanista había sembrado de la lógica expectación esta comparecencia del colectivo oficial de presos de ETA, a la que se llegaba, incluso, después de un proceso de reflexión interna. Así las cosas, no resulta extraño que la cita se rodeara de una solemnidad casi propia de aquella comparecencia en el Euskalduna donde los inspiradores de la catarsis abertzaledijeran que había llegado el momento de renunciar a la violencia. Precisamente, semejante boato acrecienta la decepción por el alcance del mensaje de los presos, muy lejos de la exigencia que se les presupone a estas alturas del partido.
Con todo, bien es cierto que podrá escucharse ahora desde la óptica abertzaleque ETA sigue cumpliendo con su palabra de renunciar al terror. Pero si todo el balance queda reducido a esta complacencia, podría decirse sin riesgo de error que no quieren entender cual es el camino a seguir.
Proclamar en mayo de 2012 que las vías de solución pasan por la amnistía y la autodeterminación es golpear la sensatez y retroceder a la vía del escepticismo. Posiblemente en esta ocasión la izquierda abertzale no ha conseguido imponer ni su tempo ni su mensaje a los presos. Los ocho puntos de Gernika no van a merecer un segundo de atención en Madrid ni en París. Y estos desaires también son una bofetada a la estrategia de Bildu-Amaiur-Sortu, que estaba convencida de que el EPPK iba a abrazar las soluciones individuales bajo el control estratégico del colectivo. Ocasión fallida. Habrá que seguir esperando a la auténtica ocasión histórica, pero, cuidado con la demora, que el nerviosismo se instala entre presos y familiares.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 3/6/12