Belén Altuna, EL PAÍS, 25/1/12
“¿Le ilusiona ser lehendakari?” “A cualquier ciudadano vasco o vasca le tiene que ilusionar ser lehendakari”. La respuesta dada por Iñigo Urkullu me hizo gracia. Y es que, como últimamente siempre le preguntan por sus intenciones al respecto y él no quiere contestar, tiende a retorcer su respuesta para que quede lo más despersonalizada posible. Funda así un silogismo curioso: a cualquier ciudadano vasco le ilusiona ser lehendakari (premisa mayor); yo soy un ciudadano vasco (premisa menor), luego me ilusiona ser lehendakari (conclusión).
Que la conclusión es obvia y que muy probablemente Urkullu será al menos candidato, también. Lo que chirría más es la premisa mayor. Me recuerda a algo que confesó su amigo declarado Zapatero en una entrevista, una especie de táctica para desmitificar el poder: “Yo, cada noche, le digo a mi mujer: ‘Sonsoles, no te puedes imaginar la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar”. Tal vez, aunque, desde luego, una cosa es poder y otra querer. Me imagino una de esas encuestas callejeras, con cámaras y micrófonos: “Señor, señora. ¿Le haría ilusión ser lehendakari?” Caras de espanto. “Quita, quita, yo lo que quiero es vivir tranquilo/a”. El requisito básico para el puesto, según el propio líder jeltzale, es “saber que se pertenece a una idea”. Ser un instrumento (eficaz) de esa idea. “Señor, señora, ¿pertenece usted a una idea?” Caras de puntos suspensivos. Es evidente que no todo el mundo tiene vocación para la función pública, ideología definida y ambición política. La mayoría prefiere entregarse a la libertad de los modernos, es decir, a satisfacer en lo posible sus proyectos privados, sin interesarse demasiado ni dejarse amargar por la política. Cosa que sabe muy bien Urkullu, faltaría más.
Pues bien, siguiendo con algunas de sus últimas declaraciones, resulta que a su juicio el que tenemos no es “un Gobierno vasco de verdad” y, por tanto, parecería —uno más de sus innumerables intentos de deslegitimación— que Patxi López tampoco es “un lehendakari vasco de verdad”. ¿Será porque “pertenece” a la idea equivocada? La expresión en sí da un poco de miedo. Es cierto que todo líder político se muestra como la encarnación de un proyecto colectivo, de un ideario compartido, pero pensar que “pertenece a una idea” (y a una sola: a algún tipo de esencia fundante, como pueblo o nación), produce —al menos a mí me lo produce— desazón. Lo más refrescante de estos años de Gobierno de Patxi López es que no parece encarnar una sola idea, sino muchas; que nos libera un poco del monotema y del raca-raca identitario; que prima cuestiones de libertad individual y justicia social en lugar de andar poniendo una y otra vez en solfa el marco institucional… A partir de ahí, claro está, son lícitas las críticas. Que ser lehendakari no es moco de pavo. Pero no quisiera estropearles la ilusión…
Belén Altuna, EL PAÍS, 25/1/12