Si por multi entendemos más de uno, nada impide llamar al encuentr Zapatero-Montilla «cúspide multilateral». ¿No es acaso la bilateralidad la forma menos compleja de multilateralidad? Es verdad que Montilla no es nadie para codecidir la financiación de Asturias, pero lo importante es que se arreglen en la cúspide. Los demás no tienen más que copiar la fórmula, como sabe el presidente de la Generalitat Valenciana.
El presidente del Gobierno tiene una extraña manera de confiar en las virtudes del diálogo. ¿Recuerdan la constitución de la Conferencia de Presidentes de Comunidades Autónomas? Según la web del Ministerio de Administraciones Públicas, «es el órgano de máximo nivel político de cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas y ocupa la cúspide del conjunto de órganos de cooperación multilateral».
Tuvo su primera reunión el 28 de octubre de 2004. La segunda se celebró el 10 de septiembre de 2005. La tercera, el 11 de enero de 2007. «Todos han venido esta mañana», decía un comunicado de la Secretaría de Estado de Comunicación que exudaba el optimismo indesmayable de Fernando Moraleda.
Las reuniones tenían lugar en el Senado, terminaban a las tantas y luego se iban todos a comer a la Zarzuela, donde los Reyes les aguardaban con paciencia profesional y la sopa fría. Eso fue mientras duró. La IV reunión fue desconvocada por Zapatero mediante carta y ya nunca más se supo. Bueno, lo que sí hubo fue una cena en La Moncloa con los presidentes autonómicos, pero sólo los socialistas y sus dos vicepresidentes, el 21 de mayo de 2008. Allí les dijo: «El Estado tendrá que hacer un esfuerzo especial, ¿verdad, Pedro [Solbes]? Os pido que todos confiemos en Pedro. Habrá justicia y solidaridad para todas las comunidades». Este verano, el diputado de ICV, Joan Herrera, lo salvó de comparecer por obligación, con la promesa de resolver la cuestión antes del 20 de noviembre. Naturalmente, quien ha demostrado tanta capacidad para malear el diccionario, ¿qué no será capaz de hacer con el calendario?
Lástima, porque la Conferencia de Presidentes habría sido de extraordinaria utilidad en esta legislatura. Por ejemplo, con el fin de que las autonomías coordinasen sus planes y sus esfuerzos (si los tuvieren) para hacer frente a la crisis. Muy especialmente en el asunto que nos ocupa: la financiación de las comunidades autónomas. Dos asuntos de tanta importancia exigían la convocatoria de la «cúspide multilateral», qué menos.
Ahora bien, si por multi entendemos más de uno, no hay nada que impida llamar al encuentro de Zapatero con Montilla «cúspide multilateral». ¿No es acaso la bilateralidad la forma menos compleja de multilateralidad? Es verdad que Montilla no es nadie para codecidir la financiación de Asturias, pero lo importante es que se arreglen en la cúspide. Como sea. Los demás no tienen más que copiar la fórmula, como sabe muy bien el presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, autor de la cláusula que lleva su nombre y que constituye la definición más acabada de la España de las autonomías: cualquier ampliación de competencias de cualquier comunidad será inmediatamente reclamada por las demás. Para que luego reprochen al PP falta de sensibilidad autonómica.
El caso es que Cataluña, al igual que Madrid, Murcia y Baleares, no puede atender sus necesidades con la actual financiación, mientras Euskadi y Navarra las cubren muy largamente gracias al cupo y esto hace resentirse el principio de equidad. El problema es que se pueda imponer el criterio de la población y el perjuicio que ese sistema supondría para comunidades con la población muy dispersa, como Extremadura, las dos Castillas y Galicia. ¿Se pueden financiar las CCAA con criterios distintos? Siempre que reducidas a común denominador, las partes del todo no den más del 100%. Lástima que ahora no confíen en Pedro ni los presidentes socialistas y que el 100 de aquella cena de mayo se nos haya quedado en 78, mayormente por la crisis.
Santiago González, EL MUNDO, 22/12/2008