Editorial, LA VANGUARDIA, 9/12/11
¿Qué Europa saldrá de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se inició anoche en Bruselas? ¿La férrea disciplina de la canciller Merkel cuajará como nuevo eje vertebrador de la demasiadas veces malgastadora Unión? ¿Realmente, será esta la ocasión en que los problemas de la UE encontrarán acomodo aun a costa de una unión fiscal que obligue a todos los países al cumplimiento más absoluto de déficit y a muchos de ellos a una reforma laboral profunda, que en el caso de España podría conllevar la aprobación de contratos de 400 euros para jóvenes en paro y favorecer la bajada de salarios? ¿O la reunión será un fracaso, el euro saltará por los aires y la prevista recesión económica desembocará en una depresión? Conscientes del embrollo en que se encuentran, los líderes de los principales países hacían guardia y velaban sus armas con discursos; rotundo aunque tranquilizador el francés, ligero nerviosismo en las filas alemanas y amenazas de Cameron de hacer uso de su derecho a veto en la propuesta de reforma de los tratados que defienden Merkel y Sarkozy. Los mecanismos postelectorales en España hacen que en tan decisiva cumbre nuestro país esté representado por Zapatero, aunque lleva una posición previamente pactada con Mariano Rajoy, que ayer tuvo en Marsella su debut internacional tras su victoria del pasado 20 de noviembre. En sus encuentros con Sarkozy, Merkel y el enviado especial de Obama, Geithner, Rajoy insistió en una idea: su gobierno será solvente, se adoptarán decisiones rápidas y España cumplirá sus compromisos. Ideas las tres que en estos momentos de incertidumbre deberían servir para tranquilizar a las autoridades comunitarias.
Editorial, LA VANGUARDIA, 9/12/11