Fernando Reinares, wilsoncenter.org, 1/6/11
En los años siguientes a los atentados del 11 de septiembre, una cierta visión sobre Al-Qaeda, el terrorismo global y la amenaza del terrorismo global se convirtió en dominante en América del Norte y la Unión Europea. El argumento fue adoptado no sólo por muchos estudiosos y periodistas, sino también por muchos funcionarios del gobierno y, en ocasiones, tal vez también políticamente inducido por algunos expertos en la comunidad de inteligencia. De acuerdo a dicho planteamiento, como resultado de la intervención militar de Estados Unidos en Afganistán tras el 11-S, así como las iniciativas de lucha contra el terrorismo que siguieron en otros países de Asia meridional, el sudeste de Asia, Oriente Medio y Norte de África, el fenómeno del terrorismo yihadista sufrió una mutación fundamental que puede resumirse en los siguientes cuatro principios básicos.
En primer lugar, se argumentó, al-Qaeda fue destruido como una entidad terrorista en activo con estructuras de mando y control o jerarquía internas, llegando a ser casi impotente e irrelevante. En segundo lugar, el propio Osama bin Laden se convirtió en poco más que un símbolo, una figura carismática, incapaz tanto de conducir la yihad como de ejercer poder y control de manera relevante. En tercer lugar, el yihadismo global como tal fenómeno derivó en un fenómeno amorfo, no sólo descentralizado sino también desorganizado, y carente de liderazgo y estrategia. Y en cuarto lugar, como consecuencia, la fuente de la amenaza terrorista, en particular para las sociedades abiertas de Occidente, no se iba a encontrar en las organizaciones yihadistas formales, sino en células locales independientes de los extremistas, en la periferia del movimiento yihadista globalizado, actuando en solitario.
Sin embargo, hoy en día, un mes después de que fuerzas especiales de EE.UU. encontraran y mataran a Osama bin Laden, los datos procedentes de Abbottabad parecen refutar este argumento. La divulgación inicial de los ficheros informáticos y documentos en papel incautados en el escondite de Bin Laden demuestra que, hasta su muerte el 2 de mayo, a pesar del confinamiento en su complejo y su creciente descrédito entre el público musulmán en los últimos años, estaba haciendo mucho más que ofrecer de modo ocasional mensajes propagandísticos de audio y vídeo para arengar a sus seguidores. Él estaba actuando como el verdadero líder de una organización terrorista que sirve de identificación como la matriz de referencia para otras entidades jihadistas de todo el mundo. Osama estaba proporcionando orientación expresa y dictando directrices concretas para todas las células de al-Qaeda, ejerciendo así una influencia de autoridad sobre al-Qaeda en la Península Arábiga, y reuniéndose en su escondite con delegados talibanes paquistaníes.
Osama bin Laden estaba hasta hace muy poco exhortando a los jefes de operaciones de importancia de al-Qaeda, entre ellos Ayman al-Zawahiri y Atiyah Abd al-Rahman, con quien estaba en contacto frecuente y directo, para centrarse en los Estados Unidos sin perder de vista otros países como Canadá, Israel, el Reino Unido, España y Alemania. Sugirió un calendario de ataques en los Estados Unidos, incluyendo el 4 de julio y el 10º aniversario del 11-S. Indicó objetivos, tales como los trenes en una serie de ciudades de los EE.UU. o los petroleros e infraestructuras energéticas marítimas. Incluso se refirió al perfil de los individuos a ser reclutados y utilizados para debilitar a los Estados Unidos, incluyendo los afroamericanos y los latinos que, según él, son los oprimidos en los Estados Unidos. Y ordenó un modus operandi en particular -por ejemplo, ataques de comando coordinados en lugares turísticos de amplia ocupación en al menos tres países de Europa occidental, entre ellos Francia. Más allá de esta aspiración, fue el cerebro de atentados específicos con bomba, como el plan de compras de Semana Santa en Manchester en 2009. Ahora es evidente, al observar la información proporcionada a la prensa por funcionarios de EE.UU. tras el análisis inicial de los archivos encontrados en Abbottabad, que Bin Laden fue muy prolífico, de modo que ¿quién dijo que «la yihad no tenía un líder»?
Además, Bin Laden hizo más que transmitir mensajes con asesoramiento estratégico a los líderes de al-Qaeda en la Península Arábiga, lo que confirma el estatus de esta organización como primus inter pares en la relación de franquicias con el núcleo de al-Qaeda. El año pasado, decidió sobre si el liderazgo actual de AQAP debía permanecer sin cambios, a petición de la cúpula del grupo para instalar Anwar al Awlaki, el doctrinario yihadista nacido en Estados Unidos que tiene un seguimiento importante de internet. Al Shabaab también recibió instrucciones de Bin Laden. Sus principales comandantes en Somalia de hecho han hablado de vengar «la muerte de nuestro líder.» Unas dos semanas después de la operación SEAL, un comandante talibán afgano, dijo que había visitado a Osama bin Laden en Abbottabad y el portavoz pakistaní Therik e Taliban Pakistánse refirió al que parece ser el jefe provisional de al-Qaeda, Saif al Adel, como «nuestro nuevo líder.» Todo esto apunta a la coordinación de los afiliados con, y la subordinación a, el liderazgo de al-Qaeda.
Las noticias de Abbottabad dejan claro que Al Qaeda estaba articulada y activa hasta la muerte de Bin Laden, a pesar de ser débil en número y disminuida su capacidad a partir de 2002. También sugieren que Bin Laden sigue ejerciendo un dominio importante en sus filas y marca la estrategia general. Sus relaciones formales confirman aún más que el yihadismo global no es un fenómeno amorfo, sino completamente polimorfo, y el papel central de al-Qaeda en este movimiento heterogéneo y ampliado, formado por actores colectivos e individuales. Una década después del 11-S, la amenaza terrorista global se ha diversificado. Nadie debería negar la amenaza de la radicalización de lobos solitarios así como de células independientes. Pero la amenaza más seria en Occidente, como se ejemplifica en el 2004 con las explosiones en trenes de Madrid y en 2005 en los atentados suicidas con bomba de Londres, así como en los planes de atentados hasta ahora abortados, la representan entidades yihadistas perfectamente articuladas y organizadas, incluyendo una al-Qaeda con líder.
Fernando Reinares, wilsoncenter.org, 1/6/2011
(Catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos)