Alberto Ayala, EL CORREO, 5/10/12
La próxima legislatura girará en torno al debate soberanista, la consolidación de la paz y la crisis
Desde la página 1 Euskadi enfila, por fin, la recta final a la larguísima campaña electoral en que vive desde hace meses. Anoche, a las cero horas, se produjo el cambio oficial de traje. Lo que hasta ahora se llamaba ‘precampaña’ pasa a denominarse ‘campaña’ con absoluta propiedad. Además, candidatos y partidos ya pueden pedirnos formalmente el voto.
El sprint definitivo hacia la cita con las urnas del 21-O –primeros comicios autonómicos desde que ETA admitió su derrota, el día 20 hará un año, al anunciar su renuncia definitiva a las armas– llega con bastantes certezas y pronósticos coincidentes. Pero sin la seguridad de cuál será la composición del próximo Gobierno vasco.
Queda fuera de toda duda que la décima legislatura girará en torno a tres grandes asuntos. La crisis económica va a concitar casi toda la atención desde el primer día y es probable que durante bastante tiempo. La consolidación de la paz figura también en lugar preferente de la agenda política vasca y española hasta que ETA anuncie su disolución definitiva, con lo que ello pueda llevar implícito. Además, la mayoría de que gozarán las fuerzas nacionalistas en la nueva Cámara según los sondeos propiciará la reapertura del debate sobre el autogobierno, el soberanismo y el derecho a decidir en un claro regreso al pasado tras el paréntesis del Gobierno del cambio de Patxi López.
En plena eclosión soberanista en Cataluña, el PNV quiso confirmar ayer de forma explícita que la oleada llegará a Euskadi, y más pronto que tarde. Los jeltzales han diseñado varios movimientos en el tablero político para que el País Vasco consiga ‘más soberanía’.
¿Nuevo choque de trenes?
Desde Sabin Etxea solo se ha querido confirmar que propiciarán la creación de una ponencia (o grupo de trabajo) en el Parlamento vasco cuya misión será redactar un nuevo texto estatutario articulado para que sustituya al de Gernika. Su idea es que el documento contemple el derecho a decidir y que sea refrendado por los vascos. Lo que Urkullu se ha cuidado hasta ahora de aclarar es si el PNV seguiría o no adelante en caso de no recabar el apoyo al texto de alguna fuerza no nacionalista, singularmente el PSE. Ni si intentará consultar a los vascos aunque no tenga autorización, al estilo del desafío que acaban de plantear Mas y CiU. Demasiadas incógnitas en un material político altamente sensible como para no rememorar de inmediato el choque de trenes que marcó el mandato de Ibarretxe y que acabó con el PNV fuera del poder, por primera vez, pese a su amplia victoria en los comicios de 2009.
Hasta aquí las certezas. Todos los sondeos difundidos hasta ahora coinciden en que el Parlamento vasco que saldrá del 21-O reflejará el nuevo escenario político largamente anunciado para cuando terminara la pesadilla terrorista. Solo cuatro fuerzas, dos nacionalistas (PNV y EH Bildu) y dos no nacionalistas (PSE y PP). UPyD parece conservar algún boleto para retener el escaño en Álava. A la izquierda del PSE, la división entre Ezker Anitza-IU y EB parece dejar a ambos sin posibilidades.
Coincidencia también en otras variables. Que la nueva Cámara de Vitoria será una de las más abertzales de la historia. Que el PNV ganará y, por tanto, no habrá ‘sorpasso’ (adelantamiento) de la izquierda abertzale. Y que Urkullu convertirá el Gobierno López en un paréntesis porque será el próximo lehendakari.
En adelante, números, dudas y cábalas. El PNV no oculta su deseo de gobernar en solitario en minoría y ensayar la geometría variable como hizo en su día ZP. Esta opción cobraría fuerza si PNV y PP sumaran mayoría absoluta. Si por el contrario fueran EH Bildu y PSE quienes reunieran 38 escaños lo previsible es que jeltzales y socialistas negociaran un gobierno de coalición. Sobre la mesa, el reparto del poder. ¿También asuntos como el soberanismo y la lealtad?
Alberto Ayala, EL CORREO, 5/10/12