La reforma de la Constitución se hará según convenga. No habrá problema. ¿Por qué, de nuevo, se crea un problema artificial? Venga, más tensión, más falsos conflictos, más madera. Parece que lo ideal fuera que pariera dos a la vez. Las dos Españas de un golpe. Mellizos. O sea, iguales y diferentes al mismo tiempo. O que pariera la España plural, quintillizos.
Ni niño, ni niña. Ni dos niños, ni dos niñas. Niño y niña. Gemelos.Mellizos, que no es exactamente lo mismo. Nacidos del mismo parto.A la vez, como quien dice. Con unos minutos de diferencia. Ojo, que también pueden ser trillizos. O cuatrillizos. El comunicado oficial de La Zarzuela no dice nada al respecto. No se sabe. Puede ocurrir de todo. De momento, enhorabuena a los padres.
La reforma de la Constitución se hará según convenga. No habrá problema. ¿Por qué, de nuevo, se crea un problema artificial? Los expertos tienen que dar su doctrina. Y si hay un remoto atisbo de inquietud en el panorama, no nos privemos de ello, oye. Venga, más tensión. Más leña al fuego. Más falsos conflictos. Venga. Más madera. Más incertidumbre. Venga. Vamos a liarla un poco más.
A mí lo que me interesa es el estado de la madre. ¿Goza de buena salud?, ¿está contenta?, ¿va todo bien? El vientre de doña Leticia no es el bombo de la Lotería. Una mujer va a tener un hijo. O varios. Es cuestión de Estado, sí. Pero a mí me interesa más el estado de la Princesa. El factor humano, ya ves. Lo otro ya me lo sé: preguntas, alarmas, exageraciones, mentiras, especulaciones, peleas de especialistas. Todo esto se arregla al final. O bien, si la creciente estupidez se incrementa, no se arregla, y así vivimos todavía un poco peor, pudiendo vivir bastante mejor.
La tripa de la Princesa no es igual que cualquier otra tripa.Es verdad. Tan verdad como que cualquier otra tripa no es igual que ninguna otra tripa. No sé si me explico. Pero, de momento, Doña Letizia es una mujer que va a tener un hijo -o varios-, y a mí eso me interesa por sí mismo, y no quiero meter en esa tripa artículos de la Constitución, panfletos, pancartas, proclamas y libros gordos, sino envolverla de sosiego y alegría para que nazca un ser -o varios- afortunado y que irradie fortuna.
Ahora bien, puestos a la maldita política, niño y niña. Gemelos.Y que uno crezca monárquico y el otro, republicano. Uno, creyente, y el otro, agnóstico. Uno, de derechas, y el otro, de izquierdas.Uno, homosexual, y el otro, heterosexual. Uno, rubio, y el otro, moreno. Uno, de Ciencias, y el otro, de Letras -de Historia del Arte, a ser posible-. Uno, fan de Sabina -¡vaya temita!-, y el otro, de Julio Iglesias. Y, donde digo el otro, quiero decir la otra, faltaría más.
Se espera de Doña Letizia un heredero, pero parece que lo ideal fuera que pariera dos a la vez. Las dos Españas de un golpe. Mellizos. O sea, iguales y diferentes al mismo tiempo. O que pariera la España plural, quintillizos, con cuatro haciendo de mayoría y uno en plan minoría. O que pariera una camada de bebés federados o confederados, a ver si así resolvíamos la unidad y la diversidad de un golpe. O que pariera tantos bebés como autonomías, volando en helicóptero de una a otra para los sucesivos y casi simultáneos alumbramientos, para que ninguna se quedara sin su retoño integrador. De no ser así, ya lo dicen los profetas, se acerca el Juicio Final. Pero yo veo a una mujer que va ser madre y le deseo que duerma bien y no pase mucho calor este verano.
Manuel Hidalgo, EL MUNDO, 10/5/2005