EL PAÍS, 20/5/12
La exterrorista italiana Faranda se reúne con una víctima
Un cálido abrazo entre Giorgio Bazzega y Adriana Faranda puso fin ayer a la intensa mesa redonda Del terrorismo a la convivencia del Congreso sobre Memoria y Convivencia, que hoy cierra sus puertas en Bilbao. El joven, hijo de Sergio Bazzega. un policía víctima de las Brigadas Rojas, y la exmiembro de la banda terrorista italiana relataron sus respectivas experiencias vitales y coincidieron en una cosa: Es fundamental que se escuche los testimonios de los terroristas arrepentidos. “Es importante que Adriana y personas que han hecho su mismo recorrido hablen para cerrar el círculo. El diálogo puede derribar armas”, señaló Bazzega, que tenía dos años y medio cuando su padre murió en un tiroteo. Sus contactos con exterroristas de las Brigadas provocaron las “críticas” de otras víctimas.
Bazzega se mostró muy crítico con el papel del Estado italiano y los sucesivos gobiernos. “No se ha obtenido la verdad judicial de muchas situaciones”, critica. El joven no quiso aclarar en público si perdonó a los asesinos de su padre por ser una cuestión “íntima”, pero matizó que “sin perdón también se puede avanzar”.
Faranda explicó que durante su militancia en las Brigadas Rojas ella y sus compañeros pensaban que la violencia era “un mal necesario” y “no algo de lo que estar orgulloso”. La exterrorista, que participó en el secuestro del primer ministro italiano Aldo Moro en 1978, señaló que a lo largo de los 55 días que duró el cautiverio del máximo dirigente de la democracia cristiana “poco a poco se desvanecía el presidente y aparecía el ser humano”. Fue entonces cuando comprendió que “ningún ser humano puede elegir sobre la vida de otro”. Faranda leyó además una emotiva carta de una hija de Moro, con quien llegó a reunirse, en la que ésta asegura que, pese a que “nunca olvidará” lo que le hicieron a su padre, “todos juntos podemos colocar el pasado en su lugar”.
Durante el coloquio, que fue moderado por el periodista y también víctima de ETA, Gorka Landaburu, quien calificó de “error” que se hubiera “impedido” la presencia en el congreso de la exetarra Carmen Gisasola, Faranda relató el recorrido que le llevó a “disociarse” de las Brigadas Rojas, un camino en el que el secuestro de Moro tuvo mucho que ver. “Queríamos más justicia y resultó que nuestras acciones ya no eran justas. Desde un punto de vista social habíamos logrado un empeoramiento de las condiciones de vida: el final de la dialéctica parlamentaria y la militarización del territorio”, admitió Faranda.
Pese a las declarar que “no tiene miedo a las palabras”, Faranda diferenció entre el terrorismo de derechas y de izquierdas, que buscaba “subvertir el orden institucional” y no la “extensión del terror gratuito”. Preguntados por la situación vasca, ambos declinaron opinar por falta de información, aunque destacaron la importancia de congresos como éste.
EL PAÍS, 20/5/12