EL CONFIDENCIAL, 3/6/12
En la víspera de esta entrevista, me encuentro en El Mirador, restaurante madrileño del Parque de las Avenidas, sur de las Ventas, con el periodista, y profesor de la Carlos III, Luis Grandal.
– ¿Y tú te crees que sabes algo de ETA? –me clava en el pecho el canto de su whisky y me pone perdida la camiseta.
– Qué va. Yo no sé nada de ETA. ETA es un virus mutante, siempre lo ha sido. Nadie sabe nada de ETA.
– Florencio Domínguez –me vuelve a clavar el vaso, pero ya no queda líquido, para alivio de mi camiseta-. Florencio Domínguez es el único periodista que sabe de verdad lo que es ETA –me grita Grandal.
Florencio Domínguez Iribarren, periodista, columnista en El Correo, autor deLa agonía de ETA (La Esfera, 2012). Un libro que profundiza en los acontecimientos y razones que han llevado a la banda terrorista hasta este estado terminal que la obligó, en plena campaña de las últimas elecciones generales de 2011, a anunciar el fin de la violencia.
– Pero ETA sigue negándose a desaparecer. No nos equivoquemos. ETA todavía existe. Se resiste a dar el paso de la disolución definitiva. Pretende una negociación –asegura Domínguez Iribarren.
– Inquietante lo que dices. Porque en La agonía de ETA incides mucho en los continuos engaños que hemos sufrido en las sucesivas treguas. En las falsas treguas. ¿Nos creemos a ETA esta vez?
-La credibilidad de ETA, con todas las experiencias anteriores, está a cero. Ofrecieron esperanza con las treguas y siempre las frustraron. En este momento han ido más allá. Han anunciado un paso que venden como definitivo. Está en su mano demostrarnos si esta vez cumplen o no cumplen. Es asunto suyo. A nosotros solo nos queda esperar.
– Esperar es complicado –le digo-. En los últimos meses me ha llamado bastante gente a la que le han retirado los escoltas. Están bastante preocupados. La palabra es miedo.
– Es cierto. Los gobiernos español y vasco han hecho evaluaciones de riesgo y han retirado escoltas. El problema mayor está en la gente que vive en el País Vasco. Quizá no haya contra ellos una amenaza directa, pero sí sigue existiendo una presión ambiente que puede llegar a ser terrible.
– Antes de la ruptura de la última tregua, con la voladura de la T-4, también había una evaluación de riesgo mínima.
– Esto no es una tregua. Es algo más.
– Pero es igual de fácil de romper…
– Eso sí. Pero evaluarlo es responsabilidad de los expertos en seguridad. Si se están equivocando, tendrán que asumir las consecuencias. Tras el año 98 [“tregua indefinida” con José María Aznar en el poder] también se retiraron escoltas. Y algunas personas a las que se les retiraron escoltas sufrieron, después, atentados.
– Me gustaría que te mojaras. ¿Estarías de acuerdo con una reagrupación de presos de ETA, ya, en las cárceles del País Vasco?
– No. Todavía no.
– ¿Qué peligros tiene?
– ETA tratará de convertir el final de la dispersión en éxito político. El entorno lo está planteando como una batalla previa a otra batalla política, no como un paso para la desaparición definitiva de ETA.
– ¿Cuáles son esas batallas políticas posteriores?
– Las de siempre. La modificación del estatus político del País Vasco.
– Hablando de política. ¿Para ti, Otegi es ETA?
– Otegi es lo que digan los jueces. Ha sido miembro de ETA. Miembro de ETA con armas. Después estuvo en la legalidad y ahora está condenado.
– En La agonía de ETA pones cierto énfasis en resaltar la creciente paranoia de las cúpulas etarras por la presencia de topos policiales.
– Ha provocado una obsesión por los infiltrados que les ha obligado a tomar enormes medidas de seguridad. Dedicarse tanto a buscarlos les ha impedido realizar más actividades terroristas.
– ¿Qué pasará con estos topos cuando todo esto termine?
– Desaparecerán de la historia sin que lleguemos a saber nunca que trabajaron para las fuerzas de seguridad. Ni nosotros ni ETA.
– La agonía de ETA no es un libro de recapitulación histórica. Es un libro muy periodístico, con exclusivas. Desvela, por ejemplo, que antes de la ruptura de la tregua “socialista” con la bomba de la T-4, el 30 de diciembre de 2006, ETA había pretendido volar el Palacio de Justicia de Burgos a mediados de noviembre. Yo siempre interpreté aquello como una ruptura en el seno de ETA. Txeroki, Mikel Garikoitz Aspiazu, lideró una especie de ETA-Auténtica, en plan IRA, que reventó a la ETA oficial de Josu Ternera que dialogaba con el gobierno de Zapatero en busca de una solución definitiva. ¿Crees que, ahora, algún grupúsculo puede enfrentarse a la línea oficial y cometer un atentado?
– En otras experiencias de grupos terroristas que se han planteado el abandono de las armas, como el IRA, han surgido grupos reticentes a dejar de matar. Hay generaciones de militantes de ETA que lo único que han conocido son las armas. Para ellos, dejarlo no es sencillo. No saben hacer otra cosa. La actitud del Estado, en ese sentido, debe ser recelosa.
– ¿Pero, existe el riesgo?
– En lo inmediato, no lo creo. Hay expectativas políticas abiertas. Valorarán eso. Otra cosa es dentro de unos meses… Dentro de unos años…
EL CONFIDENCIAL, 3/6/12