Si comparamos los trabajos de las respectivas comisiones de investigación y las circunstancias que las han rodeado, veremos al menos cinco diferencias fundamentales que nos explican por qué sí hubo consenso allí y por qué no puede haberlo en nuestro país.
Al Gobierno le hubiera gustado lucir un informe de consenso en el aniversario del 11-M. Pero debería saber que eso es imposible y, aún más, que ese objetivo se convierte en pernicioso cuando se acompaña del mensaje de que existe un acuerdo generalizado, tan sólo impedido por la excepción del PP. Ese consenso sí se logró en Estados Unidos, tal como se ha reflejado en el informe sobre el 11-S que acaba de ser parcialmente traducido al español (11-S, El informe, Paidós, 2005). Si comparamos ambos casos, veremos al menos cinco diferencias fundamentales que nos explican por qué sí hubo consenso allí y por qué no puede haberlo en nuestro país.
Primera diferencia: la composición de la Comisión. La del 11-S estuvo formada a partes iguales por demócratas y republicanos, todos ellos completamente unidos en el interés de la nación común a la que mencionan al menos 3 veces en el breve prefacio del informe. Nuestra Comisión está integrada por varios partidos como el PNV o ERC que ni siquiera se sienten parte de la misma nación atacada por Al Qaeda. Tan sólo esta primera diferencia hace imposible cualquier consenso. Pero hay más.
Segunda diferencia: las causas del atentado. El propio presidente del Gobierno ha afirmado que la guerra de Irak intensificó nuestro peligro de ser objetivo de Al Qaeda. Esta valoración forma parte de una teoría más general según la cual la política internacional de Aznar fue parcialmente responsable del atentado. Huelga decir que en EEUU ni siquiera se les ha pasado por la cabeza la posibilidad de inculpación del Gobierno por su provocación.
Tercera diferencia: la naturaleza de la amenaza terrorista. La Comisión del 11-S identifica con claridad un enemigo, el terrorismo islamista, y la necesidad de defensa de la nación. En nuestra Comisión hay personas que piensan que el terrorismo islamista es en parte consecuencia de las acciones de los países occidentales. La misma noción de enemigo les parece discutible.
Cuarta diferencia: la respuesta a los atentados. La Comisión americana no sólo quiere prevenir más atentados. Además, piensa que la «eliminación» de Al Qaeda es un claro objetivo estratégico. Nuestra Comisión está dividida por profundas diferencias respecto a la política antiterrorista, la relativa a ETA y la internacional. Algunos incluso piensan que hay que dialogar con los terroristas. Y mientras el PSOE aboga por la «alianza de civilizaciones», el PP está mucho más cerca de la estrategia de combate directo contra Al Qaeda.
Quinta diferencia: la valoración de las reacciones al atentado. Una parte de nuestra Comisión defiende una lectura de la reacción gubernamental al 11-M comparable a la que hacía del Gobierno Bush Michael Moore en aquel lamentable documental sobre el 11-S. La Comisión del 11-S muestra una cara totalmente diferente de esa reacción. Pero una buena parte de la nuestra firmaría el documental de Moore y toda su filosofía sobre el terrorismo.
Edurne Uriarte, ABC, 8/3/2005