Raúl del Pozo-El Mundo
Durante la República los catalanes emitieron billetes, llamaron al Ejército rojo, Ejército de ocupación, dijeron que la guerra era entre españoles. Los nacionalistas vascos y catalanes –a los que la izquierda consideraba de extrema derecha– organizaron un frente común para resistir a las órdenes del Estado mayor. La República tuvo que aplicar un 155 avant la lettre. Cuenta Azaña, testigo de los muertos en las calles, cómo tuvieron que intervenir la Autonomía y la Policía, poniéndolas bajo las órdenes de un general. En Causas de la guerra de España, recopilación de los 11 artículos, Azaña relata, desde su amargo exilio en Francia, que los separatistas improvisaban leyes e instituciones. Cuenta como los monjes de Montserrat recibían a los ministros republicanos haciendo sonar el órgano y cantando el himno de Els Segadors.
Con el pie en estribo para irse a hablar con los dirigentes de la UE, dice Pedro Sánchez: «Les diré a los dirigentes que voy a visitar que el Estado español está defendiendo la causa de Europa en Cataluña». Una diputada socialista escucha a su secretario general y luego evoca aquel desbarajuste que Azaña vivió en directo, y cómo se repite la fascinación de la burguesía catalana con los anarquista de entonces, los de la CUP ahora. «Me parece un sueño la que están armando estos mamarrachos al mando de Puigdemont y Junqueras. Estoy de acuerdo con el 155. Lo que me inquieta es el abrazo de mi partido al PP. Me llegan mensajes diciendo que nos van a culpar de las acciones del Gobierno».
El momento es tan crítico que los partidos que defienden la Constitución deben olvidar egos y encuestas para desbaratar la mayor amenaza a la democracia de los últimos 40 años. Los políticos más prudentes piensan que algunos artículos de la Constitución se improvisaron en la Transición, sorteando las imposiciones. Ya cuando la abdicación del Rey tuvieron que reescribir en el aire las medidas a adoptar. No hay ley sin agujeros y menos una que nunca se ha aplicado. Con el 155 se podrá controlar a losMossosy las cuentas, pero no está claro si se suspende o no el Parlament.
¿Tiene la capacidad de convocar elecciones, y si la tiene, las va a convocar para perderlas? La batalla dejará hoy de darse en el territorio de las moquetas para salir al campo abierto de los adoquines. Puigdemont, confundiendo su sueño con la realidad, ha llevado a Cataluña al borde del caos. Le sigue una parte de la gente con el encantamiento que se adquiere como una epidemia.