EL CORREO – 20/12/14
· Los alumnos dicen que llevar a las aulas el relato de la violencia ayuda a «respetar» a los afectados y confiesan su sorpresa porque «no tengan ánimo de venganza».
«Lo que me ha impresionado es que cuenten algo tan terrible con tanta serenidad». Irati es una adolescente que de repente se encontró con cuarenta años de terrorismo en su propia aula. Aquella persona que le hablaba en clase era alguien tan normal como ella, como sus padres, como sus vecinos, como cualquiera de esas decenas de ciudadanos con los que se cruza a diario por la calle. Pero esta persona le explicaba que un totalitarismo desconocido para ella, incomprensible y tan atroz como para asesinar sin piedad, le había fulminado la vida. Que los disparos han formado parte del mundo real en Euskadi y que basta solo uno para cambiar el universo y la percepción de la vida. Que la perdida de un ser querido en un atentado obliga a aprender de nuevo a vivir. A Irati le explicó todo eso y algo más. Que no sentía odio. «Eso me dejó muy sorprendida», subraya la joven.
Irati forma parte de los 2.256 alumnos de cuarto de la ESO y Bachillerato en Euskadi que han tomado parte en el programa del Gobierno vasco para difundir en los centros educativos el testimonio de las víctimas de la violencia. El plan, denominado ‘Adi-Adian’ por el departamento de Paz y Convivencia, cumple un año de vigencia bajo el mandato del Ejecutivo de Urkullu, aunque ya el anterior gabinete del socialista Patxi López puso en marcha la iniciativa encaminada a que los damnificados tuvieran una presencia física en las aulas, no sin una larga y ardua negociación política previa.
Desde noviembre de 2013 este módulo ha sido impartido en 21 colegios e institutos. Un total de cincuenta sesiones, 47 de ellas conducidas presencialmente por diecisiete familiares directos de víctimas de ETA, de los Comandos Autónomos Anticapitalistas y de los GAL o que sufrieron abusos policiales. Medio centenar de retornos a un antiguo infierno.
«Estas personas hacen un importante esfuerzo personal. Se exponen ante grupos de jóvenes y exponen una parte muy dolorosa de sus vidas con un objetivo educativo», precisó ayer la consejera de Educación, Política Lingüística y Cultura, Cristina Uriarte, que analizó los resultados de la primera temporada del programa ‘Adi-Adian’ en compañía del secretario general para la Paz y la Convivencia, Jonan Fernández. «Ayudan a entender mejor las razones del compromiso con la no violencia porque muestran con su historia el impacto real que la violencia produce en la vida de las personas, y ofrecen un testimonio vital de convivencia y frente al odio», agregó la consejera, quien confió en que la experiencia, «muy positiva», se extienda el próximo año como mínimo a una treintena de centros.
De hecho, Uriarte manifestó que casi todos los colegios que han participado en el proyecto han solicitado repetir en 2015 y el Ejecutivo cuenta con solicitudes de otros 12 claustros docentes. «En total, estamos hablando de, al menos, 30 centros y más de 60 testimonios previstos, además de los que pueden ir sumándose durante el año», resumió.
«Arropadas y acompañadas»
¿Qué enseña fundamentalmente el plan? «Yo he aprendido a respetar a las víctimas», sostiene Galder, un adolescente que cursa sus estudios en euskera en un centro de Bilbao. «A mí me ha impresionado mucho su capacidad para dejar a un lado la venganza», coincide Jon, su compañero de aula. Es el denominador común de la experiencia.
«Los alumnos destacan el impacto que les produce escuchar el enorme sufrimiento que han padecido las víctimas y, tanto como eso, la sorpresa que les causa que estas personas no sientan odio», aclaró el secretario de Paz y Convivencia durante la rueda de prensa. «Para ellos», toda esa violencia que ha sembrado de llanto el País Vasco «es una cosa antigua, de sus padres, no tienen una idea clara; es algo de lo que no tienen un conocimiento cercano», ilustró el secretario de paz.
Dentro del repaso a este año de testimonios, los responsables del proyecto difundieron también la valoración de las propias víctimas. Según Fernández, éstas destacan la organización del programa, sus principios éticos claros y explícitos y, sobre todo, el espacio «seguro y discreto» que se ha generado alrededor para que ellas puedan desarrollarlo «con tranquilidad». Agradecen «el sentirse arropadas y acompañadas», puntualizó Fernández, tras recordar que «prestar testimonio de una experiencia personal tan dura supone un esfuerzo muy grande».
De hecho, ambos responsables desvelaron que todos los damnificados pidieron al Gobierno que «dosifique» su participación en las aulas, aunque se trate «también para ellos de una experiencia reparadora». «Subrayan que mantienen una discurso universal. Todos se sienten representados con el discurso de todos», sentenció Fernández, quien se mostró satisfecho de haber sacado este programa del «debate mediático-político».
EL CORREO – 20/12/14