Ayer se cumplieron veinte años del asesinato de once personas por ETA en una casa cuartel de la Guardia Civil, presionando al Gobierno en plena negociación de Argel. También ayer se cumplió la fecha de caducidad de la unidad contra el terrorismo, aunque el Gobierno haya tenido que ponerse al frente del clamor popular para recuperar una política de firmeza contra ETA.
La fecha de caducidad de la unidad contra el terrorismo expiró ayer. Justo cuando el PP, por cuarta vez, fracasaba en el Congreso con su petición de que se retirase el permiso para negociar con ETA y que se ilegalizase a ANV. Ayer, precisamente, se cumplían veinte años del atentado de ETA contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza, en donde murieron once personas, entre ellas cinco niñas.
Hace veinte años, un día como el de ayer, ETA presionaba al Gobierno en plena negociación de Argel. Desde entonces, la banda no ha variado de objetivos. Ni ha sufrido bajas por diferencias ideológicas. Ni desbandada considerable de votos. El grueso de su representación electoral se mantiene, a pesar de las dificultades que, sobre todo en la etapa del Gobierno de Aznar, tuvieron que sortear. Su capacidad de aterrorizar es mucho menor y el rechazo social se ha incrementando notablemente. Pero ahí siguen.
En todo este tiempo han intercambiado estilos y siglas para utilizar las instituciones desde donde poder controlar e intimidar a las fuerzas políticas democráticas. Han ido alternando treguas con acoso a la población. Guiños y ramas de olivo con la presión de las armas. Ahora, después de la ruptura del último montaje de su alto el fuego, el Gobierno de Zapatero ha tenido que ponerse al frente del clamor popular para recuperar una política de firmeza con la aplicación de la Justicia, aunque es posible que si se hubiera dado ya el paso anunciado para ilegalizar a ANV, el PP se habría ahorrado una iniciativa que no le corresponde.
Seguramente a las familias de los dos guardias civiles tiroteados en Capbreton les parecerá que se ha avanzado poco desde aquel atentado en Zaragoza. Pero hay algunos datos para el optimismo: a pesar de su reorganización durante la tregua, los comandos tienen sus movimientos mucho más controlados por la Policía. Después del atentado en Francia, el presidente Zapatero da muestras de agradecimiento al presidente Sarkozy (hoy lo hará también el Rey Juan Carlos en París). Un presidente, como el galo, que ya ha demostrado cómo reaccionan las autoridades de un país que ha servido durante tantos años de santuario a los terroristas y en donde éstos han dado el paso desesperado de matar cerca de su refugio.
La otra cara de la moneda es la radicalización de las autoridades nacionalistas. Después del pacto de Lizarra, y del proyecto de consulta de Ibarretxe, el camino no es fácil. Al Gobierno vasco le tiene encandilado, ahora, el proceso de independencia de Kosovo. Su portavoz dice que es un ejemplo. ¿Hombre! Euskadi no ha sufrido el bombardeo de la OTAN ni vivido bajo el protectorado de la ONU, ni tiene la inflación, el desempleo y las mafias de los kosovares. Pero quien empezó identificándose con las islas Cíes sigue buscando su Itaca independiente. Eso sí, sin que ETA le marque la agenda.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 12/12/2007