IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL Correo

  • El ejercicio arrancará mal, pero remontará por las vacunas, los fondos europeos y la mera comparación con el terrible 2020

El año que ahora comienza será sietemesino. Su antecesor, que acaba de irse, ha sido despedido sin pena. Los cohetes que atronaron en la nochevieja, más que recibir al año nuevo celebraban su marcha y en la mayoría de los domicilios, el tradicional ¡Feliz Año nuevo! se cambió por el menos ambicioso ¡Feliz año mejor! No será difícil que lo sea porque 2020 resultó ser un mal compañero. No lo necesitábamos y ni siquiera nos lo merecíamos. Un año para olvidar, aunque supongo que tardaremos en olvidarlo. La enfermedad se ha llevado a un número enorme -y escandalosamente indeterminado-, de compatriotas y nos ha dejado la economía hecha unos zorros. El PIB ha registrado una caída de esas que solo se ven en tiempos de guerra y el paro ha vuelto a guarismos que habitan en nuestras peores pesadillas. Eso es así y no hay manera de camuflarlo. Sin embargo, ahora que termina podemos asegurar, sin margen de error, que 2021 va a ser, probablemente, mucho mejor.

No se trata de un deseo, es una apuesta sin riesgo. Le doy solo tres razones, pues necesito ir a pasear para bajar el nivel de azúcar situado en las peligrosas alturas navideñas. Bajo la lluvia, claro, que esa es otra. La primera, incontestable, es que en economía siempre utilizamos términos relativos. Es decir, vamos a comparar todos los datos que vayamos registrando con los obtenidos en 2020 y estos han sido tan malos que todos van a ser mejores. Subirá el PIB y bajará el paro. No lo dude. Otra cosa será compararlos con los de 2019 y ahí las cosas no resultarán tan favorables. No llegaremos a igualarlas. Ni de lejos. Nos queda todavía mucho camino por delante para volver a donde estábamos ahí detrás.

El comienzo va a ser muy malo porque el aumento de los contagios llevará a nuevas restricciones

La segunda razón es que la pandemia, la causa de nuestros pesares, tiene los meses contados. Esto sí que es más un deseo que una realidad científica, pero podemos esperar que las vacunas, unas y otras, terminen por inmunizar, del Covid-19 y sus variantes, a este rebaño que formamos de manera tan obediente. La tercera nos llega desde Bruselas en forma de inyección de 140.000 millones de euros, todo un océano de dinero, para que pasemos el mal trago. ¿Dónde están los que se quejaban de la Unión Europea, los que clamaban en contra de sus criterios de actuación, los que maldecían su egoísmo? ¿Se imagina que sería de nosotros sin ése dinero? Es una oportunidad única e irrepetible que no podemos desaprovechar. Hay que hacerlo bien, necesitamos hacerlo bien y no es seguro que el complejo sistema ideado por el gobierno vaya a ser eficaz. Demasiada política igual a mal comienzo. Pero, bueno, es solo el comienzo. Habrá que dar un voto de confianza.

¿Por qué digo que 2021 será sietemesino? Pues porque el comienzo va a ser muy malo, tenemos por delante varios meses que serán meses perdidos. El levantamiento de las restricciones a la movilidad durante las fiestas y la despreocupada actitud de muchos de nosotros para incumplir incluso las relajadas, están provocando un empeoramiento de los datos de la pandemia, lo cual me temo, nos obligará a volver a las restricciones más severas de olas previas. Los primeros meses, hasta que las vacunas se generalicen y se empiecen a materializar las inversiones inducidas por las ayudas europeas van a ser de nuevo muy malos en el terreno económico.

Si 2021 será malo en su primera mitad -puede darlo por seguro-, debería ser lo contrario en la segunda y por razones exactamente contrarias. A mediados de año estaremos en condiciones de iniciar la remontada, pero también de cuantificar con precisión la hondura del daño estructural causado a nuestra economía. Vienen tiempos mejores, pero todavía nos queda un rato de pelea contra la enfermedad y de constatar la destrucción de la actividad. ¡Uf! Se va a hacer largo, muy largo…