ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

  • El presidente genuflexo cae víctima del desprestigio entre sus propios votantes

Este 2023 viene cargado de esperanzas de cambio en España, indispensable para poner fin a la crispación guerracivilista propiciada por el mandato de Frankenstein y abordar la recuperación de una convivencia normalizada, condición ‘sine qua non’ para regresar a la senda del progreso. Todas las encuestas salvo las del CIS de Tezanos, cuya desviación sistemática a favor de la coalición gubernamental raya la prevaricación, auguran una victoria holgada del centro-derecha en las generales, pareja al descalabro de la izquierda: 130 diputados el PP, 50 Vox, 100 el PSOE, 20 Podemos, con leves variaciones de tres o cuatro escaños en cada bloque, que marcan la tendencia ascendente del vencedor en detrimento del derrotado.

La penuria económica que sufren millones de familias hace mella en las expectativas de Sánchez y sus socios de Gabinete, a pesar del derroche de dinero público invertido en comprar sufragios, pero el electorado parece castigar con mayor dureza aún los intentos descarados de retorcer la democracia para someter a la Justicia, así como el pago de humillantes tributos de sumisión a los separatistas catalanes y vascos a cambio de su apoyo. Un respaldo fugaz, condicionado a la percepción de dichas contrapartidas infames, cuyo próxima manifestación será la exigencia de un referéndum de autodeterminación, y desde luego interesado, del que ellos resultan ser los únicos beneficiarios. A tenor de los mencionados sondeos, mientras los socialistas pagan muy cara en intención de voto esas prebendas injustificables, sus receptores se mantienen inamovibles o incluso conquistan alguna silla más. Solo los golpistas de ERC y JxCat, los representantes de ETA y la veleta peneuvista obtienen rentabilidad de esta afrenta constante a la Constitución, la legalidad y la igualdad entre los españoles. El presidente genuflexo cae víctima del desprestigio entre sus propios votantes y sus auxiliares de Podemos andan enzarzados en luchas fratricidas por un puesto de salida en las listas, una vez acreditada su absoluta falta de preparación para ejercer responsabilidades de gobierno (ahí están las decenas de violadores excarcelados merced a la ‘ley del solo sí es sí’, obra cumbre de Irene Montero,) y la incoherencia flagrante entre lo que prometieron y la que ha resultado ser su conducta personal. Ellos sí que han podido medrar al calor del presupuesto. Los demás estamos infinitamente peor.

El Año Nuevo va a poner en dificultades al populismo de vía estrecha para dar una oportunidad a la gestión tranquila y solvente, aunque no será tarea fácil. Ante la dificultad de defender el legado sanchista, la poderosa artillería política y mediática de la izquierda va a centrar sus esfuerzos en desacreditar a Núñez Feijóo, que encarna la alternativa y encabeza la carrera. Tratarán de impedirle hacer pactos con Abascal tras las elecciones autonómicas y anunciarán el Apocalipsis cuando los cierre, porque sabrán que su tiempo se acaba. Ha empezado la cuenta atrás.