Santiago González, EL MUNDO, 23/7/12
Los más memoriosos del lugar recuerdan sin duda los tiempos en que los datos macroeconómicos no prevalecían contra el optimismo gubernamental. Las encuestas acusaban un lento descenso en la intención de voto al partido del Gobierno, en el que no nos quedó espacio para el disimulo ni brotes verdes que nos taparan las vergüenzas.
Recordarán también que los gobernantes hacían una lectura positiva de las entrañas de la oca, aunque la pobre hubiera muerto de cirrosis: en la valoración de líderes, Rajoy no despegaba y quedaba por detrás de Zapatero, pese a que la intención de voto popular aumentaba en todos los sondeos respecto a los socialistas.
La encuesta de Sigma Dos discurre por parecida lógica y debería constituir elemento de reflexión para los dos partidos mayoritarios: la intención de voto al PP ha caído 8,8 puntos en estos meses sin que el principal partido de la oposición rebañe ni uno solo (0,8). Los encuestados no han olvidado quién empezó este baile, pese al meritorio y desprejuiciado empuje de Valenciano. También los socialistas cayeron 8,8 puntos desde las elecciones de marzo de 2008 hasta las medidas que le fueron dictadas a José Luis en mayo de 2010, durante la noche de las llamadas largas. Es la misma caída, pero en el caso del PP se produce molto più vivace. A punto por mes no le quedan votantes para soportar toda la legislatura, aun sin contar con el ritmo acelerado de las desafecciones, que han supuesto la pérdida de tres puntos en el último mes.
Al mismo tiempo, la valoración del presidente cae desde unas alturas que no eran para producir vértigo, aunque el fondo siempre puede estar algo más abajo. La caída de los líderes también ha sido muy pareja: Zapatero alcanzó aquel mes de mayo un 3,73 y Rajoy ahora 3,72, también en mucho menos tiempo.
Se lo ha ganado a pulso. No tanto por los recortes, como por la indeterminación, por haberse tomado tan al pie de la letra la máxima de Tierno «los programas están hechos para incumplirlos» y sustituir recortes de gasto por subidas de impuestos. Las autonomías, la negativa a la comparecencia por Bankia, y así. Un Gobierno del PP demostró a los españoles que se podía recaudar más bajando los impuestos y otro va a demostrarnos que se puede recaudar menos subiéndolos. Todas las medidas son necesarias, pero insuficientes. Los mercados no aflojarán mientras comprueben que las CCAA son tan reacias a renunciar a una sola de sus 3.000 empresas públicas y el Gobierno a una reforma drástica de la Administración.
El mismo jueves en que el Congreso votaba los recortes, el Bundestag autorizó la mayor cantidad de ayudas a España (30.000 millones) si aprobaba el rescate máximo. Las ausencias de los parlamentarios alemanes no llegaron al 3%, mientras el debate en el Congreso español no consiguió atraer al presidente, que sólo se acercó a la hora de votar.
España no es Grecia, hemos repetido con mucha convicción, aunque nos vamos pareciendo tanto. No hemos entrado en crisis, sino en una etapa de decadencia duradera, como la del siglo de oro, como la de 1898, aunque sin talento literario. El equivalente de las glorias de entonces son los Bardem, Diego Botto y la peña, ahora cejijunta. Me temo que tenemos para rato.
Santiago González, EL MUNDO, 23/7/12