A pesar del desánimo, del desestimiento ocasional, Confebask ha llegado hasta aquí con no pocos sacrificios. Durante estos años, sus representantes se han encontrado no sólo cómodos sino satisfechos con el marco estatutario. Y lo decían. Aunque era mucho más fácil expresarlo cuando gobernaba Ardanza.
La conmemoración de los 25 años de historia de la Confederación Empresarial Vasca (Confebask) tendrá un sabor menos amargo después de conocer la detención del etarra ‘Txeroki’, que asesinó al juez Lidón, ordenó el atentado de la T-4, fue responsable del asesinato de Isaías Carrasco y mató, según propia confesión coloquial, a los dos guardias civiles en Capbreton. No es que la captura de este jefe de comandos, junto a Lopez Zurutuza, vaya a ser determinante en la trayectoria de ETA (entre otras cosas porque los etarras van pasando mientras la banda permanece), pero alivia saber que en un Estado de Derecho, quien delinque tiene que acabar rindiendo cuentas ante la Justicia.
De la misma forma que los jueces se han sentido reconfortados al saber que el asesino de su compañero tendrá que pagar por lo que hizo, los empresarios también se toman un respiro contenido. La trayectoria de Confebask durante estos 25 años no ha sido un camino de rosas. Sus representantes, que han actuado en nombre de los más de 13.000 afiliados que sostiene la patronal vasca, han estado sometidos a una constante presión en tres dimensiones. La del terrorismo puro y duro, con sus extorsiones, amenazas y atentados. La sindical nacionalista que le ha puesto palos en las ruedas en infinidad de ocasiones. Y la política, en un país en donde la manifestación crítica al orden establecido no suele ser bien considerada. Los empresarios, como tantos otros sectores de la sociedad vasca, han demostrado ser unos resistentes, como colectivo. A pesar de las bajas, del desánimo, del desestimiento ocasional. Confebask ha llegado hasta aquí con no pocos sacrificios. Sus representantes , durante estos años, se han encontrado no sólo cómodos sino satisfechos con el marco estatutario. Han sido siempre partidarios de no rebasar el marco estatutario. Y lo decían.
Se han producido, sin embargo, tantos movimientos en el campo político en las dos últimas legislaturas, que era mucho más fácil expresarlo, como lo hacían en este sentido, cuando gobernaba Ardanza, por ejemplo, con aquellos ejecutivos transversales desde los que podía gobernar sin dividir a la sociedad vasca. De los presidentes que han pasado por la cúpula de la Confederación cabe recordar la impronta de José María Vizcaíno, que dejó una estela muy marcada por su capacidad de liderazgo, su facilidad para comunicarse, su afán emprendedor y su coraje para cantar las ‘verdades del barquero’ cuando hacía falta. En una reunión con Otegi, cuando era el interlocutor de moda durante la tregua del 98, le espetó que «aquí, los verdaderos patriotas somos nosotros, que invertimos y creamos trabajo». A su sucesor Román Knorr le tocó lidiar con la presión de los nacionalistas que pusieron el grito en el cielo cuando leyó el documento crítico con el plan Ibarretxe, en puertas de Ajuria Enea. Ahora, con Miguel Lazpiur se está aplicando otro estilo. No hay más que leer sus últimos deseos: que se haga «algo» entre todos para que la paz sea posible. Tres formas de llevar el timón de un sector que ha tenido que mantenerse a flote navegando en una olla a presión.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 19/11/2008