Editorial, EL MUNDO, 22/8/12
LAS VOTACIONES del 21 de octubre en el País Vasco son mucho más que unas elecciones al uso porque en esta ocasión el proyecto político de ETA vuelve al Parlamento autonómico. Eso significa que, en función del apoyo que obtenga Bildu y las alianzas postelectorales resultantes, podría tomar cuerpo en la próxima legislatura el proyecto rupturista que lidera la izquierda abertzale.
Los proetarras están envalentonados. Se abre para ellos la puerta que la Ley de Partidos mantuvo cerrada durante años y no están dispuestos a desaprovechar la ocasión. Pretenden rentabilizar cínicamente el cese del terrorismo, como si no hubieran sido el trabajo de las Fuerzas de Seguridad y la firmeza de los demócratas los causantes de la agonía de ETA. Como si ellos, los radicales, no se hubieran aprovechado de las armas para ir dando pasos hacia sus objetivos políticos.
La nefasta sentencia del Tribunal Constitucional que permitió legalizar a Bildu va a propiciar que aquellos que no creen en el sistema de convivencia que ha dado estabilidad al país todos estos años puedan intentar dinamitarlo desde dentro. Ahí tiene una gravísima responsabilidad el PSOE, que movió los resortes a su alcance para que el fallo fuera ése y no otro. Y ya estamos empezando a ver los resultados allí donde gobiernan los amigos de ETA, como es el caso de San Sebastián.
Las encuestas de intención de voto no son precisamente tranquilizadoras. Vaticinan en estos momentos una victoria del PNV, pero por un escaso margen sobre los batasunos. El PSOE se derrumba y el PP no sube, e incluso podría perder un escaño. Lo que parece seguro ya es que el paréntesis abierto por Patxi López tras tres décadas de gobiernos nacionalistas toca a su fin.
El lehendakari se ha desfondado intentando nadar siempre entre dos aguas. Por un lado tenía que cumplir el pacto con el PP, que le permitía seguir al frente del Gobierno. Por otro, trataba de seguir avanzando en la línea de los compromisos adquiridos por el Gobierno de Zapatero durante la negociación con ETA. Su mandato ha tenido luces y sombras. Llevó la normalidad a la calle hasta que Bildu se incorporó a los ayuntamientos y también ha permitido visualizar que los dos grandes partidos nacionales pueden colaborar cuando anteponen el bien general.
El adelanto de los comicios que ayer anunció Patxi López estaba cantado y carece de importancia. Desde el momento en que eligió como baza electoral oponerse a los recortes de Rajoy sabía que Basagoiti dejaría de prestarle apoyo. Con sólo 25 diputados nunca podría aprobar los próximos Presupuestos.
Lo realmente trascendente ahora es que ya tenemos fecha, este otoño, para vislumbrar cuáles pueden ser los retos del Estado si se recrudece la ofensiva soberanista en el País Vasco. Será en esos comicios de octubre donde empezarán a concretarse las claves del nuevo horizonte vasco.
Editorial, EL MUNDO, 22/8/12