JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 13/05/16
· El pánico que acongoja a Sánchez muestra que piensa formar un gobierno con independientes ilustres.
Cuanto más se acercan las nuevas elecciones menos se parecen a las anteriores. Si el 20-D todos estaban contra el PP, el 26-J todos están contra todos, hasta el punto de surgir disputas dentro de ellos. La más sonada es la de los socialistas valencianos, que quieren pactar con Podemos listas conjuntas para el Senado, y su dirección central, que se opone rotundamente a ello.
Conscientes de que un cisma en vísperas de elecciones iba a llevarles al mayor cacharrazo de su historia, han echado el freno y buscan un compromiso precisamente con los nacionalistas de Compromís en vez de con Podemos. Sinceramente, no sé qué será peor, pero es su problema. El pánico que acongoja a Sánchez muestra que piensa formar un gobierno con independientes ilustres, señal de que no se fía de los de su entorno. Creo que acierta y le aplaudo la inclusión en el gabinete de Borrell, un free spirit, al que, tras ganar unas primarias para sustituir a Felipe González, la propia dirección del partido defenestró por Almunia, para perder.
También Margarita Robles, otro espíritu libre, es un buen fichaje. Da la impresión de que Sánchez intenta conectar con la vieja guardia que tanto le critica. En su desesperación es capaz de fichar a Corcuera, mejor que alguno de los que le rodean. Pero ¿es esta la renovación que proclama o una vuelta al felipismo más tradicional?
Otra gran diferencia con el 20-D es la actitud de Ciudadanos. Si entonces su pacto con el PSOE era «para echar al PP del Gobierno con Rajoy a la cabeza», ahora resulta, según el propio Rivera, que era para «impedir que Podemos llegase a gobernar», algo bastante distinto, pues, según mostraron los hechos, Sánchez buscó con ahínco el pacto con Iglesias y sólo las exorbitantes exigencias de este, que incluían la exclusión de Ciudadanos junto con el referéndum catalán, lo hicieron imposible al habérselo prohibido su Comité Federal. O sea, que fue este quien impidió tal pacto, no Rivera, «prescindible» para Sánchez, de haber logrado su propósito de entenderse con Iglesias.
También Iglesias ha cambiado: visto que no conseguía hacerse el factótum del nuevo gobierno, con Sánchez como figura decorativa, se dedica a ponerle todas las zancadillas que puede, al tiempo que le deja en ridículo, uno de sus entretenimientos favoritos, mientras se digiere a Garzón como apetitivo, para quedarse como dueño y señor de la izquierda.
A todo ello, el PP sigue en sus trincheras. Ha resistido el asalto durante cuatro meses y los sitiadores combaten entre sí con el ardor con que antes lo combatían. La incógnita es: ¿ha cambiado también el electorado? Dicho de otra forma: si el 20-D los españoles castigamos a los partidos tradicionales por los ajustes y la corrupción, ¿volveremos a votarlos el 26-J, no por creer habernos equivocado, sino por conocer mejor a los emergentes y pensar que el cambio no vale la pena? Tal vez nosotros mismos no lo sepamos. Tenemos un mes largo para pensárnoslo.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 13/05/16