Santiago González, EL MUNDO, 10/9/11
Dentro de cinco o seis años no habrá nadie que recuerde por qué la Vuelta Ciclista a España estuvo 33 años sin venir a Euskadi. De hecho, sólo los más viejos del lugar recordarán que no vino en esas tres décadas largas. La causa fue el fetichismo onomástico que sufren los más tenaces hijos de este pueblo. Era el nombre de España. Sus orígenes eran vascos y republicanos; tuvo un precedente en 1934, la carrera Gran Premio de la República, con el recorrido Eibar- Madrid-Eibar, promovida por los fabricantes de bicicletas eibarreses. Al año siguiente se celeró la primera Vuelta Ciclista a España, que quedó interrumpida por la Guerra Civil tras su segunda edición.
Suspendida nuevamente, primero por la guerra mundial y después por la escasez de la posguerra española, no remonta definitivamente el vuelo hasta 1955, cuando empieza a organizarla El Correo Español-El Pueblo Vasco y se convierte en una de las tres grandes pruebas del ciclismo internacional por etapas. Así fue hasta que en 1978, el año que marca la gran escalada terrorista de ETA, con 68 asesinatos, los organizadores dejan su tarea y la Vuelta empieza a orillar el País Vasco por razones de seguridad.
Ha habido intentos. Los más recientes se produjeron el 11 de diciembre de 2008, en el que los votos del tripartito Ibarretxe y el Partido Comunista de las Tierras Vascas derrotaron la propuesta del PP y el PSE con la consigna de que Euskadi no es España. Un año más tarde volvió a examinarse el asunto con nueva correlación de fuerzas. Los 39 escaños del PSE, PP y UPyD pidieron y consiguieron el 16 de noviembre de 2009 que las etapas de ayer y hoy se corran en Euskadi, con el voto en contra del PNV y EA.
El partido-guía tiene un sentimiento ambivalente: se siente marcado de cerca por Bildu y no se atreve a soltarse el pelo del todo, pero en su fuero interno no se opone. No hubo cambio de postura oficial, pero sí oficioso. El diario del partido dedicó ayer su editorial favorable y ocho páginas al asunto. Seguramente les hizo tentarse la ropa la gran afición al ciclismo de la peña, especialmente evidente en el puerto del Vivero, que parecía el Tourmalet, mayormente por la cantidad de majaderos que impedían la marcha normal de los corredores, invadiendo la calzada con sus ikurriñas.
En una de esas ocho páginas, Deia entrevista a tres ciclistas vascos de la última edición: José Luis Mayoz, Javier Elorriaga y Andrés Gandarias. Recuerda este último: «ETA había puesto en el 68 o 69 una bomba en Urbasa [Fue el 9 de mayo de 1968]», precisa el diario entre corchetes. Cierto, exactamente en el kilómetro 57 de la etapa. La memoria del viejo corredor tampoco anda descaminada: el 6 de abril de 1969 hubo otra bomba, aunque no la puso ETA. Fueron dos jóvenes militantes de EGI, las Juventudes del PNV, Joaquín Artajo y Alberto Asurmendi, a quienes les estalló entre las manos dentro del coche que ocupaban. Ocho años más tarde, el PNV reivindicó su militancia. Fue en la revista Euzkadi, el 23 de febrero de 1977.
Han cambiado mucho los tiempos desde entonces. El fervor ciclista que se vivió ayer en las calles de Bilbao no va a tener opositores para que vuelva a repetirse en 2012. Hemos salido en las teles de todo el mundo, nos han visto el Guggenheim y la torre de Iberdrola. Y encima, ha ganado un vasco.
Santiago González, EL MUNDO, 10/9/11