40, sí, hay algo que celebrar

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 17/06/17

Teodoro León Gross
Teodoro León Gross

· 40 años y un día después, como si se tratara de una larguísima condena, desde la izquierda populista se repetía la consigna de nada que celebrar en el aniversario de las primeras elecciones democráticas. En fin, nada raro. Es coherente con la impugnación del Régimen del 78; y también con el adanismo marca de la casa.

En Podemos actúan como si la democracia tuvieran que inaugurarla ellos. De hecho, su premisa es que todo poder sin Podemos es corrupto, ya sea como herederos del Régimen del 78 o como parte de la trama de intereses económico-financiero-mediáticos de la Triple Alianza (PP+PSOE+Cs), que maneja los hilos del sistema. Iglesias no pierde una oportunidad de establecer la línea roja. En el lado bueno, por supuesto, está él. No se equivocaba Mariano Rajoy con su «cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí, el suyo, beneficio político», aunque deconstruir su frase casi requiere un catedrático protoderridano de la Sorbona.

Visto esto, lo de los vecinos y el alcalde casi parece un aforismo clarividente de Chateaubriand. Rajoy, esta vez, apuntaba, sin más, al viejo principio revolucionario de cuanto peor, mejor, acuñado seguramente por Nikolái G. Chernyshevski. Podemos se nutre del malestar. Cuanto peor están las cosas, más clientela. Su oferta a la carta se nutre de la desdicha colectiva.

Del legado de la Transición (1977-2017), cuyas imperfecciones no devalúan el éxito de evolucionar desde una dictadura cimentada en una Guerra Civil devastadora a una democracia en pocos meses, queda este escenario. Ayer, el editorial del periódico, uno de los grandes intelectuales colectivos de esos años, sintetizaba el hecho diferencial: en 1977 triunfó la voluntad de los grandes consensos. Así es. Y contra eso, Podemos ha optado por la solución más directa: colocar bajo sospecha esos consensos. A poco que haya entendimiento entre PP, PSOE o Cs, ellos claman ¡la trama! ¡la trama! No hay consenso transversal posible.

Definitivamente, Podemos, para su proceso destituyente, se ha propuesto ante todo desacreditar la Transición. No será fácil. Más allá de la tentación del blanqueo de la historia (Baudrillard), estas cuatro décadas, sin ser Eldorado, han sido los años de mayor bienestar, mayor libertad, mayor prosperidad en la modernidad española. No parece fácil tapar ese éxito. De ahí la ironía del descaro podemita de reescribir la Historia para su clientela de millennials. Como Guardiola al hablar de un Estado autoritario.

La clave de bóveda de la estrategia de Podemos es, de hecho, Cataluña. Es su gran caladero de votos, y su muleta estratégica. Podemos traza su línea roja ahí, apoyando el referéndum. No les abruma manipular falsariamente la realidad vendiendo el mensaje de «poner urnas no puede ser ilegal». Tres décadas de escolarización doctrinal en Cataluña han preparado a una generación para comprar ese camelo. Su objetivo ya es el día después, una vez fracasado el referéndum: colocar al PSOE ante la tesitura de elegir el cebo del pacto progresista o Rajoy. Este es el escenario tramposo.

El PSOE ha reivindicado hasta ahora el legado de la Transición, pero eso es coyuntural. Después del 1 de octubre, una vez fracasado el referéndum, eso habrá caducado y Podemos regresará al discurso del pacto de progreso, confiando en dejar al PSOE sin argumentos para refutar el pacto con ERC, Bildu, etc. Sí, la hipótesis de que ERC o Bildu son una referencia progresista resulta irrisoria, pero Podemos manejará ese cebo. Y el PSOE noesnoísta de Sánchez tendrá un margen de maniobra limitado. De eso se trata, ¿qué sucederá un día después del fracaso del 1 de octubre?

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 17/06/17