Nunca os he tuteado desde esta sección, pero hoy voy a hacerlo. Espero que os parezca bien.
Cuando el 19 de junio de 1980 me subí a una de las mesas de la destartalada redacción de Diario 16 y prometí que bajo mi dirección aquel iba a ser «un periódico radical, inflexible en la defensa de los derechos humanos y las libertades públicas», estaba pensando en vosotros.
No estaba encaramándome a una tambaleante plataforma de poder, sino asumiendo una obligación que en realidad era una forma de vida.
La dedicada a servir a vuestro derecho a la información, tal y como lo acababa de definir y consagrar la Constitución.
«El enemigo no escapará», prometí remedando al general Ridgeway en la guerra de Corea.
Juré cumplir ese compromiso delante de mi editor Juan Tomás de Salas, de Jesús Polanco y Juan Luis Cebrián, competidores y a la vez colegas, de los líderes del PSOE, Enrique Múgica y Gerardo Galeote y de cuatro ministros de UCD: Fernandez Ordóñez, José Luis Leal, Juan José Rosón y Joaquín Garrigues Walker, que asistió al último acto público de su vida antes de ser devorado por la leucemia.
Ellos fueron los testigos, pero sois vosotros, los lectores, el público, los que cuarenta y cinco años después, tres periódicos y muchas peripecias después, podéis juzgar si he sido o no fiel a mi palabra.
Por mi parte, debo decir que he intentado, que sigo intentando, en cuerpo y alma, llenar de contenido cada día ese derecho ajeno. Y considero tal privilegio contar con vuestra confianza, que esa forma de vida, compartida además desde hace una década con la persona a la que amo, se ha convertido en una fuente de felicidad cuyo inagotable manantial arrastra y diluye tanto los recuerdos amargos como las dificultades del presente.
Por eso quiero daros las gracias y dedicaros esta tarta de cumpleaños, iluminada por cuarenta y cinco velas compartidas. Son las linternas que nos hemos pasado de mano en mano.
1.- El editorial de la edición extra de Diario 16 que tecleé en mi máquina de escribir la noche del 23-F y que se repartió en las inmediaciones del Congreso sitiado, poco después de la medianoche: «Es tiempo de cogerse del brazo, sin distinción de derechas e izquierdas, tiempo de levantar una muralla por la que no pase el caimán. Todos con la Constitución, todos por la democracia».
2.- La publicación en solitario, ocho meses después, de las declaraciones sumariales de los golpistas que desvelaban la «conspiración» entre Milans y Armada, con Tejero como instrumento. Se trataba de una exclusiva de la agencia Lid de Manu Leguineche, pero los gobernadores civiles llamaron a los directores de los periódicos y ningún otro se atrevió a difundirla. La policía se presentó de madrugada en nuestra sede ordenando parar la rotativa, pero el redactor-jefe Alberto Otaño exigió «el papelito». Es decir, el mandato judicial que nunca llegó. Las «lecheras» policiales cercaron el edificio impidiendo el reparto hasta que a media mañana levantaron el asedio.
3.- El reportaje «Así asaltamos el Congreso» en el que en el primer aniversario del golpe un soldado de la compañía de la División Acorazada que entró en el parlamento relataba como el capitán Álvarez-Arenas -sobrino del último ministro del Ejército del franquismo- amenazó con «un tiro en la nuca» a quien no le secundara. En señal de protesta Milans, Armada, Tejero y los demás se negaron a bajar a la sala del juicio y el Consejo Supremo de Justicia Militar cedió a sus presiones y me expulsó de la sala. En una sentencia histórica el Tribunal Constitucional me devolvió la credencial.
4.- La ruptura del monopolio que las «Hojas del Lunes» ejercían un día a la semana sobre el derecho a informar libremente recogido en la Constitución. Cuando Diario 16 se presentó a primera hora de la mañana también ese día en los quioscos, las Asociaciones de la Prensa nos demandaron y el Gobierno nos abrió un expediente. Pronto otros medios nos secundaron. A los periodistas se nos acabó el descanso dominical obligatorio, pero los lectores de los lunes estuvieron mejor informados.
5.- La lucha por la libre práctica del periodismo frente a la pretensión de las Asociaciones de la Prensa de convertirse en colegios profesionales a los que fuera obligatorio pertenecer. Eso implicaba también convertir a las Facultades de Ciencias de la Información en la única vía para llegar a ser periodista. Frente a este modelo, que heredaba los mecanismos de control del franquismo, unos cuantos -coordinados por Víctor de la Serna- dimos la batalla desde la sección española del Instituto Internacional de Prensa y conseguimos que prevaleciera el planteamiento abierto acorde con la Constitución. Periodista es quien ejerce el periodismo al servicio de sus lectores u oyentes.
6.- La «Carta abierta al presidente del Poder Judicial» que publiqué en mayo de 1985 denunciando la conducta del juez Félix Guevara quien ordenó mi ingreso en el calabozo por no haber acudido a su citación por un asunto trivial. Luego confesó que me había encerrado durante horas «por un capricho». Ese capricho era su ajuste de cuentas por las críticas de Diario 16 a los comentarios racistas de su padre, también magistrado, durante el juicio por el asesinato de los Marqueses de Urquijo. Estaba en juego el derecho de la prensa a criticar las conductas y resoluciones judiciales.
7.- El impactante reportaje del verano de 1987 sobre el hallazgo del zulo de los GAL en un monte del sur de Francia firmado por Melchor Miralles y Ricardo Arqués. Su contenido impulsó las investigaciones del juez Garzón que dieron pie al ingreso en prisión de los policías Amedo y Domínguez. Era el primer vínculo patente entre el gobierno y los asesinatos en el entorno de ETA. Nuestras publicaciones desataron la ira de González contra Diario 16. En una recepción en el Congreso llegó a decirme que “lo único que tenemos que negociar con ETA es que si ellos dejan de matarnos a nosotros, nosotros dejaremos de matarles a ellos”.
8.- Mi negativa a obedecer la orden que el editor Juan Tomás de Salas me transmitió por escrito para que apartara a Melchor Miralles de la investigación sobre los GAL. Puse mi cargo a su disposición, pero cuando me llegó una oferta de Polanco y Cebrián para que dirigiera la revista de Prisa «El Globo», Salas aparcó la cuestión y me retuvo con el compromiso de premiarme con el 10% de las acciones de Diario 16. No sólo no lo cumplió sino que me puso en la calle cuando se redoblaron las presiones del Gobierno.
9.- La trilogía de artículos que publiqué con el título «La prevaricación de Javier Moscoso», cuando el entonces Fiscal General fingió creerse las llamadas «cartas portuguesas» para pedir la libertad de Amedo y Domínguez. Descubrimos que eran una burda falsificación, urdida por la policía española para que los mercenarios encarcelados en Portugal se desdijeran de sus acusaciones. Moscoso pretendió presentar una querella contra mí, pero al someterla a la Junta de Fiscales de Sala se quedó en clamorosa minoría.
10.- Mis reflejos al plantar cara al ministro del Interior José Luis Corcuera cuando, durante un debate en TVE en noviembre de 1988, me acusó de repente de haber publicado cinco entrevistas a dirigentes de Herri Batasuna: «¿Sabe cuántas veces mientras publicábamos esas entrevistas se han reunido representantes de su ministerio con la dirección de ETA en Argel? Nueve veces, señor ministro». Después del debate, Corcuera se desquitó ante testigos: «Te sientes muy seguro porque eres director de un periódico, pero puedes dejar de serlo muy pronto». Fue mejor profeta que ministro.
11.- La entrevista que un mes después hice en París a la cúpula de ETA, echándoles en cara sus asesinatos sin eufemismo alguno, planteándoles todas las preguntas que cualquier ciudadano esperaba oírles contestar. Fue sin duda la ocasión en la que me resultó más desagradable cumplir con mi obligación de informar.
12.- La determinación colectiva de fundar El Mundo –»un nuevo periódico para una nueva generación de lectores”- cuando fui destituido de Diario 16. Yo no tenía la opción de quedarme. Pero Paco Umbral y Forges, Melchor Miralles y Juan Carlos Laviana, Casimiro García-Abadillo y Fernando Garea, Lucía Méndez y Fernando Baeta, Manuel Hidalgo y Fernando Múgica -por mencionar a unos pocos- sí que la tenían. Casi medio centenar de escritores y periodistas abandonaron sus posiciones y empleos para sumarse al empeño. Compartían el lema de Tácito que nos sirvió de primera bandera: «Es poco atractivo lo seguro, en el riesgo está la esperanza». El tiempo les dio la razón.
13.- Mi primera carta como director de El Mundo convirtiendo la declaración de intenciones de Diario 16 en un manifiesto impreso al que ataba mi palabra: «Toda noticia de cuya veracidad y relevancia estemos convencidos, será publicada, le incomode a quien le incomode. Toda investigación periodística, alentada por el derecho a saber de los lectores, será culminada, le pese a quien le pese. En este periódico no habrá tabúes, ni cotos vedados, ni zonas de sombra, ni sanctasanctórum. Si alguien pretende hacer pasarnos por el aro que abandone desde hoy toda esperanza».
14.- Las investigaciones sobre el caso Juan Guerra que irritaron tanto a Felipe González como para instar al nuevo Fiscal General Leopoldo Torres a que se querellara contra cinco miembros de la redacción, acusándoles de calumniar al Gobierno. Era un delito condenado con penas de cárcel. Sin embargo, el juez de la Audiencia Nacional Carlos Dívar -que llegaría a presidente del Supremo con Zapatero- ni siquiera admitió a trámite la querella. Fue un gran triunfo de la libertad de expresión y todos los españoles supieron que el Consejo de Ministros aprobó una subvención a sabiendas de que estaba favoreciendo al hermano del Vicepresidente.
15.- Mi artículo de septiembre de 1990 «Un verano en Mallorca» en el que por primera vez un gran medio nacional acusaba a Juan Carlos I de anteponer sus aficiones privadas a sus obligaciones públicas: «Empieza a parecer como si en torno a Marivent fuera esclerotizándose una especie de camarilla de cuaderno de bitácora que termina envolviendo al Rey en una atmósfera de superficialidad y necedades». Juan Carlos me dijo que lo interpretaba como mi respuesta a su intervención en mi cese en Diario 16. Al hacerlo desveló algo que yo desconocía. Pronto me di cuenta de que González y él formaban una sociedad de protección mutua.
16.- El descubrimiento en 1991 del caso Filesa, primer gran escándalo de financiación ilegal de un gran partido político, con pruebas documentales inapelables. Nos las proporcionó el contable de la empresa tapadera que usaba el PSOE para facturar a constructoras, bancos o eléctricas por informes inexistentes y pagar a su vez gastos electorales del partido. Rodaron cabezas en la ejecutiva del PSOE y el responsable de la trama en Cataluña Josep María Sala terminó en la cárcel, pagando culpas propias y ajenas.
«El descubrimiento en 1991 del caso Filesa, primer gran escándalo de financiación ilegal de un gran partido político»
17.- La denuncia en 1992 del caso Ibercorp, estafa protagonizada por dos banqueros -De la Concha y Soto- estrechamente vinculados al sector del Gobierno denominado beautiful people. Tanto el exministro Miguel Boyer como el gobernador del Banco de España Mariano Rubio estaban entre los beneficiados por la venta de sus acciones, antes de la quiebra del grupo. Rubio presionó en vano a los accionistas italianos de El Mundo para que abortaran nuestra investigación. Dos años después desvelamos que el propio gobernador había mantenido una cuenta secreta con dinero negro en Ibercorp. Eso motivó su dimisión, su detención y su descrédito.
18.- La tan inaudita como intencionada noticia de junio del 92: «Según el BOE, el Rey firmó una ley en Madrid un día que estaba en Suiza». El Gobierno trató de tapar lo sucedido atribuyéndolo a un error tipográfico, pero dos meses después la revista Oggi desveló que Juan Carlos mantenía «una relación estable con la decoradora Marta Gayá». El Mundo reprodujo la noticia y aguantó a pie firme toda una campaña de descrédito. Los españoles tenían derecho a conocer la cara B del Jefe del Estado. Mis malos augurios de «Un verano en Mallorca» estaban materializándose.
19.- El descubrimiento en 1993 de la precuela del caso Filesa. Lo bautizamos el caso Ferraz. El PSOE había recaudado directamente cientos de millones de forma ilegal mediante una operativa mucho más burda que la de los informes falsos. Los donantes entregaban el dinero en bolsas de plástico al propio secretario de Alfonso Guerra. El PSOE ingresaba ese dinero negro en dos cuentas bancarias bajo el concepto «aportaciones a programas de las secretarías». Años después Álvaro Lapuerta y Bárcenas reproducirían el modelo en el PP.
20.- Las importantes aportaciones a la investigación sobre las practicas irregulares y en algunos casos delictivas de Mario Conde al frente de Banesto, a pesar de que en ese momento el banco poseía un 4% de las acciones de El Mundo.
21.- La gran exclusiva de Manuel Cerdán y Antonio Rubio, en marzo de 1994, cuando lograron entrevistar en París al huido Luis Roldán. La policía de medio mundo estaba ya buscándole, pero le encontramos nosotros. El titular principal –»No me van a engañar como a Amedo»- desencadenaría la reacción en cadena que terminó desmontando el tinglado de corrupción y guerra sucia que se había desarrollado bajo la protección de Felipe González.
22.- La siguiente gran entrevista exclusiva, esta vez con el propio Amedo y su compañero el policía Domínguez, firmada por Melchor Miralles. Detallaba la implicación de la cúpula de Interior en el secuestro por error del viajante Segundo Marey. La publicamos en cuatro entregas a partir del 26 de diciembre de ese 1994 con titulares como: «En todo momento tuvimos conciencia de que los GAL eran un montaje del Gobierno», «Barrionuevo supervisó personalmente la libertad de Marey» o “Sancristóbal llamó a Barrionuevo: «Oye, ministro, si te parece esta noche le soltamos». Vera y Sancristóbal fueron encarcelados por Garzón.
23.- El desenmascaramiento de la farsa organizada por el biministro Belloch para lograr la entrega de Roldán mediante la falsificación de los «papeles de Laos». Belloch nos había pedido ayuda para contactar con él y al tratar de apuntarse el éxito nos acusó de complicidad con el huido. Pero Cerdán y Rubio reventaron su mala representación en el aeropuerto de Bangkok. Había incluido a un camarero francés disfrazado de «capitán Khan» y el pago al intermediario Paesa de 200 millones de pesetas de los fondos reservados.
24.- La revelación en abril de 1995 del hallazgo de los cadáveres de los etarras Lasa y Zabala, asesinados por guardias civiles a las órdenes del general Galindo, en una localidad alicantina, después de haber sido torturados en San Sebastián. Nuestra exclusiva incluía fotografías que mostraban los apósitos y otras huellas de las prácticas salvajes a las que habían sido sometidos antes de ser enterrados en cal viva. Las imágenes generaron un clamor de indignación: era intolerable que en nombre de la democracia se hubiera incurrido en esos horrores.
«La revelación en abril de 1995 del hallazgo de los cadáveres de los etarras Lasa y Zabala, asesinados por guardias civiles a las órdenes del general Galindo»
25.- El descubrimiento al mes siguiente de las escuchas ilegales del CESID. Durante años el servicio de espionaje dirigido por el general Alonso Manglano, había grabado y archivado, sin cobertura legal alguna, conversaciones de políticos, empresarios y periodistas. Incluso del propio rey Juan Carlos. Los estadillos del CESID eran sonrojantes. Además de Manglano tuvieron que dimitir el vicepresidente Serra y el ministro de Defensa García Vargas. El Times de Londres escribió entonces que «El Mundo está siendo mejor guardián de los valores éticos de la política española que todas las demás instituciones juntas».
26.- La reproducción de la declaración judicial del que fuera líder del PSOE vasco García Damborenea sobre los orígenes del GAL: «El presidente tomó la decisión». Sólo la llamada «doctrina de los estigmas» por la que una mayoría del Supremo decidió protegerle como jefe del ejecutivo, salvó a González del banquillo de los acusados.
27.- Nuestra insistencia, después de la histórica «amarga victoria» de Aznar en el 96, en que cumpliera con su promesa de desclasificar los «papeles del CESID» sobre la guerra sucia para entregárselos a la Justicia. Inicialmente Aznar se negó y eso le valió severas críticas del periódico que más había apoyado sus promesas regeneracionistas. También revelaciones como el secuestro de mendigos para ensayar fármacos anestésicos dentro de la llamada Operación Menghele. Aznar remitió la decisión a la Sala Tercera del Supremo y esta, alegando que todos los actos del Gobierno debían pasar por el control de legalidad, desclasificó buena parte de los documentos. Fue otro gran triunfo del derecho a la información.
28.- Las dos decisiones que tomé en noviembre de 1997 cuando comenzó a circular el vídeo sexual fruto del infame montaje contra mí. La primera, denunciarlo ante la justicia. La segunda, encargar una investigación periodística como si la víctima fuera otro. La conjunción de ambas iniciativas desembocó en la condena a penas de cárcel tanto de la mujer utilizada, como de sus inductores, incluidos el asistente personal de Felipe González, Ángel Patón, el exgobernador de Guipúzcoa Goñi Tirapu y el turbio abogado Rodríguez Menéndez. El ex número 2 de Interior Rafael Vera fue absuelto al no convertirse su «probable» implicación en «certeza», pero poco después Goñi Tirapu reveló que había recogido en su casa el dinero para pagar a los autores materiales. La sentencia del Tribunal Supremo estableció que un «grupo organizado» vinculado a la trama de los GAL había intentado «desprestigiar al señor Ramírez por su línea informativa y editorial».
29.- Mi carta del 16 de marzo de 2003, el mismo día de la declaración de las Azores, titulada «Cien argumentos contra la invasión de Irak por la administración Bush con el respaldo de España». Más allá de nuestros planteamientos pacifistas, me parecía determinante que ni los observadores de la ONU, ni los servicios de inteligencia habían aportado prueba alguna de la existencia de las armas de destrucción masiva. Fue mi mayor desencuentro con Aznar. Por desgracia aún llegaría el «argumento ciento uno»: la muerte de Julio Anguita Parrado durante el cerco a Bagdad. Tras los asesinatos de López de Lacalle en Andoaín y de Julio Fuentes en Afganistán, sería el tercer mártir por la causa de la libertad de expresión en la redacción de El Mundo.
30.- La cobertura informativa que desde el mismo momento de las explosiones prestamos a la masacre del 11-M, movilizando todos nuestros recursos para contar lo que ocurría y tratando de mantener la serenidad pese a la dimensión de la tragedia. El Mundo fue el único de los grandes periódicos que no atribuyó la masacre a ETA en el titular de su edición extra. Yo mismo lo decidí después de hablar con Aznar y comprobar que, si bien estaba convencido de esa autoría, no tenía pruebas que la sustentaran.
«El Mundo fue el único de los grandes periódicos que no atribuyó la masacre a ETA en el titular de su edición extra»
31.- La investigación sobre el 11-M por la que me siento a la vez orgulloso y frustrado. A lo largo de los años, Casimiro García-Abadillo, Fernando Múgica, Antonio Rubio o Joaquín Manso, descubrieron aspectos claves que la versión oficial ocultaba. Fue el caso de la condición de confidentes policiales de varios de los imputados, de la falta de análisis científicos de los explosivos -el Tribunal ordenó realizarlos tres años después de la masacre-, de la manipulación de lo hallado en la mochila de Vallecas, de la ocultación de pruebas que hubieran favorecido a Zougam o de los serios indicios de falso testimonio de las testigos rumanas. Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, nos puso una demanda sobre el honor y eso permitió nuevas periciales en sede judicial, en las que se demostró que el teléfono hallado en la mochila no conservaba la hora de los atentados. La sentencia desestimatoria de la Audiencia de Madrid subrayó nuestra “actitud pertinaz para esclarecer o intentar esclarecer lo que había ocurrido”. Y respecto a nuestras discrepancias con la sentencia principal del 11-M añadió: “La verdad periodística no tiene por qué coincidir con la verdad judicial, de la misma manera que esta a veces no coincide con la verdadera realidad de los hechos”. De ahí la frustración.
32.- Los cuatro puntos de mi credo, basado en citas de Montaigne cuando recibí el premio de la Universidad de Tubinga que llevaba su nombre: 1.- «Es feo el vicio de mentir porque aquel que falsea la palabra traiciona la relación pública». 2.- «Podéis encomendarnos tantas cargas lesivas como queráis, pero perderéis el tiempo si nos las encomendáis vergonzosas e innobles». 3.- «Quiera Dios que jamás el dolor tenga tanto ascendiente para mí como para impedirme hablar de él». 4.- «Cada cual ha de jurarse a sí mismo lo que los reyes de Egipto hacían jurar a los jueces: que no se desviará de su deber fuera cual fuera la orden que ellos mismos les dieren».
33.- Las actas de las negociaciones secretas entre el Gobierno de Zapatero y ETA, obtenidas por Ángeles Escrivá, las pruebas del chivatazo del bar Faisán obtenidas por el inolvidable Fernando Lázaro y la larga entrevista que me concedió Ortega Lara. Estos tres documentos iluminan las concesiones que al menos en el plano simbólico supuso el «proceso de paz» con ETA y la grave equivocación que supone estar cediendo la construcción del relato a los legatarios de la banda.
34.- La memoria de Paco Umbral diseminada en todas las columnas que publicó durante los 20 últimos años de su vida en los que fui su director. De él queda no sólo su genialidad literaria, sino también su implicación en todas las batallas en pro de la verdad que habíamos librado juntos. «Alaban mi estilo los que quisieran matar mi pensamiento», advertía él mismo. Sus balbuceantes palabras finales –»Romanticismo»… «clasicismo»… «las uvas doradas»… «punto»- compendian la última columna que no pudo escribir, pero también todo cuanto nos aportó a tantos.
35.- Las Cartas de la ‘serie Jano’ de alto contenido informativo fruto de la relación directa que mantuve con Zapatero durante sus años en la Moncloa. Mediante la interposición de un interlocutor imaginario inspirado en el dios de las dos caras, pude reproducir diálogos con el presidente que incluían noticias clave sobre su política económica durante la crisis financiera. A diferencia del resto de presidentes, Zapatero fue capaz de compatibilizar esa confianza personal con las duras críticas que dediqué a muchas de sus iniciativas.
36.- La denuncia contra el entonces presidente de Telefónica César Alierta por haber obtenido un beneficio de 400 millones de pesetas con información privilegiada, a través de su sobrino, cuando estaba al frente de Tabacalera. Ningún otro medio nos secundó y Telefónica retiró la publicidad al periódico. Alierta fue juzgado y absuelto por prescripción pero los «hechos probados» -sobre los que recurrió en vano ante el Supremo- corroboraron nuestras noticias. Desde el Consejo de la Competitividad Alierta contribuyó activamente a mi destitución como director de El Mundo.
37.- La posición frontalmente crítica adoptada por el periódico desde que se conoció el accidente de caza de Juan Carlos en Botswana. Las revelaciones de Ana Romero y la gran exclusiva que supuso su entrevista con Corinna cambiaron para siempre la percepción que los españoles tenían del Jefe del Estado y desencadenaron su abdicación.
«Las revelaciones de Ana Romero y la gran exclusiva que supuso su entrevista con Corinna cambiaron para siempre la percepción que los españoles tenían del Jefe del Estado»
38.- El descubrimiento y denuncia del caso Noos por parte de Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta, primero desde Mallorca y luego en su dimensión nacional. Sus revelaciones crearon la mayor crisis en el seno de la familia real y abocaron a Urdangarín a la cárcel y a la Infanta Cristina al banquillo.
39.- Mis “Cuatro horas con Bárcenas”. Yo no le busqué, pero el ex tesorero del PP me colocó ante la obligación de publicar las graves revelaciones de las que me había hecho depositario. Perjudicaban al partido al que El Mundo venía apoyando y me obligaban a pedir la dimisión de Rajoy. Lo hice sin vacilar y puse la documentación clave a disposición de la Justicia. Los mensajes de móvil con el “Luis sé fuerte” debieron haber sido la puntilla que acabara con aquel presidente, pero la destitución que provocaron fue la mía. Algunos ejecutivos italianos necios y un directivo español mediocre y ambicioso propiciaron el desenlace.
40.- Mi artículo «El Estafermo» que retrataba tanto a Rajoy como a sus cómplices y aduladores. La decisión de censurarlo desencadenó mi ruptura definitiva con el periódico que había fundado 25 años antes en noviembre de 2014. Tras un breve intento de amordazarme invocando un pacto de no competencia, incumplido por los censores, recuperé la libertad para iniciar la que iba a ser tercera -y creo que definitiva- «salida de don Quijote».
41.- Las doce campanadas del Año Nuevo de 2015 que anunciaron el nacimiento de EL ESPAÑOL y dieron paso a un proceso de crowdfunding en el que yo prediqué con el ejemplo invirtiendo el total de mi indemnización como director de El Mundo. O más bien de lo que me había dejado Hacienda. Más de 5.400 inversores os sumasteis al empeño, batiendo el récord mundial del sector y garantizando la independencia del periódico. El León de El Español comenzó a rugir entre dificultades tecnológicas pero diez años después ostenta -ya durante 22 meses seguidos- el liderazgo absoluto de la prensa en términos de audiencia.
42.- La exclusiva de Carlota Guindal y Esteban Urreiztieta con la que EL ESPAÑOL inició su andadura en octubre de 2015: un manuscrito de Jordi Pujol de 2001 en el que se declaraba propietario del dinero oculto en una cuenta de Andorra bajo la titularidad formal de su hijo Jordi Pujol Ferrusola. Añadía que en caso de fallecimiento los fondos debían pasar al dominio de su esposa. La cuenta se había abierto un año antes con un ingreso de 1,8 millones. Eso desbarataba su «confesión» de que el origen del dinero en el extranjero era una herencia de su padre. Todo apuntaba a las mordidas de su etapa en la Generalitat. El documento fue clave para que la Fiscalía acusara a Pujol de asociación ilícita y blanqueo.
43.- La exclusiva de Ana Romero en EL ESPAÑOL en noviembre de 2015, con impactantes fotos incluidas, sobre el lujoso nido de amor que Juan Carlos compartió con Corinna en los Alpes suizos en plena crisis económica en España. Se trataba de un apartamento de 300 metros conocido como The Royal o el «dúplex del Rey» que ella vendió después del accidente de caza de Botswana y que pasó a alquilarse por 7.000 euros al día.
44.- La serie de revelaciones exclusivas publicadas por María Peral en EL ESPAÑOL en julio de 2020 sobre la fortuna oculta de Juan Carlos. En concreto sobre la creación en el palacio de la Zarzuela de una estructura en Suiza para esconder los cien millones de dólares que le había donado la monarquía saudí y sobre cómo los transfirió luego a una cuenta de Corinna en las Bahamas. La serie incluía también las declaraciones del gestor Arturo Fassana y el abogado Dante Canónica ante el fiscal de Ginebra. Ningún documento oficial acreditaba ni el origen ni el motivo de la donación. Según desveló nuestro periódico, el primo y presunto testaferro del Rey, Alvaro de Orleans declaró que Juan Carlos y Corinna y mantenían «una pasión tóxica que daba escalofríos». Juan Carlos tuvo que irse semanas después a vivir a Abu Dabi. La Fiscalía española abrió una investigación por fraude fiscal y blanqueo. Juan Carlos fue avisado a tiempo y realizó pagos voluntarios a Hacienda para regularizar su deuda. El Rey Felipe renunció a la herencia y retiró a su padre la asignación de la Casa Real.
45.- Las exclusivas de Jorge Calabrés, con importantes aportaciones de Arturo Criado, sobre la red de corrupción coordinada por Koldo, Ábalos y Santos Cerdán. EL ESPAÑOL contribuyó decisivamente a desvelar primero las relaciones de Aldama con la trama de comisionistas del ministerio de Transportes y el pago de mordidas por las adjudicaciones de obras. Después descubrió la continuidad de los lazos de Koldo con Santos Cerdán. Más adelante describió la entrega de 500.000€ a Koldo en casa de Pepe Hidalgo para pagar a Abalos por el rescate de Air Europa. Luego desveló los lazos de Santos Cerdán con Antxon Alonso y Servinabar. También las actividades de la fontanera Leire Díez -incluido el ofrecimiento del video sexual del fiscal Grinda- y su condición de asalariada de Gaspar Zarrías. Las últimas aportaciones de EL ESPAÑOL tras el reciente informe de la UCO, se centran en los serios indicios de que Sánchez conoció y toleró las actividades de la trama así como en su conexión con la financiación irregular del PSOE. EL ESPAÑOL ha fijado inequívocamente su posición editorial: «Sánchez debe dimitir, haya elecciones o no».
Aunque estas 45 velas, en forma de linternas encendidas, vayan diluyéndose con sus haces de vainilla en el inmenso firmamento estrellado de la historia de la búsqueda de la verdad, ningún soplido o golpe de viento podrá apagarlas nunca. Celebrémoslo juntos y vamos a por las 50.