La Comisión Gestora del PSOE se está encontrando más dificultades de las que esperaba para hacer virar al partido del no al PP que defendió hasta el final Pedro Sánchez, hacia la abstención para conseguir que Mariano Rajoy sea investido presidente. La caída del secretario general no ha provocado un efecto en cadena a favor del acercamiento al PP. Varios secretarios generales –y federaciones enteras, como el Partit dels Socialistes de Catalunya– están exigiendo que Ferraz consulte a la militancia si quiere que el PSOE haga presidente a Rajoy. Como aseguró ayer la presidenta de Baleares, Francina Armengol, eso sería «un viraje muy fuerte» y deberían aprobarlo los militantes.
Los nervios en Ferraz aumentan a medida que ve peligrar la unidad de voto de los diputados socialistas. Y los llamamientos a la disciplina «de obligatorio cumplimiento», como dijo el portavoz de la Gestora, Mario Jiménez, se multiplicaron ayer.
Dos diputados críticos denunciaron en conversación con EL MUNDO «amenazas indirectas de expulsión» contra los que mantengan su no a Rajoy si el Comité Federal decide lo contrario. Fuentes de la Gestora negaron esas amenazas.
El presidente de la dirección provisional socialista, Javier Fernández, ha convocado el martes a todos sus diputados y senadores en una reunión previa al Comité Federal que tomará la decisión definitiva. El problema para Ferraz es que en el supuesto debate que se ha abierto en el partido, muy pocos defienden de momento abiertamente que el PSOE se debe abstener para hacer presidente a Rajoy. Y muchos siguen rechazándolo de forma rotunda.
El PSC, por ejemplo, mantiene de forma firme –así lo aseguran los dos candidatos a liderar el partido– su no a Rajoy. Los siete diputados socialistas catalanes romperían, en principio, la disciplina de voto si el PSOE decide abstenerse. Pero no serían los únicos. Pedro Sánchez y al menos otros siete u ocho diputados parecen dispuestos a mantener la promesa que hicieron en la campaña electoral de no permitir que Rajoy sea presidente con su voto. Eso supondría entre 15 y 20 diputados de 84 que rechazarían la decisión de los barones, si apuestan por abstenerse.
Por eso ayer el portavoz de la Gestora, Mario Jiménez, volvió a advertir a todos los parlamentarios de que la decisión que adopte el partido será «de obligatorio cumplimiento». La Gestora no descarta otras fórmulas de voto para no dar imagen de ruptura interna. Javier Fernández era partidario de adoptar una posición común a todo el Grupo Socialista, pero aún no se ha descartado que se apruebe una «abstención mínima», de 11 diputados, para permitir la investidura de Rajoy.
Mientras, los críticos se siguen organizando para exigir una consulta y la convocatoria inmediata de un congreso. El alcalde de Jun (Granada) visitó ayer Ferraz y aseguró que tiene ya casi 70.000 firmas de militantes cotejadas que exigen ese congreso. Entre esas rúbricas estarían las de 500 alcaldes de toda España que rechazan lo que está ocurriendo en el PSOE, según afirmó.