IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Centrémonos en la mayor. Visto desde una óptica ajena y opuesta al ‘procés’, la sensación que dejaron las elecciones de ayer son una triste mezcla de hastío y desesperanza. Siempre he pensado que Ortega y Gasset acertó en su discurso ante las Cortes del 13 de mayo de 1932 sobre el Estatut donde dijo aquello de: «El problema catalán… es un problema que no se puede resolver, que solo se puede conllevar». En el eje identitario, lo esencial se mantiene igual. Mayoría ‘indepe’ de escaños y mayoría de votos constitucionales, o lo que eso signifique, considerando que para llegar a ese resultado es necesario sumar a la marca local de Podemos. Si vamos al eje izquierda-derecha la victoria de la izquierda es abrumadora.

En cualquier caso, los ciudadanos catalanes han decidido seguir instalados en su particular bucle melancólico. ¿Qué se puede hacer? Pues creo que falta una vía por explorar, ya que han fracasado todos los intentos anteriores: la colaboración con Pujol; la mezcla de apatía y conllevanza de Rajoy y el buenismo iluso de Sánchez. Tampoco ha tenido efecto la evidente pérdida, absoluta y relativa, de peso económico. Los ‘indepes’ han conseguido desviar el tiro y achacar la culpa de sus males a los malvados ladrones de Madrid, que ‘Ens roba’.

¿Qué queda entonces? Pues salir del bucle, cortar el raca-raca y enfrentarse a la realidad. Dejar las ensoñaciones y discutir las cosas de comer. Hablar del reparto de la deuda que les corresponde, de cómo pagar lo que deben al Estado, de cómo queda el déficit de las pensiones, de cuales será las relaciones con una UE abandonada, tras abandonar España. Porque es evidente que, mientras debatamos de presuntos derechos y de frustradas ilusiones y mientras Cataluña pueda sortear la calificación de bono basura de sus emisiones de deuda gracias a la ayuda del Estado, no hay nada que hacer. ¿Cuántas elecciones más necesitamos para darnos cuenta de esa evidencia?

Pero nada de eso se hará. Unos, porque no nos atrevemos y otros porque no quieren dejar de soñar. A cambio, nos entretendremos en hablar de gobiernos posibles, de combinaciones circenses, del triunfo del mediático Illa, de la pugna interna en el mundo indepe, del suicidio del centro derecha constitucional, del alivio de Podemos, del hundimiento de la opción nacionalista moderada… Así, hasta las próximas elecciones. Concentrados en los mismos sueños con un gobierno, o lo que sea, muy alejado de las realidades cotidianas.