- El presidentín de la vulgaridad ha dejado escapar la ampliación del aeropuerto de El Prat. Mil setecientos millones de inversión. Ole tú
Que dicen Aragonés y Puigneró, a la sazón presidentín y vicepresidentín de ese armatoste denominado vulgaridad de Cataluña, que la culpa es de España. Que el gobierno de Su Pedridad no ha querido dialogar, que los ha pretendido chantajear, que si se ha roto la confianza, que si una denominada laguna Ricarda, que desconocíamos, hay que mantenerla. En fin, excusas de enfermo, que se hace pipí en la cama y dice que suda. Porque lo que no se le puede pedir a nadie, incluido al guaperas monclovita, es pasarte el día manifestándote en contra de la ampliación del aeropuerto, acudir a manifestaciones para salvar a esa tal Ricarda y mentar la madre que trajo al mundo al gobernante creyendo que luego no pasará nada. Estos chicos separatas llevan el lacito demasiado prieto y la falta de riego les nubla el entendimiento.
Porque, siendo sinceros, a Sánchez se lo han puesto a huevo .Si os metéis con mi figura enviada, os habéis quedado sin aeropuerto, que el Scattergorys es mío y soy yo quien decide que el pulpo es un animal de compañía. Y de la mesa de diálogo ya hablaremos, porque igual os la dejo en un taburete cojo. Así pues, al gobiernillo del Apolo de Belvedere no le ha hecho falta más que aparecer y decir que, sin confianza mutua y sin el apoyo total de la cheneralité, ni aeropuerto ni niño muerto, para rematar argumentando que los de la banda del empastre de Palau no tienen una decisión madura sobre el asunto.
Hombre, a ver, ¿pero es que han demostrado tener de eso en cualquier otro aspecto? De todos modos, aquí ganan los partidos y perdemos los ciudadanos. Porque, de cara a esta Diada, que se anticipa flojucha y anémica, a los de Aragonés ya les vendrá bien tener un espantajo que agitar delante de los de Junts, que se los miran con aire de tener ganas de escupirles en la cara y no atreverse porque del sueldo público se vive de collons.
Lógicamente, el comunismo de pancarta y casoplón ya ha dicho que ellos también estaban por preservar el charquito de la Ricarda y ahí que se han ido la vicepresidenta Yolanda Díaz y la camarada Colau, tan ufanas ambas las dos, a hacerse selfies con los matojos de plantas verdes y un avión volando de fondo. Se juntan el hambre con las ganas de comer, porque si maniobreros y tramposos son los socialistas y comunistas que fingen gobernarnos, no lo son menos los separatistas que lo único que han demostrado saber hacer es arruinar a Cataluña y llevarse un pastón cada mes por ver quién es más inútil.
A esta gente les da igual que la luz esté a un precio que le daría vergüenza a cualquier dirigente con un mínimo de dignidad, que Cataluña sea un solar, que Barcelona se haya convertido en un albañal al aire libre
Y conste que todo esto no será óbice para que los abuelitos hiperventilados salgan a la calle este sábado a decir que esto de la república catalana esta al caer, que España es malísima y que vivimos ahogados por la bota de hierro del invasor. A esta gente les da igual que la luz esté a un precio que le daría vergüenza a cualquier dirigente con un mínimo de dignidad, que Cataluña sea un solar, que Barcelona se haya convertido en un albañal al aire libre, que tengamos los políticos e impuestos más caros de España o que ni sus propios dirigentes se pongan de acuerdo. Lo importante es seguir con la matraca y no aflojar, porque el día que Sánchez se vaya igual quienes le sigan no tengan – esperemos – las mismas tragaderas y falta de escrúpulos del adonis de Ferraz.
Insisto en lo de que la realidad no les interesa para nada porque se vive de miedo en la nube de la ensoñación, máxime cuando cobras buenas pensiones por haber sido cargo público o vives de la subvención. Pero la realidad es muy cabrona, igual que una pista de aterrizaje. Y cuando toca tomar tierra, porque por mucho combustible que lleves siempre se acaba agotando, te puedes pegar una leche morrocotuda. Por eso, con ampliación del Prat o sin ella, servidor tiene alquilada una sillita a pie de pista. Podría ser que no llegase a verlo nunca, pero estarán de acuerdo conmigo en que torres más altas han caído y aviones más potentes han acabado en el desguace.
Todo es cuestión de paciencia.