‘Vidas Rotas’ reúne por primera vez la historia de todas y cada una de las personas asesinadas por el terrorismo de ETA, 857 seres humanos víctimas y durante muchos años en el olvido. «Ningún otro lugar de Europa ha sumado a las acciones criminales la infamia de un discurso de justificación que convierte a los asesinos en la encarnación de una causa», dijo García de Cortázar en la presentación del libro ayer en Madrid.
‘Vidas rotas’, el libro de Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey que recoge la historia de los hombres, las mujeres y los niños víctimas de ETA, se presentó ayer en Madrid de la mano del historiador Fernando García de Cortázar y de la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua. Nunca antes se había abordado con tanta minuciosidad el fenómeno terrorista desde la perspectiva de las víctimas.
300 páginas llenas de nombres que no se pueden olvidar, con las circunstancias que rondaron su asesinato, con los testimonios de sus allegados y seres queridos, con las identidades de los terroristas condenados por estas muertes y sus sentencias judiciales, con las experiencias también de acoso e intimidación sufridas por miles de ciudadanos amenazados por ETA y, como dijo Pagazaurtundua en su presentación, con el recuerdo también de las otras víctimas, «las personas que han tenido que abandonar el País Vasco por miedo y los que sufren todos los días una vida con estrés, muchas veces ocultando la profesión de sus maridos, sus esposos, sus padres o sus hijos». Y también, como dijo Marcos García Rey, uno de los autores, con el recuerdo de los no nacidos de las tres madres embarazadas asesinadas por la banda terrorista.
Florencio Domínguez, articulista en las páginas de opinión de Diario de Navarra, redactor jefe de Vasco Press, doctor en Comunicación, premio del Foro de Ermua y autor de numerosas obras sobre el fenómeno terrorista, señaló la gran deuda que este libro pretende saldar: «Durante la década de los 70, de los 80 y parte de los 90, las víctimas han sido las grandes olvidadas. Los protagonistas fueron los terroristas. Los conocemos con todo tipo de detalles, sabemos sus nombres, sus apodos, su historia, sus aficiones. De las víctimas sabíamos lo imprescindible y a veces ni siquiera el nombre, porque está el caso de una víctima que fue enterrada con nombre falso. Durante mucho tiempo las víctimas fueron molestas para el poder político porque ponían en evidencia la incapacidad del Estado de poner a raya el terrorismo ni de garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Cada víctima era una muestra de la impotencia del Estado. Las víctimas eran invisibles para también para la sociedad vasca que volvía la espalda ante quienes sufrían los ataques de ETA. Las familias de asesinados se encontraron que sus vecinos y hasta sus amigos de antes se alejaban de ellos como si estar en el punto de mira de ETA fuera algo contagioso.».
La evolución social
El libro es también testimonio de la evolución de la sociedad española en su combate contra el terrorismo. «La historia más reciente», dijo García de Cortázar en la presentación, «la historia de la recuperación de unas instituciones democráticas y una conciencia cívica basada en el ejercicio de la libertad, ha coincidido en España con la actividad terrorista. Ningún otro lugar de Europa ha compartido nuestra desgracia de contar al mismo tiempo con los actos criminales. Ningún otro lugar ha estado dispuesto a sumar a las acciones criminales la infamia de un discurso de justificación que convierte a los asesinos en la encarnación de una causa.».
García de Cortázar recordó como «demasiadas voces y demasiadas veces, quienes se llaman nacionalistas democráticos acompañan su condena con una inmediata reticencia por las medidas legales que se toman para evitar el desarrollo de las redes criminales, para expulsar de las instituciones a quienes les justifican, para evitar el insulto supremo de que sus amigos reciban un sueldo que procede de los propios bolsillos de las víctimas».
El libro habla de todo esto. Y también revela el significado político de las víctimas desvelando a un grupo terrorista que ha desafiado a la democracia intentando imponer por la fuerza sus objetivos políticos nacionalistas.
Como decía Florencio Domínguez, «mantener viva la memoria de las víctimas supone la derrota de los terroristas porque cada una de ellas es un obstáculo insalvable para ETA y su proyecto. Cada asesinato representa la imposibilidad política de que el proyecto de ETA pueda hacerse nunca realidad en la sociedad vasca al dejar sin sentido la justificación de la historia de los terroristas».
Vidas Rotas contiene además una exhaustiva recopilación de datos estadísticos relativos a los atentados mortales perpetrados por ETA entre 1960 y el 2009. De las 857 víctimas, es el País Vasco quien sufre la mayoría (576) seguido de Madrid (123), Cataluña (54) y Navarra (42), seguida de Aragón (16) Andalucía (13), Comunidad Valenciana (9), Cantabria y La Rioja (4), Castilla y León (3) y Murcia (1).
Los años con mayor número de víctimas fueron 1980, con 98 muertos, y 1979, con 80. Y los atentados más sangrientos, los del coche bomba en el centro comercial Hipercor de Barcelona, con 21 muertos, y el registrado en la cafetería Rolando de Madrid, con 13 víctimas mortales.
DIARIO DE NAVARRA, 4/2/2010