TONIA ETXARRI-ELCORREO

Estrenarse Feijóo en el CIS como presidente del nuevo PP y acortar las distancias con el PSOE ha sido un fenómeno meteórico que ha sacudido los cimientos de La Moncloa. Sánchez, acostumbrado a que la encuesta de Tezanos no le quite el sueño, ya iba recibiendo otros datos que le indicaban que tenía que estar preocupado por la llegada de Feijóo como su adversario directo en la carrera de relevos para gobernar España. Y ahora se lo confirma el CIS de casa. De ahí que su equipo no le haya concedido al líder de los populares ni uno de los cien días de cortesía política. Leña a Feijóo que les podría quitar el trono.

Si el gobierno de España ha llegado a utilizar el Consejo de Ministros para arremeter contra el nuevo líder de los populares, aprovechando el pulso electoral de Francia, es porque ahora olfatea una alternativa de centro derecha si desde el nuevo PP y Vox, que ahora suman más que en tiempos de Casado, no se cometen errores del pasado.

La Moncloa sigue estableciendo paralelismos virtuales con el país de Macron y Le Pen por el pacto del PP con Vox en el Gobierno de Castilla y León, claro está ¿Cuál es el mensaje? Que el PP prescinda de Vox para gobernar; es decir, que no gobierne. Seguirán enarbolando la bandera del miedo a la ultraderecha porque la crisis económica agravada con la invasión de Ucrania y el efecto Feijóo le están provocando a Sánchez cierto temor a no poder agotar la legislatura. Las encuestas acusan su desgaste. El CIS sigue dándole ganador pero se han acortado las distancias con el PP a tan solo tres puntos. Sánchez tiene a Feijóo pisándole los talones y, en cuestión de diez días, le ha superado en la valoración de líderes.

Si Sánchez insiste en emplazar a Feijóo para que desprecie a Vox como están haciendo en Francia con Le Pen, ¿qué haría el PSOE ante una disyuntiva similar entre el PP y Vox? ¿Recomendaría a los suyos votar a Feijóo para evitar la victoria de Abascal? El caso es que el primer acuerdo de gobierno entre el PP y Vox está dando munición a La Moncloa. Ellos pueden asociarse con deconstructores del Estado democrático, con secesionistas condenados y con EH Bildu que sigue sin despegarse de la lacra de ETA, pero si Feijóo asume que Vox va a ser su compañero de viaje, si tiene aspiraciones de gobierno, será un cómplice de la ultraderecha.

A medida que la izquierda va lanzando dardos contra Feijóo, alertando de un fascismo preventivo, el nuevo líder del PP va consolidando su alternativa. Tanta escenificación con la llegada del doberman y la foto de Colón ha quedado rancia y sólo encumbra al atacado. El abuso de la apelación al miedo a la presunta ultraderecha está ya más que amortizado. Quedó demostrado en las últimas elecciones de Madrid y de Castilla y León. Y ahora vienen avisando los sondeos, incluido el de Tezanos, que se ha realizado después de conocerse el primer pacto de gobierno entre el PP y Vox ¿No tiene otro discurso el Partido Socialista?