El ‘caso De Juana’, lo ocurrido en Navarra o la guerra de las banderas demuestran que las razones legales amparan una decisión y la contraria. Los gobiernos y los partidos viven al día. Todos somos hijos de la coyuntura y del azar.
ercedes Gallizo ha explicado que la excarcelación del preso De Juana Chaos y su posterior envío a acabar su condena en la cárcel de Aranjuez, estuvieron influidas por «la coyuntura del momento», valga el pleonasmo. El Gobierno había explicado la primera decisión amparándose en «razones legales y humanitarias». Por las mismas razones envió al recluso a la cárcel el pasado 6 de junio, al día siguiente de que ETA anunciara en un comunicado la ruptura de la tregua.
Las razones legales amparan una decisión y la contraria. La coyuntura determinaba que la voluntad de los navarros quería un Gobierno de coalición de los socialistas con IUN y Na-Bai. Esto fue así entre el 27 de mayo y el 5 de junio. A partir del comunicado la coyuntura cambió y los socialistas pasaron a permitir con su abstención y su actitud vigilante la investidura de Miguel Sanz.
La coyuntura llevaba hace seis meses a denunciar la sobreabundancia de banderas españolas en las manifestaciones de la oposición, en contraste con la ausencia de ellas en los actos convocados por el partido del Gobierno. El cambio de coyuntura ha llevado a que las campañas publicitarias de los ministerios vayan firmadas por el ‘Gobierno de España’. Por la misma razón, el Ejecutivo ha convocado un concurso para buscar un logotipo del Gobierno, con el resultado de que el diseño ganador es un calco de la identidad gráfica del Ejecutivo alemán.
Cualquier observador poco avisado diría que esta sobrecarga de Gobiernos de España en prensa, radio y televisión no guarda una relación muy estricta con el concepto del ‘Estado plurinacional’ que estaba muy en boga hace unos meses, pero todo es cosa de la coyuntura.
Este mismo fin de semana, los socialistas volvían a actuar movidos por las mismas razones legales dentro de la coyuntura, o sea, la proximidad de las legislativas de marzo. El delegado del Gobierno recomendaba a Ibarretxe la observancia del principio de legalidad para todas las instituciones y el cumplimiento de las sentencias de los tribunales, como la del Supremo sobre la obligatoriedad de izar la bandera española en los edificios autonómicos.
La invitación de Luesma es muy razonable: la ley es de obligado cumplimiento (especialmente) para los poderes públicos y las sentencias son para cumplirlas. Lo que pasa es que a Balza le ha cogido con el pie cambiado y ha replicado que no admite que un representante socialista haga bandera del principio de legalidad, cuando «hasta hace quince días ha estado negociando con el PNV y con la izquierda abertzale cuestiones como las nuevas relaciones con Navarra, las modificaciones estatutarias, el derecho de autodeterminación».
El consejero de Interior sabe de lo que habla. Más, por supuesto, que la representante de la Ejecutiva Federal del PSOE al desmentirle. Es evidente que Balza conoce el paño y Carmeli Hermosín, no. No se trata ya de creer en la versión de Batasuna o la del Gobierno. El tercer interlocutor de las conversaciones de Loyola, el PNV, necesita un desmentido más solvente. De Eguiguren, por ejemplo. O se trata simplemente de que el artífice del proceso de paz dé una explicación sobre el asunto.
La guerra de las banderas, exceso metafórico del periodismo, cumple en estas fiestas 25 años. ¿Es posible que el PNV de Imaz no encuentre una manera de cumplir la Ley de Banderas y la sentencia del Supremo? Todo es coyuntura. El primer gesto simbólico de Ardanza al llegar a Ajuria Enea fue izar la bandera española. Arzalluz defendió su gesto: «Ahora se critica a Ardanza porque en su calidad de ‘representante ordinario del Estado’, fórmula vigente en el Estatuto del 36 y repetida y refrendada por nosotros en el vigente Estatuto, iza en su sede oficial la bandera de ese Estado al que representa. Y se ignora que Aguirre tenía izada la bandera española en el Carlton y la llevaba en su coche junto a la ikurriña. (…) Y se olvida que nuestro anterior lehendakari tuvo que asistir al homenaje a la bandera española en Burgos, junto a las demás autoridades del Estado» (Xabier Arzalluz. Las verdades simples. Entre el Estado y la Libertad. Ed. Iparraguirre, pág. 211).
Así fue. Garaikoetxea asistió, aunque de mala gana, al homenaje a la bandera en 1983. Es asombroso que el buen rollito de este Gobierno no haya obtenido contrapartidas ni siquiera simbólicas. El PSOE puede estar seguro de que el recordatorio de Balza le será hecho muchas más veces. El PP olvidará que en Loyola se negoció sobre Navarra y la autodeterminación, pero los nacionalistas, no. Tendrán que escucharlo durante décadas, como lo de la pancarta de Benegas por la autodeterminación. Lo oirán cuando vuelvan a sentarse a negociar y ése será el punto de partida, no la meta. Todo está ya muy visto, aunque sea coyuntural. Los gobiernos y los partidos viven al día. Todos somos hijos de la coyuntura y del azar.
Santiago González, El Correo, 20/8/2007