EMILIO CONTRERAS-EL DEBATE
  • Es tan consciente de su debilidad parlamentaria que ha dado instrucciones a todos los ministerios para que no elaboren ninguna norma que requiera la aprobación del Congreso, y evitar así más humillaciones

Pedro Sánchez y la cúpula socialista están haciendo un esfuerzo ímprobo por disimular, e incluso ocultar, los malos resultados del PSOE en las elecciones europeas de hace dos semanas. Pero están ahí y son incuestionables. El PP ganó en trece comunidades autónomas, Ceuta y Melilla, y el PSOE sólo en tres; el PP se alzó con la victoria en 40 provincias y el Partido Socialista en siete. La diferencia de votos a favor de los populares fue de 702.000. La prueba más clara de que el presidente sabe que ha sido derrotado es que la noche electoral no compareció ante los medios para celebrar «la victoria» y dio la callada por respuesta.

¿Recuerdan cómo él, su esposa y María Jesús Montero daban saltos de alegría sobre un tablado la noche electoral del 23 de julio del año pasado al saber que podrían seguir en el poder con el apoyo de quienes todos sabemos? Vendieron la imagen de una victoria aunque el PP les ganó por 16 escaños. Pero la noche del 9 de junio La Moncloa y la sede del PSOE en Ferraz se sumieron en el silencio. Ni una palabra porque no había nada que celebrar.

A estas derrotas hay que añadir la de las elecciones autonómicas y municipales del año pasado. Entonces el PP ganó en diez comunidades y en 31 capitales de provincia, y el PSOE en tres autonomías y en nueve capitales.

El presidente sabe que el tiempo vuela y que tres años pasan pronto. Entonces tendrá que comparecer en unas nuevas elecciones generales, con el viento rolando en su contra porque la dirección del voto es evidente desde hace un año.

Lo tiene claro y su objetivo es aguantar los próximos tres años cediendo lo que le pidan en Cataluña y en el País Vasco. Rehuirá el Congreso de los Diputados donde las derrotas en las votaciones le acompañan de forma inmisericorde. Desde que fue investido en noviembre del año pasado sólo ha conseguido que le aprueben un proyecto de ley y dos proposiciones de ley. Y ha renunciado a presentar la ley de Presupuestos. Para evitar más derrotas ha tenido que sumar sus votos a propuestas del PP, la última vez el pasado día 11. Antes apoyar al PP que sufrir la humillación de un nuevo fracaso que ahonde su debilidad.

Pedro Sánchez es tan consciente de la endeblez de sus apoyos parlamentarios que se han cursado instrucciones a los ministerios para que no elaboren por iniciativa propia proyectos o proposiciones de ley, ni decretos-ley que forzosamente tendrían que pasar por la votación en el Congreso, y evitar así más humillaciones. Únicamente disposiciones legales de rango inferior. Y lo que acabo de escribir es rigurosamente cierto. El paso del tiempo lo confirmará.

Solo le queda encastillarse en La Moncloa y desde allí ir a por todas lanzando los más duros ataques a la oposición para regresar tras la descubierta a su reducto, donde permanecer encapsulado y braceando día a día para mantener la respiración asistida que nacionalistas y separatistas le suministran a precio de oro.

Ya ha anunciado que su primer golpe será la aprobación de lo que que primero llamó «paquete de calidad democrática» y luego rebajó a «plan de acción democrática», previsto para el mes próximo. Pretende hacer con el Consejo General del Poder Judicial lo que ha hecho con el Tribunal Constitucional: ocuparlo con ex ministros, ex altos funcionarios de La Moncloa y afines para convertirlo en un órgano dócil plegado a los intereses del Gobierno.

Lo mismo pretende hacer en Europa. El canciller alemán Olaf Sholz y Pedro Sánchez, en nombre del grupo socialista, son quienes negociarán con los grupos popular y liberal en el Parlamento europeo los nombres de los comisarios –equivalentes a nuestros ministros– que habrán de gobernar la Unión Europea los próximos cinco años. Y, ojo, Pedro Sánchez podría tratar de colocar a uno de los suyos como comisario de Justicia para que Europa no le ponga obstáculos al control del órgano de gobierno de los jueces.

Su otro objetivo son los medios de comunicación que publican informaciones sobre presuntos casos de corrupción de su esposa y su hermano. El pretexto es «frenar los bulos». En un Estado de derecho como el nuestro corresponde a los jueces investigar y resolver con arreglo a la ley asuntos como estos. Y hemos visto cómo han absuelto a exministros y a una Infanta, y condenado a un ex vicepresidente del gobierno, a un exgobernador del Banco de España, a exministros y otros altos cargos del PP y del PSOE, poco importa el partido. Esa es la mayor prueba de su independencia.

Cuando se es inocente no hay que temer a la justicia y hay que dejarla actuar. No hay que caer en la tentación totalitaria de hacer una ley contra los que nos critican como hizo la II República con su ley de Defensa de la República de octubre de 1931, porque aquello estuvo mal y les fue mal. Y menos aún utilizando como coartada un reglamento europeo -no una directiva, como se ha dicho- aprobado para neutralizar las fábricas de bulos con las que Rusia trata de enfangar las democracias occidentales, desde los Estados Unidos a Cataluña.

Cuanto más débil se siente Sánchez, más inquietante es lo que está haciendo con España con tal de mantenerse en el poder.

  • Emilio Contreras es periodista