Gregorio Morán-Vozpópuli

La decisión de gobernar sin necesidad del poder legislativo significa cruzar una línea que nos compromete a todos. El lugar donde la pronunció el Presidente da una pista. Lo hizo ante el Comité Federal de su partido, en la misma ocasión que anunció el adelanto del Congreso del PSOE. Será en noviembre y ya se puede asegurar que habrá un antes y un después. Hasta entonces se irán podando las aristas para que luego haya un bloque compacto que convierta el actual entoldado en algo parecido a un búnker con troneras. Si en una democracia parlamentaria el líder no tiene ninguna consideración hacia aliados y adversarios sólo le queda el Partido. Hay que hacer del Partido un instrumento que ocupe todo el espacio posible y que fuerce incluso lo imposible hasta convertirlo en incondicional del líder.

Para cumplir la tarea, primero está limpiar el Partido de opositores y dubitativos -los más peligrosos- y luego tejer una gran red en las instituciones y en la sociedad civil que responda de manera fulminante a las iniciativas del Líder. De manera muy plástica lo han definido los propios mayordomos del Presidente. Es el paso del liderazgo de un secretario general a la categoría inconmensurable de Puto Amo; vulgarismo entusiasta muy adecuado para ser enunciado por los serviles.

La parte de la gran red atrapadora de las instituciones ha pasado ya pruebas incontestables de su eficacia. La Fiscalía la dirige un fidelísimo sin complejos y hasta el Banco de España lo preside un ministro que no tuvo tiempo ni de enfriar su sillón y al que calificó como “el mejor economista de España”; una provocación, otra, al tratarse de un tipo de notoria incompetencia mental y verbal en el cargo ministerial, aunque avalado por el currículo. La relación de las trayectorias profesionales nunca incluye en qué han dilapidado titulaciones y masters.

Se necesitarían muchas páginas para escribir el centón de la Red Institucional que se ha ido creando en torno al ‘Puto Amo’. Aparecen incluso sombras de duda sobre la inclinación del INE (Instituto Nacional de Estadística) desde que fue “orientado a presentar su dimisión” su director, Rodríguez Poo, por desavenencias con el Gobierno (2022). Una institución de prestigio que ahora llama la atención del ciudadano atento: si “la economía va como un cohete”, palabra del ‘Gran Líder’, cómo es posible que la realidad y la vida común sean cada día más precarias. O nos quejamos por tendenciosos o algo falla en el manejo de las estadísticas. Quizá suceda como con los “trabajadores discontinuos”, que nadie acaba por saber el qué, ni el cómo, ni el cuántos, con mayor precisión que los discursos.

Si la red institucional y el partido uniformado se ocupan de lo esencial para seguir gobernando, queda por ocuparse de la sociedad civil. Es esencial que la vía de comunicación entre el Poder y la sociedad tenga una tarea hercúlea; sostener en palabras todas y cada una de las ocurrencias que necesita el ‘Puto Amo’ para seguir siéndolo. Nada mejor para entenderlo que echar mano de la “singularidad” o “cupo” que acordaron el ‘Gran Líder’, que no los dirigentes de su Partido y menos aún sus votantes, ni tampoco los de Esquerra Republicana y Junts para dar su apoyo circunstancial al Presidente.  En primer lugar, fíjense en el detalle, ¡menudo detalle! que ninguno de los firmantes lo incluía en su programa electoral, porque de haberlo hecho tendrían garantizada una derrota mayor que la aún no asumida. Se entiende por qué ha sido ascendido a secretario político del Líder un avispado que se doctoró con una tesis sobre el valor político del engaño.

Primero fue una amnistía que todos negaban al tiempo que la negociaban, pero lo de la “singularidad del cupo” alcanza cotas estratosféricas

Primero fue una amnistía que todos negaban al tiempo que la negociaban, pero lo de la “singularidad del cupo” alcanza cotas estratosféricas. Algo insólito en el mundo de los negocios políticos: se vende una idea que nadie quiere mostrar en qué consiste su literalidad. Sólo sabemos quién tendrá hipotéticamente “la llave de la caja” pero no si la caja está llena para su disfrute (Junts) o no del todo (PSC). Cómico tirando a patético tratándose de un sujeto (Cataluña) donde “los dineros” adquieren categoría de icono “identitario”.  Ahí es donde entra el papel del mediador hacia la sociedad civil española que ejercen los medios de comunicación. Es un engranaje perfecto el de la sumisión. Para facilitar la labor “El País” introduce una entrevista con otro economista, en este caso “el mejor del mundo mundial”, Andreu Mas-Colell, veterano de las instituciones académicas y menos académicas: fiel discípulo en su día del pensador Manolo Sacristán y luego asesor de todo el arco parlamentario catalán; incluso consejero de la Generalidad con Jordi Pujol. Gracias a él sabemos que lo del “cupo o singularidad” no es ninguna novedad, que ya lo obtuvo ¡Cantabria!

La tercera pata sobre la que se sostiene el poder del ‘Puto Amo’ somos los comunicadores. Homogeneizado el Partido de las adherencias de antaño a partir de noviembre, consolidada y multiplicada toda posibilidad de orientar las instituciones, queda la sociedad civil y la inevitable tarea de convencerla de lo que sea menester. De ahí nace la tangana lingüística que trata de esquivar el nombre de las cosas y que nos garantiza evitar las tentaciones críticas; el virus que corrompen los espíritus y nos quita la beatitud de la verdad que ha de llegar del cielo del Poder, o sea del Amo. La virtud de la necesidad, porque el Enemigo acecha. La sumisión exige estar preparados para proclamar los hallazgos visionarios ante cualquier alteración del discurso del Líder por mucho que éste cambie o se contradiga.  Lo complicado está en saber cuál va a ser el discurso oficial porque eso depende de un solo hombre, bien acompañado de dama con aspiraciones de tronío intelectual -¡vestigios de machismo en su denuncia, ojo al rasgo!-y de una troupe de fieles capaces de mentirse hasta a sí mismos con tal de agradecerle que les conserve a su lado.

Ni Orwell ni leches, hay que eliminar hasta la posibilidad de que duden, ni siquiera inventarse un código lingüístico, ni una “verdad alternativa”; esa pirotecnia del mentiroso adicto. A lo más que alcanzan es a asegurar que los populares de Feijoo mienten tanto como ellos. Pálido consuelo. La teórica de la sumisión exige que seamos capaces de engañarnos a nosotros mismos y no acabemos por comprender que el Gran Líder es un peligro para muchas cosas que siempre defendimos, como la libertad y el derecho a no comulgar con ruedas de molino, ni en la intimidad ni en lo que escribimos.