Miquel Giménez-Vozpópuli

La cotidianidad se nos come y el hoy nos impide acordarnos del ayer o pensar en el mañana. Los políticos son instrumentos encargados de tenernos pendientes de una enorme ceremonia de la confusión y sin capacidad de percibir el dibujo total. Por eso la izquierda se ha atomizado. Cuando vieron que la dictadura del proletariado era una barbaridad, que la gente lo que desea es vivir razonablemente bien, poder acordarse de la madre que parió del que manda en un bar sin temor de terminar en un calabozo hecho un guiñapo de la paliza y tener un pisito, un automóvil, cuatro duros para irte de cena, una tele para acabar durmiendo la siesta ante ella o una cocina de inducción, los el trapo rojo cambiaron de estrategia.

Nadie quiere ser pobre. Nadie desea hacer cuatro horas de cola para que te den una barra de pan hecha con serrín, cola de carpintero y dos granos de mal trigo. Nadie espera resignadamente que el estado le entregue unos nuevos zapatos cuando los que lleva tienen agujeros en las suelas y te entra el agua. Lo dijo el maestro Josep Pla: el socialismo es la miseria; el comunismo, la muerte. Por eso los herederos del PSOE y del PCE de los años treinta, con el corazón tan carcomido y ruin como aquellos, han cambiado la estrategia: mujeres contra hombres, jóvenes contra adulos, hijos contra padres, los de este pueblo contra los del pueblo de al lado, un todos contra todos que asemejase a un mercadillo de pulgas donde nadie dejará de encontrar su causa, por insignificante que sea, para vivir satisfecho en su limitada aldea ideológica.

Un todos contra todos que asemejase a un mercadillo de pulgas donde nadie dejará de encontrar su causa, por insignificante que sea, para vivir satisfecho en su limitada aldea ideológica

Aquí se vive exactamente así, los unos contra los otros. Quizá seamos el país de todo Occidente donde mejor podía cundir ese enfrentamiento que va desde lo más importante a la gilipollez más cósmica. Así, nadie se preocupa del Qui Bono, Qui Prodest? que siempre hay que buscar. ¿Y a quién beneficia este Cafarnaúm en el que vive sumida España? ¿Quién sale ganando con este desgobierno? ¿A quien beneficia que estemos desunidos y enfrentados? Al pueblo español, no, sin duda alguna. A algunos de sus dirigentes, seguro, pero ya hemos dicho que son puros títeres que están ahí para lucrarse enormemente a cambio de hacer cumplir las órdenes de los que jamás dan la cara, pero mandan de verdad. ¿O alguien se cree que los EEUU han estado gobernados hasta hoy por un anciano senil y que puedan serlo por una señora que está pasadísima de vueltas?¿Manda Macron? ¿Mandan los primeros ministros, los presidentes, los que siempre salen en la foto? Claro que no.

Occidente esta en manos de las poquísimas familias/clanes que se han perpetuado siglos y son las que deciden qué país debe prosperar y cual ha de hundirse. Los Rothschild, los Rockefeller, los miembros de la Skull and Bones, los Bildelberg, la élite que pertenece al Bohemian Club entre otros, son quienes gobiernan y piensan por adelantado, sabiendo mucho antes que los gobiernos – y no digamos usted o yo – lo que ha de pasar. ¿Por qué les cuento todo esto? Pues porque una persona muy importante, con una tremenda influencia y poco conocida para el gran público me dijo que Sánchez ya había cumplido su misión con una frialdad tremenda. “Está muy gastado”. Para quienes gobiernan de verdad nadie es importante. Sánchez tampoco. Lo digo por quienes creen que en el próximo congreso socialista podría haber sorpresas. No creo que se produzcan pero, si las hay, sepan que ya está todo previsto. Alguien tiene en su poder el guión escrito de lo que sucederá.