Cristian Campos-El Español
 

«¿Dónde está el PSOE verdadero?» lleva preguntándose el PP siete años. «El PSOE de Felipe GonzálezAlfredo Pérez Rubalcaba y Javier Solana«.

El PP tiene una memoria un tanto selectiva. Porque ese PSOE mítico, el fetén, es el PSOE de los GAL, de Filesa, de Roldán, del dóberman y del «pásalo» del 11-M.

Ese es el PSOE que añora el PP.

Pero no pasa nada. Es sólo cuestión de tiempo que el PSOE de Pedro Sánchez le acabe pareciendo al PP «el PSOE verdadero». Ocurrirá dentro de veinticinco años. «El PSOE de Sánchez sí era bueno», dirá el PP de 2050. «El PSOE de la ley trans, la ley de memoria histórica, los indultos, la amnistía y el concierto catalán. El que desenterraba al dictador. No como el de ahora, que legisla barbaridades, que ocupa las instituciones y que quiere romper con la Transición».

El «PSOE verdadero» es el paraíso perdido de los populares incapaces de aceptar que el único PSOE verdaderamente existente hoy es el PSOE de Pedro Sánchez. John Milton les escribió un poema.

En realidad, si nos ponemos a mirar programas electorales, el «PSOE verdadero» es el PP de hoy.

El «PSOE sanchista verdadero» será el PP de 2050.

Y «el PP verdadero» de hoy es el de Isabel Díaz Ayuso, que es la única que se ha opuesto de forma rotunda a la semana laboral de cuatro días. Una de esas pendientes deslizantes habituales de la izquierda en las que Génova suele caer de cuatro patas en cuanto se la revisten con alguna pamema de autoayuda empresarial: los criterios corporativos de impacto social, la digitalización, la responsabilidad social, el capitalismo progresista, el principio de precaución, la tecnología ética…

Al final, las empresas siguen trabajando hoy como hace cincuenta años. Lo dice Elon Musk, que ha renunciado al teletrabajo en sus empresas porque, como sabe cualquiera que ha teletrabajado, el invento no funciona. «Buena idea, especie equivocada» decía el biólogo Edward O. Wilson del socialismo. Lo mismo se puede decir de las «nuevas formas de trabajar», que son sólo las «viejas formas de trabajar menos».

Dice Feijóo ahora que la semana laboral de cuatro días, bien. Que está dispuesto a hablar de ello. Que lo principal es la productividad, pero que echando alguna hora más entre lunes y jueves la cosa se apaña bien.

Luego el PP ha matizado un poco, diciendo que «lo veremos cuando haya una propuesta más concreta».

Pero vamos a ver, ¿qué propuesta necesita ver el PP para comprender que el «banco de horas» que vendió Feijóo en su discurso de investidura de 2023 no tiene nada que ver con lo que pretende la izquierda, que es trabajar menos cobrando lo mismo?

¿No tiene una propuesta propia el PP? ¿Tiene alguna idea el PP, sobre esto o sobre cualquier otra cosa, que no sea una vaguedad del tipo «en un contexto como el actual hay que pensar en autónomos, comerciantes y pymes»?

¿Qué quiere decir eso? ¿Qué contexto es ese? ¿Qué autónomos, comerciantes y pymes?

En realidad, lo que está pidiendo el PP es flexibilidad laboral de común acuerdo con el empresario. Algo que ya existe hoy en España. Lo explicó Fedea en un documento publicado en 2023. «La regulación vigente permite ya este modelo de distribución semanal de las jornadas, sin merma salarial, en las empresas donde resulta viable».

«Una ley que impusiera esta fórmula de forma obligatoria y generalizada», añade Fedea, «iría en contra de la heterogeneidad productiva con muy probablemente el efecto indeseado de reducción de salarios en los sectores con menor capacidad de adaptación a este sistema».

La semana laboral de cuatro días acabará implantándose, como se implantó la jornada de ocho horas en 1919, a medida que las empresas compensen con una mayor productividad la reducción de las horas de trabajo. Pero ocurrirá de forma natural y no por imposición de unos partidos de izquierdas que en realidad buscan algo muy diferente. Buscan reventar a las empresas españolas.

Íñigo Errejón, que no es conocido precisamente entre sus compañeros del Congreso por su capacidad de trabajo, se ha burlado del PP por su disposición a debatir ahora sobre la semana laboral de cuatro días. Como no podía ser de otra manera, por otro lado.

Porque la semana laboral de cuatro días ni siquiera es una propuesta del PSOE, sino de Sumar, el partido que más ha insistido a lo largo de los últimos meses en eso de «trabajar menos y cobrar lo mismo».

También pedía trabajar menos otro mítico estajanovista, ese Pablo Iglesias que cuando era vicepresidente dijo que «ser vicepresidente supone mucha responsabilidad: sólo un cretino se sentiría bien trabajando mucho«.

La paradoja se explica sola. La política laboral que el PP se ha «abierto» a debatir es la de Podemos y Sumar. Los Mbappés de la productividad.

«Es que estamos perdiendo voto joven» dicen en el PP.

Ah, bueno, pues nada. Que Feijóo se ponga el pañuelo palestino, que salga a quemar contenedores y que pida el cierre de X y de «los medios del fango». O que redoble la apuesta: la semana laboral de tres días, un ingreso mínimo vital de 3.000 euros y una PlayStation 5 para cada español en compensación por su primer despido.

Una gran idea, la de convertirse en el Podemos de la burguesía de provincias. «El que se quiera ir a un partido de centro, que se vaya» podría decir ahora Feijóo para acabar de expulsar a todos los votantes que Rajoy no expulsó ya del PP cuando dijo aquello de «el que se quiera ir al partido conservador o al liberal, que se vaya».

Recordemos que ese disparate estratégico acabó con millones de votantes del PP yéndose a Vox y a Ciudadanos. El origen del actual problema demoscópico.

En fin. Siempre he estado equivocado. Toda la vida pensando que el PSOE verdadero era el PP, cuando resulta que el PP es en realidad el Podemos verdadero.

El Podemos bueno. El de la semana laboral de cuatro días, «pero sin olvidar la productividad». Buen matiz. En eso están pensando Sumar, Podemos y el PSOE. En la productividad. Claro que sí.